Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

Pero luego está esta otra aplicación de la palabra, en cuanto se refiere
también a nosotros mismos, a nuestro propio ser. Y, por supuesto este ser que
somos es tan distinto de todo otro que conocemos. Martin Heidegger se
preocupa de esto y enfoca ello en función de nuestra facticidad más propia; en
otras palabras: ¿en qué consiste nuestro factum? Y nos dice en su obra capital
Ser y tiempo que este factum que somos consiste en ser y tener que ser, sin de
dónde ni adónde.
José Ortega y Gasset trata en Historia como sistema, del año 1935,
observa este factum nuestro como “dificultad”, y cita al longevo escritor
Fontenelle que ya viejo, hablaba de una “dificultad de ser”. Escuchemos:
“La vida, en efecto, da mucho que hacer. Cuando el médico, sorprendido
de que Fontenelle cumpliese en plena salud sus cien años, le preguntaba qué
sentía, el centenario respondió: Rien, rien du tout... Seulement une certaine
difficulté d'être. Debemos generalizar y decir que la vida, no sólo a los cien
años, sino siempre, consiste en difficulté d'être, Su modo de ser es
formalmente ser difícil, un ser que consiste en problemática tarea. Frente al ser
suficiente de la sustancia o cosa, la vida es el ser indigente, el ente que lo
único que tiene es, propiamente, menesteres. El astro, en cambio, va, dormido
como un niño en su cuna, por el carril de su órbita”.
En lo que recién escuchábamos Ortega cita a Fontenelle. Se trata del
Bernard le Bovier de Fontenelle que nace en 1657 y muere en 1757. Como
podemos observar, con sus “dificultad de ser” y como la fue enfrentando llegó a
ser longevo.
271.¿Co-originariedad en las concepciones del hombre?
Heidegger es sin lugar a dudas quien más nos ha llamado la atención sobre la
tendencia tradicional a hacer derivar todo de un principio. Así, en la
antropología filosófica ha predominado la concepción del hombre como “animal
racional”, fórmula que proviene de Aristóteles, suponiendo con ello que lo
esencial que nos determina y distingue como seres humanos, es la razón, y
entonces todo lo demás sería derivado. Y, podríamos decir, la misma tendencia
se hace presente en la ciencia, por ejemplo, en la biología, al considerar la
determinación de la vida desde el código del ADN, o en la astrofísica, al
suponer que el universo se origina a partir del big-bang.
El planteamiento de Heidegger en su obra Ser y tiempo es, al contrario,
el de la co-originariedad, lo cual supone que las distintas determinaciones de
nuestro ser – proyección, estado de arrojado, apertura, ser-a-la-muerte,
conciencia, resolución, temporalidad, historicidad – son co-originarias, vale
decir, nos determinan desde una igual originariedad ontológica.
Eugen Fink, en su obra Fenómenos fundamentales de la existencia
humana sigue la misma tendencia y considera que justamente esos fenómenos
fundamentales – muerte-eros-trabajo-lucha-juego – son co-originarios.
Diría que ello compromete directamente a la razón y nuestro modo de
pensar. La tendencia tradicional de la razón es considerar – prácticamente
como doctrina – que todo tiene que derivar de un principio; cualquier posibilidad
contraria la estima y desecha como irracional. Pero, si ya la propia biología
estipula que genética y medio-ambiente son determinantes de la vida,
probablemente con ello se aproxima a la co-originariedad, y lo mismo cabría
decir de la astrofísica, al considerar que haya la posibilidad de múltiples bigbang.