Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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miseria del hombre están íntimamente emparentados – cómo puede edificar su<br />
grandeza precisamente sobre el terreno de su miseria. ¿Por qué trabajamos –<br />
o por qué “tenemos que trabajar”? ¿No es deseable una sociedad en la que el<br />
trabajo sea realizado por máquinas, robots, y que el hombre pueda vivir<br />
libremente el goce de su existencia? El mundo antiguo le dio la posibilidad del<br />
goce vital, dentro de un cierto rango, a los ciudadanos libres a través de la<br />
institución horrorosa e inhumana de la esclavitud, pero para ello tuvo que<br />
valerse de la existencia única-en-el-tiempo de otros hombres. La indignación<br />
moral ante tales asperezas es un noble sentimiento de la filantropía, pero con<br />
ello se olvida de manera ligera que la esclavitud continúa bajo otras formas<br />
refinadas en el mundo moderno”<br />
En esto el filósofo Eugen Fink mete el dedo en la llaga, ya que nosotros<br />
podemos tan sólo hacernos ilusiones de que hemos dejado atrás la esclavitud.<br />
Claro está, hemos cambiado las leyes, y la esclavitud no es legal en el mundo<br />
civilizado, sin embargo, continúa bajo formas disfrazadas de lo presentable y<br />
exhibible.<br />
267.En la cotidianidad, el juego un fenómeno marginal, pero no fundamental de<br />
nuestra existencia.<br />
Para Eugen Fink y los filósofos del juego, partiendo por Johan Huizinga, el<br />
juego es una determinación esencial de nuestra existencia. Como decía<br />
Huizinga en 1938, somos esencialmente homo ludens, somos jugadores. Sin<br />
embargo, en la cotidianidad no reconocemos esa determinación esencial. Y es<br />
que la cotidianidad en la que vivimos se nutre de convencionalismos y códigos<br />
en torno a prácticamente todos los asuntos humanos, pero interpretándolos y<br />
sancionándolos de modo superficial. Y justamente esto le da una relevancia<br />
enorme a la filosofía en cuanto a enfrentar esas conceptualizaciones cotidianas<br />
de esto y lo otro. Tengamos en cuenta la figura emblemática de la filosofía –<br />
Sócrates – interrumpiendo el camino del juez o del general para preguntarles<br />
qué es la justicia o qué la valentía, para constatar que éstos, que se suponen<br />
tendrían que darle claras definiciones de esos conceptos, sin embargo no es<br />
así.<br />
Escuchemos lo que dice Fink a propósito del juego y cómo se presenta<br />
en nuesta cotidianidad:<br />
“¿Qué es, pues, lo característico de la interpretación cotidiana del juego<br />
humano? No otra cosa que el intento de reprimir el juego del núcleo esencial de<br />
la existencia, de des-esencializarlo, de concebirlo como un “epifenómeno” de<br />
nuestra vida, de quitarle el peso de una genuina significatividad vital. Si bien se<br />
observa lo frecuente del juego, el gran interés de los hombres en el juego, la<br />
intensidad con que se lo práctica, el aprecio ascendente del juego en conexión<br />
con el creciente tiempo libre en una sociedad tecnificada, no obstante se<br />
contempla, en general, el juego ante todo como “recreo”, como “distensión”,<br />
como tiempo de esparcimiento y como ociosidad alegre, como la “pausa”<br />
benefactora, que interrumpe el día laboral o que es la ocupación del día<br />
feriado. Doquiera que interprete el juego a partir de una contraposición con el<br />
trabajo o, en general, con la realización seria de la vida, estamos ante la<br />
concepción del juego más superficial, sin embargo dominante en la<br />
cotidianidad. El juego vale, entonces, sólo como un fenómeno complementario<br />
–vale como lo no-serio, no-comprometido, lo arbitrario-antojadizo. Aunque se<br />
quiera conceder que tiene un poder sobre los hombres y ejerce un estímulo