Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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acusaba su mayor debilidad, dado que si una religión vive de un vínculo con lo sacro y lo divino, y de ciertos rituales y sacramentos que se practican en relación con ello, y agreguemos que sólo de este modo la religión se mantiene viva, entonces una propuesta de neutralización resulta cuestionable, ya que a la postre significa cortarle no sólo las alas a la religión, sino anularla. Y el problema del planteamiento de Habermas radicaba en cierta pretendida generalización de su éste, sin entrar propiamente a establecer necesarias diferencias entre la religión y ciertos casos particulares de fundamentalismo. Diría en definitiva que la propuesta de la neutralización debería limitarse al fudamentalismo, no pudiendo ello abarcar a las religiones en su conjunto, y agregaría, a ninguna en particular, ya que no parece que haya una sola religión que directamente promueva el fundamentalismo. Es por ello, que se hace necesario preguntarse primera acerca de cómo se delimita el fundamentalismo en relación a la religión en particular de la que depende. Resultó singular que al fin de la conferencia alguien le preguntó a Habermas acerca de lo que había conversado con el Papa Benedicto XVI, cuando éste recién asumió. Lo cierto, es que su respuesta dio la impresión de ser evasiva, y resulta difícil imaginarse que le hubiera directa y abiertamente planteado su propuesta de la neutralización de la religión por parte de la razón secular. 269.¿Un nuevo tipo de juego: el peripathos? En un Congreso sobre “Filosofía del juego y del deporte” en el que participé en Noviembre de 2007, que tuvo lugar en la Universidad Ibero-americana de Ciudad de México, la psicólogo Katya Mandoki de la Universidad Autónoma de México (distinta que la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM), sobre la base de la clasificación de los juegos de Roger Caillois, de acuerdo a la cual hay juegos de agon (competencia), de alea (azar o destino), mimicry (roles) e ilinx (vértigo), planteó en su conferencia un quinto tipo de juegos: los juegos de peripathos, que serían de aventura o de exploración. Tengamos presente aquí como trasfondo, la Escuela Peripatética del Liceo de Aristóteles, llamada así en razón de la costumbre del maestro de “leer caminando”. El juego peripatético o de aventura se referiría no solamente a las aventuras, llamésmoslas “físicas”, de exploración de territorios, sino también a lo que podríamos llamar aventura del conocer, dado que aquí también hay exploración. Este planteamiento me resultó sugerente y me convenció de inmediato, aunque ulteriormente comencé a ver varias dificultades involucradas en ello. Por de pronto, lo que resulta convincente es que el mencionado juego de peripathos tenga un correlato real, en otras palabras, que efectivamente el hombre también se comporta de modo lúdico en el subir una montaña (el así llamado montañismo), como por otra parte, que haya juegos de adivinanza, que se han multiplicado mucho en el último tiempo: escrúpulo, pictograma, este último consistente en que hay dos grupos, y entonces se saca alguna tarjeta que se la ve en secreto, donde está escrita una palabra que es la que habría que dibujar (sin escribir ninguna letra), y el grupo al que uno pertenece tiene que advinar. Si dice “puente”, pues nada más fácil, pero si dice, supongamos “solidaridad”, nada más difícil de dibujar. Y agreguemos que tanto en la aventura física (alpinismo o andinismo) como mental se dan varios de los ingredientes del juego: la sin-finalidad, que juguemos por jugar, y que toda vez que hay razones o finalidades por las
cuales jugamos, el juego tiende a desvirtuarse; por otra parte, se da también en la aventura la alegría de jugar, la paidiá, y el ludus, que alude al tener que sortear dificultades que se presentan. Agreguemos también con Fink, que con el juego de aventura (este así llamado ‘peripathos’) se da también la posibilidad de un “tiempo libre” del que disponemos y en el que nos sumergimos, y relacionado con ello también, como en ese tiempo libre sucede que el instante se eterniza y al estar sumergidos en él nos aproximamos a la vivencia de un eterno presente. Ahora bien, podría sostenerse que el peripathos no sería sino una modalidad del agon, de los juegos agonales, los juegos de competencia, en que justamente ponemos en juego nuestras competencias, destrezas y habilidades que se enfrentan con otras. Si, esto es efectivo, pero el peripathos introduce un nuevo elemento que va más allá del agon: el descubrimiento, y por eso es que se trata de juegos de exploración. Una segunda dificultad radicaría en el hecho de consitituir una posibilidad del peripathos la exploración en el ámbito del saber, dado que, podríamos sostener, que en el saber y en el conocimiento no hay sino fundamentación que se expresa en teoría y sistema, y ello no es de carácter lúdico. Mas, esto también tiene una solución, en la medida en que consideramos que el peripathos, aventura o exploración se da en la fase previa de sondeo, tanteo, apuesta por cietas posibilidades, y que ulteriormente culmina, en el mejor de los casos, en una teoría, una ley, una fórmula. 