Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

suficientemente notorio. Ahí no se hace claramente presente la dificultad y
basta estirar los brazos para cosechar algún fruto.
Si bien lo pensamos, lo difícil también nos determina a cada uno en
forma individual. Lo que nos parece demasiado fácil tendemos a desdeñarlo, o,
en todo caso, sucede con lo fácil que ello nos lleva simplemente a
acomodarnos en ello, a nada más que solazarnos, y junto con ello, al
conformismo. Lo difícil, al contrario, se presenta al modo de algo que hay que
resolver, de algo que no está simplemente dado y regalado.
Según lo ve el filósofo y escritor Georges Bataille, así ocurre en las
relaciones del erotismo (término usado en el más amplio sentido): para hombre
y mujer sucede que si la conquista es fácil tendemos a no valorarla, a no
respetar a la otra persona. Aunque Bataille observa esto todavía demasiado
desde el punto de vista del hombre, refiriéndose a aquel código tácito o
explícito tradicional, de acuerdo al cual se espera de la mujer que, ante la
propuesta masculina, diga varias veces “no”, y sobre todo cuando se trata de
una propuesta sexual.
Pero independientemente de que estas cosas hayan ido cambiando con
la época, y hoy observamos como la iniciativa ya no es únicamente masculina,
lo que sí es revelador es el nexo que muchos filósofos de eros reconocen entre
amor y admiración, lo cual, a su vez, está en algún nexo con lo difícil.
Es más, hasta el modo de instalarnos en el tiempo tiene aparentemente
una relación con esto, puesto que sería más que nada el abrirse a lo difícil, a
nuevas exploraciones, inventos, obras de arte, ensayos filosóficos, lo que nos
lleva a proyectarnos al futuro. En otras palabras, la proyección de mundo
estaría indisolublemente ligada a lo difícil.
37.Buena y mala retórica.
Probablemente la presencia, la fuerza y la determinación de la retórica en la
sociedad contemporánea sea uno de los asuntos de mayor trascendencia.
Pero, siempre está en juego la posibilidad de una buena y de una mala retórica,
como claramente ya lo vieran y discutieran Sócrates y Platón. El filósofo
contemporáneo, autor de lo que él mismo llama “nueva retórica”, Chaim
Perelman, junto con su Asistente Olbrechts Tyteca, plantean en 1958 en su
“Tratado de la argumentación” que esta posibilidad de la retórica de deslizarse
a ser “buena” o mala” tiene que ver con la relación de adaptación del orador
con el auditorio. Si esta relación es de excesiva complacencia con el auditorio,
o simplemente con la persona individual a quien queremos persuadir, entonces
esto es mala retórica. Como observamos, es lo que sucede hoy en día con el
papel que juegan el rating y las encuestas. Se terminan haciendo las cosas,
programando y gobernando en función de esos sondeos, sin que a la
ciudadanía se la conduzca en alguna dirección apropiada. Y no obstante, está
claro que en algún grado razonable el orador debe adaptarse a su auditorio.
Por eso dice Giambattista Vico: “Todo objeto de la elocuencia concierne a
nuestros oyentes y, conforme a sus opiniones, debemos regular nuestros
discursos”. Y, sin embargo, como sostiene Baltasar Gracián, sucede que hay
discursos que son “como un festín, en el que no se preparan las viandas a
gusto de los sazonadores sino de los convidados”.
Respecto de esta adaptación, se trata a su vez de cómo el orador en
cierto modo tiene que “habilitarse” de distinta manera, jugando así muchos