Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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etc. Casi todos nuestros sueños de éxito social toman elementos de este modelo infantil…Pero, en el fondo, sabemos bien que incluso si lográsemos realizar nuestros “sueños despiertos” no seríamos necesariamente más felices: surgirían otros problemas, nuevas frustraciones, envidias, fracasos”. La segunda idea de Ferry es la del miedo. Veamos cómo se explaya respecto de él: “Cuando yo era niño, se nos enseñaba que ser adulto era ser capaz de superar los miedos que nos bloquean, nos aprisionan y nos impiden vivir libres y abiertos a los demás. Se nos decía “que un hombrecito no tiene miedo” de la oscuridad, del lobo, de lo que usted quiera. Pero hoy día los europeos tienen miedo de todo: del sexo, del alcohol, del tabaco, de la velocidad en la carretera, de un trozo de carne o de pollo, de Turquía, de la globalización, de la nanotecnología, de los organismos genéticamente modificados…entre muchas otras cosas. A decir verdad, no solamente están muertos de miedo, sino que además han transformado el miedo en una pasión para nada vergonzante ni necesaria de superar, sino, en un vector de prudencia, hasta de sabiduría. Bajo el efecto de la ecología contemporánea pensamos que el miedo es el primer paso hacia el gamoso “principio de precaución”. Y las organizaciones juveniles son las primeras en militar en este sentido…Evidentement, no todo es falso en este “principio de precaución”, pero a fuerza de plantearlo como un absoluto vamos a terminar perdiendo el mensaje más profundo de todas las grandes filosofías, a saber, que el fin último de la existencia, la verdadera sabiduría, consiste en lograr superar nuestros miedos para ser por fin libres y amar a los demás”. Y la tercera idea: cristianismo sin Dios. Ferry se reconoce ateo, y, sin embargo comulga fundamentalmente con el ideario ético del cristianismo, fundamentalmente en lo que atañe a la ley del amor. Piensa que no tenemos alternativa, no cabe sino tener la mejor convivencia posible con el otro, ponerse en su lugar, acogerlo, comunicarse con él, y para ello no es necesario creer en la vida eterna, y demás. 242. El “dios de los filósofos. Tal como reconocen de distinta manera Martin Heidegger y Wilhelm Weischedel, la filosofìa se constituyó desde antiguo como “ontoteología” (Heidegger) o “filosofía teológica” (Weischedel). 1 Independientemente de lo que ambos filósofos hayan planteado al respecto, podríamos decir que las palabras ‘ser’ y ‘Dios’ son de tal alcance que apuntan a lo más universal y lo más esencial que pudiera concebirse. En cierto modo, cada palabra supone una demanda de significado que, como en la “ética del discurso”, suele ser de carácter performático o deontológico. Vale decir, por ejemplo, las palabras ‘comprar’, ‘vender’, ‘robar’ y ‘regalar’ suponen no sólo algunos significados, sino ciertas acciones que se esperan. Sobre esta base podemos entonces sostener que el alcance y la correspondiente demanda de significado de las palabras ‘ser ‘ y ‘Dios’ (nada más que en tanto palabras) es tal que nada queda fuera de sus dominios, y por lo tanto, dado que esos dominios son omniabarcantes, 1 Cfr. Wilhelm Weischedel. Der Gott der Philosophen. Gundlegung einer philosophischen Theologie im Zeitalter des Nihilismus (El dios de los filósofos. Fundamentación de una filosofía teológica en la era del nihilismo), vol. 1 y 2. Edit. Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1983. En adelante ‘GdPh’.
tienen necesariamente que cubrirse una con otra. A parir de ello la filosofía no puede ser sino filosofía teológica u ontoteología (habría pues, como se llama el escrito de Heidegger al respecto, una “estructura ontoteológica de la metafísica”. 2 Para Weischedel, según como desarrolla esto en su opera magna Der Gott der Philosophen (El dios de los filósofos), ésta habría tenido (como un ser vivo) un movimiento de auge que va desde Aristóteles hasta Hegel y un movimiento de decadencia, que se inicia con el positivismo decimonónico (a la cabeza Feuerbach) y que se prolonga hasta nuestros días. Por de pronto, es necesario atender a las razones según las cuales la filosofía teológica se inicia con Aristóteles, incluso de modo ejemplar. Al respecto, cabe decir que el Estagirita, al preguntarse por un “esto aquí”, como puede ser cualquier cosa, ello remite a su causa, sucediendo que a su vez esta causa viene a ser efecto de una causa anterior, nuevamente respecto de la cual se da lo mismo, que es efecto de una causa anterior, y así sucesivamente. Aristóteles aplica a ello el criterio de no regresión al infinito, dado que “el pensamiento requiere de un punto de parada para entender”. Independientemente de lo cuestionable que es este criterio o principio, su aplicación conduce al establecimiento de una primera causa, siendo ella misma incausada, y por lo tanto causa de sí misma (causa sui); por lo tanto, Dios existe. Aquí nace propiamente el llamado “dios de los filósofos” (lo que le da el título a la obra de Weischedel), y éste se desplegará, de la mano de la filosofía, teológica hasta su culminación en Hegel (en el espíritu o razón universal). 243.Feuerbach y el “dios de los filósofos. El filósofo de la Universidad Libre de Berlín Wilhelm Weischedel plantea como prácticamente desde sus inicios la filosofía se desarrolló como “filosofía teológica”, en particular y con decidida fuerza desde Aristóteles. Más precisamente, la filosofía teológica habría tenido un movimiento de auge desde Aristóteles hasta Hegel y un movimiento de decadencia desde Feuerbach en adelante. Refirámonos ahora al inicio de esta decadencia con Ludwig Feuerbach, y con el ateísmo que él sostiene. Según relata el propio Weischedel en otro de sus libros – Die philosophische Hintetreppe (La escalera trasera de la filosofía) – Feuerbach proclamó su ateísmo en la Universidad de Heidelberg, a raíz de lo cual fue expulsado y no volvió más a pisar el suelo de una universidad alemana. 3 Su obra capital – La esencia del cristianismo – es posterior y en ella va a fundamentar sólidamente el ateísmo. Pero, atendamos a lo singular que es éste. Desde ya llama la atención el título de la obra: la esencia del cristianismo, y que bajo ese título se sostenga una postura atea. La explicación de ello está precisamente en qué consiste este ateísmo. Digámoslo de una vez en la formulación más extrema de Feuerbach: la esencia del hombre es Dios, en otras palabras Dios no representa sino las máximas aspiraciones del hombre: un máximo poder: la omnipotencia; un máximo saber: la omnisciencia; una capacidad de determinar él mismo el curso de la historia: la Providencia; una máxima capacidad de amar: un Dios que es amor; una capacidad de perdonarlo todo: la gracia. Dios no es algo 2 Cfr. Martin Heidegger. Die onto-theo-logische Verfasszíng der Metaphysík (La estructura onto-teológica de la metafísica), en: Identität uind Differenz, Edit. Günther Neske, Pfullingen 1957. En adelante, ‘DoV’. 3 WIlhelm Weischedel, Die philosophische Hintertreppe, dtv, München, 2003. / Ed. Cast.: Los filósofos entre bambalinas, Edit. FCE, México, 1972.
