Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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09.05.2013 Views

Banquete platónico, eros en una primera etapa ama muchos cuerpos. En ello ya se vislumbra claramente que el amor reclama para sí exclusividad, mientras que sexo y erotismo tienden más bien a la promiscuidad. Y naturalmente, porque es así, cada cual, en mayor o menor grado, y dependiendo de su concepción de mundo, de inclinaciones naturales, del medio en que ha crecido, se encuentra en esta tensión entre exclusividad y promiscuidad. Somos cuerpo y alma que deseamos y amamos otro ser que es también cuerpo y alma. En relación al binomio fatalidad-libertad, precisamente en la medida en que más se acentúa el carácter de exclusividad del otro a quien amamos, de modo directamente proporcional se acrecienta una vivencia de fatalidad o de destino. Eras tu la persona que me estaba reservada y no podría haber sido otra, y similares expresiones dan cuenta de esto. Y precisamente en la medida en que se acrecienta la posibilidad de promiscuidad, tanto más vivimos y gozamos de nuestra libertad de elegir, cambiar, comenzar de nuevo y hasta de extraviarnos y perdernos. Con el binomio obstáculo-transgresión comenzamos a apartarnos de la marca cuerpo-alma que determina los binomios anteriores. Aquí más bien se trata de cómo en toda relación se presentan obstáculos tanto internos de cada cual, como externos, de la sociedad, de la comunidad a la que pertenecemos, del círculo en que nos desvenvolvemos, que transgredir. Gran parte de la fuerza que tiene el amor suele provenir justamente de esta transgresión. En el binomio dominio-sumisión se trata de que también las relaciones amorosas están atravesadas por cuestiones relativas al poder – quién manda y quién se somete en el plano de los sentimientos – y lo interesante es que dominio y sumisión en el plano sentimental suelen no concordar en absoluto con el plano de las relaciones de poder que rigen en el mundo económico y político. 284.La relación cuerpo-alma en el plano del amor. Que seamos cuerpo y alma, que seamos alma, que seamos este compuesto, todo ello deja por lo general muchas interrogantes sin responder. Si efectivamente fuera así, que somos este compuesto de cuerpo y alma ¿cómo se relacionan los integrantes de este compuesto entre sí? Hoy se prefiere hablar de mente, en vez de alma, y se ha desarrollado la así llamada “filosofía de la mente”, mas lo que prima en ello es una visión materialista que tiene como modelo la inteligencia artificial y junto con ello se orienta según modelos computacionales. Y, si bien es cierto que es mucho lo que se puede ganar con ello respecto de las operaciones de nuestra mente y explicar mecanismos de asociación, y demás, lo cierto es que igual nos deja disconformes, ya que nos damos cuenta que lo humano es mucho más que eso y que las cuestiones decisivas se juegan en otro plano. Concebir al hombre y la mente a la vez según un modelo de programa lo que deja de lado y que incluso no lo puede explicar en lo más mínimo es que si somos un programa, éste es más bien auto-programático, ya que arranca de libres elecciones y decisiones. En otras palabras, podemos explicar todas las operaciones de un computador, pero igual éste requiere del suministro de energía y de que alguien lo eche a andar, lo encienda. Y, para nuestra sorpresa, uno de los planos en que podría decirse que vuelve a cobrar vuelo la concepción del ser humano como un compuesto de alma y cuerpo es en lo que se refiere al amor. El Premio Nobel Octavio Paz en su libro sobre el amor, que se demoró 30 años en escribir – La llama doble – plantea con meridiana claridad que nos enamoramos no simplemente de un cuerpo, sino de

una persona, que es una entidad netamente espiritual, intangible, única e irrepetible. De tal modo que con el fin de revalidar la concepción del alma no necesitamos elevarnos a través de singulares cavilaciones para procurar encontrarnos con ella, con su ser y su pareja legitimación, sino, a través de una vivencia al alcance de todos y de cada uno, como es el amor, el alma vuelve a levantar vuelo. Añadamos a lo anterior que en forma velada el alma se encuentra tras el concepto de persona, y por lo tanto tampoco es necesario recurrir a la vivencia del amor con el fin de validar el alma, su ser y determinación, sino que basta con basarnos en las relaciones humanas, y como éstas se dan como relaciones entre personas, para validar junto con ello a la vilipendiada alma. Y, volviendo al amor, así como somos cuerpo y alma, de este modo también el amor se potencia porque está en alianza con lo sexual y lo erótico. Pero, bien sabemos que en relación a lo estrictamente sexual, ello puede realizarse sin amor, y, por la contraparte, lo que suele llamarse “amor platónico”, puede prescindir del contacto corporal. Ello nos muestra que los tres momentos de sexo, erotismo (que sería el modo como lo sexual se ritualiza con el cortejo) y amor, tanto se interrelacionan e interactúan, como pueden actuar de modo separado. Mas, lo que nos interesa aquí es que nos enamoramos de una persona, de una entidad espiritual intangible, única e irrepetible, y precisamente esto es lo que permite que el amor, mucho más que sexo y erotismo, levante vuelo en la historia de la humanidad, se convierta en poesía, literatura, música como alcance también lugares místicos y celestiales. 285.Exclusividad versus promiscuidad. Octavio Paz reflexiona sobre el fenómeno del amor y, entre muchas estrategias para abordarlo se vale de esta dupla exclusividad-promiscuidad, que le permite zanjar diferencias esclarfecedoras respecto del fenómeno en cuestión. Si bien el amor hay que concebirlo a su vez dentro del plexo sexo-erotismo y amor propiamente tal, y que estos momentos interactúan, no es menos cierto que cada uno de ello tiene sus propios fueros. Ante todo está el hecho de que nos enamoramos de una persona, y no simplemente de un cuerpo. La persona, junto con ser intangible, es única e irrepetible. Y esto demanda su propia exigencia: la exclusividad. Al enamorarnos de una persona, impone ello una exclusividad. En otras palabras, salvo contadas excepciones, nos enamoramos de una sola persona, y sin embargo a nivel del cuerpo, podemos sentir deseos por muchos cuerpos, en lo cual radica la tendencia a la promicuisdad propia de lo sexual, considerado en forma separada. Nos debatimos pues entre exclusividad, que exige la naturaleza misma del amor, y promiscuidad. Ello también da expresión a nuestra doble naturaleza humana: somos tanto instinto y razón, naturaleza y cultura, pero también atañe esto, como recién veíamos, a la relación que me vincula con el otro, en términos de exclusividad versus promiscuidad. Y éstas no son meras hueras palabras, sino que efectivamente lo vivimos en esta forma. La infidelidad habla de sobrada manera de ello y los trastornos que ésta trae por lo general consigo. Octavio Paz se encarga de insistir en que el amor mismo supone esta exclusividad y ello al parecer con independencia de determinaciones culturales. Y el hecho de que en ciertos pueblos, como los esquimales, haya habido la costumbre de ofrecer la esposa al huésped, como señal de cortesía, ello no contradice la mentada