270.Dificultad de ser. Podríamos decir que desde Parménides, del siglo V a.C., el filósofo de Elea, en Sicilia, la filosofía se centra en lo que se podría considerar lo más radical, esencial y universal: el ser. ¿Qué podría haber más esencial que el hecho de que algo sea? Que sea chico, grande, fuerte, débil, rojo, azul, bello, feo, bueno, malo, duro, blando, liso, rugoso, que sea recuerdo, atracción, pensamiento, que sea pez, nube, mariposa, o incluso que sea el número 10, es más, que sea un centauro, un sátiro, todo ello es secundario. Incluso de aquello que parece lo más universal, como cuando decimos materia, mundo, universo, de todo ello cabe decir justamente que es. Lo absolutamente primero es que algo es. Esto ya lo vio el Eleata con meridiana claridad. Y con este enigma de que “algo es”, que es el universo, que somos nosotros, llegamos y nos retiramos de este mundo. Tal vez nuestro estado anímico e intelectual más propio sea estar atónito, en estado de perpetua estupefacción, agregando a ello que el que deja de estarlo en cierto modo se olvidó justo de lo que le era más propio. En cierta edad imprecisa, cuando éramos ya jóvenes, en algún momento tomamos conciencia de esto, pero tal vez luego lo olvidamos. Pero: qué es “es”. ¿Qué significa esa palabra que usamos tan descuidadamente y que nos resulta tan cómoda? Justamente de tanto usarla todo el tiempo, todos los días, se desgasta, se trivializa y se vuelve anodina. Y entonces la filosofía es ante todo la llamada a romper ese cascarón de las opiniones, para decirlo en términos platónicos, de la opinión pública. Si la filosofía se origina en el asombro, podría decirse que toda auténtica filosofía por muchas explicaciones lúcidas que de, debería más bien no sólo mantener ese asombro, sino más encima acrecentarlo.
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Ahora bien, podría sostenerse que el peripathos no sería sino una<br />
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introduce un nuevo elemento que va más allá del agon: el descubrimiento, y<br />
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podríamos sostener, que en el saber y en el conocimiento no hay sino<br />
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lúdico. Mas, esto también tiene una solución, en la medida en que<br />
consideramos que el peripathos, aventura o exploración se da en la fase previa<br />
de sondeo, tanteo, apuesta por cietas posibilidades, y que ulteriormente<br />
culmina, en el mejor de los casos, en una teoría, una ley, una fórmula.<br />
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Podríamos decir que desde Parménides, del siglo V a.C., el filósofo de Elea, en<br />
Sicilia, la filosofía se centra en lo que se podría considerar lo más radical,<br />
esencial y universal: el ser. ¿Qué podría haber más esencial que el hecho de<br />
que algo sea? Que sea chico, grande, fuerte, débil, rojo, azul, bello, feo, bueno,<br />
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sea pez, nube, mariposa, o incluso que sea el número 10, es más, que sea un<br />
centauro, un sátiro, todo ello es secundario. Incluso de aquello que parece lo<br />
más universal, como cuando decimos materia, mundo, universo, de todo ello<br />
cabe decir justamente que es. Lo absolutamente primero es que algo es. Esto<br />
ya lo vio el Eleata con meridiana claridad. Y con este enigma de que “algo es”,<br />
que es el universo, que somos nosotros, llegamos y nos retiramos de este<br />
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Tal vez nuestro estado anímico e intelectual más propio sea estar<br />
atónito, en estado de perpetua estupefacción, agregando a ello que el que deja<br />
de estarlo en cierto modo se olvidó justo de lo que le era más propio. En cierta<br />
edad imprecisa, cuando éramos ya jóvenes, en algún momento tomamos<br />
conciencia de esto, pero tal vez luego lo olvidamos.<br />
Pero: qué es “es”. ¿Qué significa esa palabra que usamos tan<br />
descuidadamente y que nos resulta tan cómoda? Justamente de tanto usarla<br />
todo el tiempo, todos los días, se desgasta, se trivializa y se vuelve anodina. Y<br />
entonces la filosofía es ante todo la llamada a romper ese cascarón de las<br />
opiniones, para decirlo en términos platónicos, de la opinión pública. Si la<br />
filosofía se origina en el asombro, podría decirse que toda auténtica filosofía<br />
por muchas explicaciones lúcidas que de, debería más bien no sólo mantener<br />
ese asombro, sino más encima acrecentarlo.