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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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Tierra, nuestra casa que es tan impresionante ver hoy en día desde imágenes<br />

satelitales o de sondas espaciales, mostrándose como lo que es: un astro que<br />

sigue su ruta, ahí solitaria en medio de la inmensidad. Pues bien, somos<br />

nosotros quienes damos testimonio de ello. Y hasta ahora somos los únicos<br />

entes que conocemos que lo hacen, que atestiguan esto o lo otro. Damos<br />

testimonio también de las estrellas, pero no observamos ningún animal<br />

mirándolas y haciéndose preguntas sobre ellas. Y este sentido de<br />

testimonialidad (Zeugenschaft) Fink lo va aplicando a cada uno de los<br />

fenómenos fundamentales que, según él, determinan la existencia humana:<br />

muerte, trabajo, lucha, eros y juego. Escuchemos lo que dice de ellos en su<br />

conjunto en cuanto al mencionado dar testimonio del hombre:<br />

“La costumbre, la tradición y las fuerzas tradicionales de las<br />

instituciones, en su anunciada teoría de la vida, han hecho ya afirmaciones<br />

sobre el trabajo, el amor, la muerte —y han desarrollado actitudes firmes,<br />

posturas públicas, ordenamientos moralmente sancionados, etc. Cuando<br />

nosotros filosofando queremos comportarnos relativamente a los fenómenos<br />

fundamentales de nuestra existencia, no podemos simplemente asumir y<br />

repetir estas significaciones tradicionales – nosotros tenemos que pensarlos a<br />

partir de nuestro presente, de nuestra testimonialdad”.<br />

Y veamos a continuación qué dice nuestro pensador de uno de estos<br />

fenómenos fundamentales desde la testimonialidad: la muerte:<br />

“Y constituye una gran dificultad en relación a la muerte en tanto<br />

momento del existente mayormente “interpretado”, practicar la necesaria<br />

discreción – de sólo expresar lo que desde nosotros, a partir de la<br />

testimonialidad de nuestra propia vida, podemos decir sobre ello. Pero es más<br />

honesto aquí saber menos que afirmar que se sabe mucho. En lo que<br />

concierne al destino del más-allá del alma, una continuación después de la<br />

muerte, así pueden ser éstos los objetos elevados de la fe y de la esperanza.<br />

Pero ellos no pueden ser objetos del saber humano, no son zonas de una<br />

experiencia posible para nosotros. Pero la filosofía tiene ciertas preguntas<br />

críticas dirigidas a la fe, así ante todo cuando ella pregunta por los elementosde-construcción<br />

de los “mundos” supraterrenales del más allá, por el sentido<br />

del perdurar, por el derecho del uso de representaciones de espacio y tiempo,<br />

más allá del espacio y el tiempo terrenal. Lo que la filosofía puede decir<br />

respecto de la muerte puede parecer poco frente a las descripciones coloridas,<br />

floridas, entusiastas y que despiertan temor, que ofrece el mito del Reino de<br />

los Muertos. Lo que la filosofía puede decir es un saber del no-saber – ella está<br />

todavía más acá de la Laguna Estigia, ella otea el terreno del fenómeno, la<br />

variada, cambiante, móvil esfera del hacerse presente, ve la danza y la ronda<br />

de las cosas finitas, su aparecer y desaparecer, su florecer y marchitar – y ve,<br />

por otra parte, allí sobre el oscuro río del tiempo el reino informe, inaprensible<br />

de las sombras de los que han partido, el gran vacío silente de la nada. Ella no<br />

ha estado aún en el bote de Aquerón, no ha bebido de las aguas del Leteo,<br />

pero tiene la más aguda conciencia de este “todavía no”. Por eso ella nunca<br />

puede hablar como si hubiera vuelto ya del submundo, habiendo lanzado la<br />

mirada del pensar a las cosas del más allá”.<br />

261.Invitación de la filosofía a asumirnos en nuestro ser mortal.<br />

Ya desde el Fedón, el diálogo platónico en que se relata la muerte de Sócrates,<br />

podríamos decir que la filosofía nos invita a asumir nuestro ser mortal, y no

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