Banquete platónico, eros en una primera etapa ama muchos cuerpos. En ello ya<br />

se vislumbra claramente que el amor reclama para sí exclusividad, mientras que<br />

sexo y erotismo tienden más bien a la promiscuidad. Y naturalmente, porque es<br />

así, cada cual, en mayor o menor grado, y dependiendo de su concepción de<br />

mundo, de inclinaciones naturales, del medio en que ha crecido, se encuentra en<br />

esta tensión entre exclusividad y promiscuidad. Somos cuerpo y alma que<br />

deseamos y amamos otro ser que es también cuerpo y alma.<br />

En relación al binomio fatalidad-libertad, precisamente en la medida en<br />

que más se acentúa el carácter de exclusividad del otro a quien amamos, de<br />

modo directamente proporcional se acrecienta una vivencia de fatalidad o de<br />

destino. Eras tu la persona que me estaba reservada y no podría haber sido otra,<br />

y similares expresiones dan cuenta de esto. Y precisamente en la medida en que<br />

se acrecienta la posibilidad de promiscuidad, tanto más vivimos y gozamos de<br />

nuestra libertad de elegir, cambiar, comenzar de nuevo y hasta de extraviarnos y<br />

perdernos.<br />

Con el binomio obstáculo-transgresión comenzamos a apartarnos de la<br />

marca cuerpo-alma que determina los binomios anteriores. Aquí más bien se trata<br />

de cómo en toda relación se presentan obstáculos tanto internos de cada cual,<br />

como externos, de la sociedad, de la comunidad a la que pertenecemos, del<br />

círculo en que nos desvenvolvemos, que transgredir. Gran parte de la fuerza que<br />

tiene el amor suele provenir justamente de esta transgresión.<br />

En el binomio dominio-sumisión se trata de que también las relaciones<br />

amorosas están atravesadas por cuestiones relativas al poder – quién manda y<br />

quién se somete en el plano de los sentimientos – y lo interesante es que dominio<br />

y sumisión en el plano sentimental suelen no concordar en absoluto con el plano<br />

de las relaciones de poder que rigen en el mundo económico y político.<br />

284.La relación cuerpo-alma en el plano del amor.<br />

Que seamos cuerpo y alma, que seamos alma, que seamos este compuesto,<br />

todo ello deja por lo general muchas interrogantes sin responder. Si<br />

efectivamente fuera así, que somos este compuesto de cuerpo y alma ¿cómo se<br />

relacionan los integrantes de este compuesto entre sí? Hoy se prefiere hablar de<br />

mente, en vez de alma, y se ha desarrollado la así llamada “filosofía de la mente”,<br />

mas lo que prima en ello es una visión materialista que tiene como modelo la<br />

inteligencia artificial y junto con ello se orienta según modelos computacionales.<br />

Y, si bien es cierto que es mucho lo que se puede ganar con ello respecto de las<br />

operaciones de nuestra mente y explicar mecanismos de asociación, y demás, lo<br />

cierto es que igual nos deja disconformes, ya que nos damos cuenta que lo<br />

humano es mucho más que eso y que las cuestiones decisivas se juegan en otro<br />

plano. Concebir al hombre y la mente a la vez según un modelo de programa lo<br />

que deja de lado y que incluso no lo puede explicar en lo más mínimo es que si<br />

somos un programa, éste es más bien auto-programático, ya que arranca de<br />

libres elecciones y decisiones. En otras palabras, podemos explicar todas las<br />

operaciones de un computador, pero igual éste requiere del suministro de energía<br />

y de que alguien lo eche a andar, lo encienda.<br />

Y, para nuestra sorpresa, uno de los planos en que podría decirse que<br />

vuelve a cobrar vuelo la concepción del ser humano como un compuesto de alma<br />

y cuerpo es en lo que se refiere al amor. El Premio Nobel Octavio Paz en su libro<br />

sobre el amor, que se demoró 30 años en escribir – La llama doble – plantea con<br />

meridiana claridad que nos enamoramos no simplemente de un cuerpo, sino de

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