Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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“Usualmente no esta el hombre en una relación expresa con su muerte.<br />
Él permanece en el espacio de la costumbre, de la tradición, del uso, se mueve<br />
en una interpretación de sentido pública de la muerte humana y de la<br />
mortalidad de nuestro género. Lo público, a lo que él pertenece, ya ha<br />
interpretado de antemano la muerte como tal, no hay comunidad humana que<br />
pudiere subsistir sin una interpretación de la muerte en general. La<br />
interpretación de la muerte es un rasgo fundamental de cada sociedad en<br />
general. El culto, el más antiguo uso, las relaciones vitales más intimas se<br />
vinculan con la interpretación de la muerte. Pero tampoco la sociedad<br />
tecnificada más moderna puede subsistir nunca sin una tal interpretación,<br />
aunque se oculte tras un “aparato”. La opinión pública se encuentra<br />
necesariamente en su círculo vital con la muerte como un poder tremendo, que<br />
ella no debe ni puede negar, pasar por alto. Pero ella hace siempre de nuevo<br />
intentos de arreglárselas de alguna manera con este inhóspito poder, que<br />
puede aniquilar todos sus planes, destruir todas las esperanzas, y, al mismo<br />
tiempo, conjurarlo y desterrarlo en formas de culto, aliviar a<br />
los hombres, a través de estructuras de beneficencia, de los golpes imprevistos<br />
del destino de los casos de muerte, reglamentando la realización de la vida<br />
pública al normar la actividades relativas a la muerte. En la opinión pública está<br />
de cierto modo establecido cómo corresponde comportarse respecto de la<br />
muerte, cómo se conserva esa “postura”, cómo se practica el duelo, los ritos<br />
funerarios son conocidos y reconocidos. Hay toda una rama industrial moderna<br />
que vive de aquello. La esperanza de vida de los hombres individuales hace<br />
tiempo ya que se calcula sobre la base de estadísticas de mortalidad de las<br />
compañías de seguro, y que se expresa en una contabilizada cuantía de la<br />
prima. Sin embargo, sería completamente falso si acaso se quisiera ver en la<br />
postura pública respecto de la muerte sólo una relación inauténtica con la<br />
muerte y, en vez de eso, se quisiera dar la palabra a un comportamiento, de<br />
acuerdo al cual, el individuo solitario se contrapone a la interpretación de la<br />
muerte de la comunidad de la polis”.<br />
Y Fink llama finalmente la atención respecto de que la filosofía no puede<br />
descuidar las formas colectivas de vivenciar la muerte:<br />
“Hay también un “individualismo” derivado extremo en la filosofía de la<br />
muerte, que precisamente impide que los misterios del alma que se despide, a<br />
la cual se le dedica la guirnalda viva, la escultura de la muerte y la memoria,<br />
lleguen a ser una permanente e insoslayable pregunta del pensar”.<br />
265.Estamos tan absortos en el trabajo que no pensamos sobre él.<br />
Al abordar Eugen Fink el trabajo como uno de los fenómenos fundamentales<br />
que determinan nuestra existencia, plantea un serio problema en cuanto a su<br />
dilucidación: que estamos tan absortos en el trabajo que no nos detenemos a<br />
pensar sobre él, y entonces podríamos agregar al respecto: que ésta viene a<br />
ser la forma más peligrosa o venturosa, fasta o nefasta de determinación,<br />
precisamente porque es ciega y sorda y no alcanzamos a tomar propiamente<br />
conciencia de ella. En ello es similar a ciertos instintos o pasiones que arrastran<br />
de tal modo a un sujeto que no alcanza a tomar conciencia de ello. Y es así<br />
como nuestra sociedad, como bien lo vio Hannah Arendt se ha convertido ante<br />
todo en una sociedad laboral. Y justo porque es así, porque el poder de<br />
determinación del trabajo se ha vuelto total y avasallador, ello se mantiene e<br />
incluso acentúa, sin que nada se le pueda oponer, dado que justamente hay la