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tienen necesariamente que cubrirse una con otra. A parir de ello la filosofía no<br />
puede ser sino filosofía teológica u ontoteología (habría pues, como se llama el<br />
escrito de Heidegger al respecto, una “estructura ontoteológica de la<br />
metafísica”. 2 Para Weischedel, según como desarrolla esto en su opera magna<br />
Der Gott der Philosophen (El dios de los filósofos), ésta habría tenido (como un<br />
ser vivo) un movimiento de auge que va desde Aristóteles hasta Hegel y un<br />
movimiento de decadencia, que se inicia con el positivismo decimonónico (a la<br />
cabeza Feuerbach) y que se prolonga hasta nuestros días. Por de pronto, es<br />
necesario atender a las razones según las cuales la filosofía teológica se inicia<br />
con Aristóteles, incluso de modo ejemplar. Al respecto, cabe decir que el<br />
Estagirita, al preguntarse por un “esto aquí”, como puede ser cualquier cosa,<br />
ello remite a su causa, sucediendo que a su vez esta causa viene a ser efecto<br />
de una causa anterior, nuevamente respecto de la cual se da lo mismo, que es<br />
efecto de una causa anterior, y así sucesivamente. Aristóteles aplica a ello el<br />
criterio de no regresión al infinito, dado que “el pensamiento requiere de un<br />
punto de parada para entender”. Independientemente de lo cuestionable que es<br />
este criterio o principio, su aplicación conduce al establecimiento de una<br />
primera causa, siendo ella misma incausada, y por lo tanto causa de sí misma<br />
(causa sui); por lo tanto, Dios existe.<br />
Aquí nace propiamente el llamado “dios de los filósofos” (lo que le da el<br />
título a la obra de Weischedel), y éste se desplegará, de la mano de la filosofía,<br />
teológica hasta su culminación en Hegel (en el espíritu o razón universal).<br />
243.Feuerbach y el “dios de los filósofos.<br />
El filósofo de la Universidad Libre de Berlín Wilhelm Weischedel plantea como<br />
prácticamente desde sus inicios la filosofía se desarrolló como “filosofía<br />
teológica”, en particular y con decidida fuerza desde Aristóteles. Más<br />
precisamente, la filosofía teológica habría tenido un movimiento de auge<br />
desde Aristóteles hasta Hegel y un movimiento de decadencia desde<br />
Feuerbach en adelante. Refirámonos ahora al inicio de esta decadencia con<br />
Ludwig Feuerbach, y con el ateísmo que él sostiene. Según relata el propio<br />
Weischedel en otro de sus libros – Die philosophische Hintetreppe (La<br />
escalera trasera de la filosofía) – Feuerbach proclamó su ateísmo en la<br />
Universidad de Heidelberg, a raíz de lo cual fue expulsado y no volvió más a<br />
pisar el suelo de una universidad alemana. 3 Su obra capital – La esencia del<br />
cristianismo – es posterior y en ella va a fundamentar sólidamente el ateísmo.<br />
Pero, atendamos a lo singular que es éste. Desde ya llama la atención el título<br />
de la obra: la esencia del cristianismo, y que bajo ese título se sostenga una<br />
postura atea. La explicación de ello está precisamente en qué consiste este<br />
ateísmo. Digámoslo de una vez en la formulación más extrema de Feuerbach:<br />
la esencia del hombre es Dios, en otras palabras Dios no representa sino las<br />
máximas aspiraciones del hombre: un máximo poder: la omnipotencia; un<br />
máximo saber: la omnisciencia; una capacidad de determinar él mismo el<br />
curso de la historia: la Providencia; una máxima capacidad de amar: un Dios<br />
que es amor; una capacidad de perdonarlo todo: la gracia. Dios no es algo<br />
2 Cfr. Martin Heidegger. Die onto-theo-logische Verfasszíng der Metaphysík (La estructura onto-teológica<br />
de la metafísica), en: Identität uind Differenz, Edit. Günther Neske, Pfullingen 1957. En adelante,<br />
‘DoV’.<br />
3 WIlhelm Weischedel, Die philosophische Hintertreppe, dtv, München, 2003. / Ed. Cast.: Los filósofos<br />
entre bambalinas, Edit. FCE, México, 1972.