Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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Sin duda el juego pasa así a ser aniquilador cuando no se respeta más<br />
lo que el filósofo del juego – Roger Caillois – llama la separación propia de lo<br />
lúdico, el constituir una actividad separada y delimitada en el espacio y en el<br />
tiempo, es decir, cuando el juego pasa a ser simplemente tu vida.<br />
Y ocurre aquí también que el juego de alea no cabe restringirlo a lo que<br />
se circunscribe a la ruleta, sino que determina también la suerte de cada cual<br />
en sus respectivas existencias en relación a las posiciones que cada uno<br />
ocupa, cómo se comporta y qué acciones realiza a partir de ellas. En “El<br />
jugador”, como ya decíamos se pone en conjunción, de este modo, al juego<br />
con la vida. Así el protagonista Ivánovich, secretario de un general (o que se<br />
hace llamar “general”, pero que sería más bien un coronel retirado), se queja<br />
de su situación económica que le ha tocado, que califica de lacaya, e intenta<br />
superarla a través de un golpe de suerte en la ruleta. Podríamos decir que en<br />
este caso de una modalidad del azar, la de un juego específicamente tal, se<br />
espera que se superponga al azar de un determinismo económico.<br />
También la mayoría de los otros personajes – el general, su prometida<br />
Blanche, De-Grillet, y otros – están a la espera de un golpe de suerte (y<br />
bastante cruel, dicho sea de paso): que se muera Bábuschka, la madre del<br />
general, señora de una inmensa fortuna y que dejaría una cuantiosa herencia.<br />
Pero esto no ocurre durante todo el tiempo que más lo esperan y lo necesitan<br />
los interesados. De San Petersburgo, donde ella está radicada, llegan<br />
continuamente telegramas que anuncian que se mantiene estable, dentro de su<br />
postración, debida a su avanzada edad.<br />
El nombre de la ciudad alemana imaginaria – Rulettenburg (literalmente<br />
‘La ciudad de la ruleta’) – en donde transcurre la acción es asaz decidor<br />
respecto del alea – del juego y de la vida apoyada en el azar.<br />
237.Juego plebeyo y juego de caballeros.<br />
En “El jugador”, la obra de Dostoyevski de 1866, interesa perfilar lo que sería<br />
una “actitud existencial lúdica”. Ella tiene que ver con la distinción entre “juego<br />
de caballeros” y “juego plebeyo”, que nos ofrece el autor. Y si bien esta<br />
consideración la podríamos eventualmente limitar a una cuestión de orden<br />
social y económico, lo cierto es que cabe verla en un sentido más amplio: el<br />
juego propiamente tal tiene lugar cuando jugamos por jugar, lo que se vincula<br />
con el sin – por qué del juego, esto es, el jugar sin estar determinado por la<br />
necesidad de ganar, cual si fuera un negocio. Sólo el caballero puede<br />
permitirse esto, el lacayo, la plebe, no. Aleksieyi Ivánovich, el protagonista, es<br />
secretario de un general y pretendiente de su hija, que no se interesa por él en<br />
razón de su modesta condición. La única salida a su desafortunada situación la<br />
encuentra en el juego de ruleta, mas su juego por lo mismo tendrá la<br />
deleznable marca de lo plebeyo. Escuchemos cómo expresa esto Ivánovich:<br />
“Porque hay dos juegos: uno..., propio del gentleman, y otro..., plebeyo,<br />
interesado, juego de toda la chusma. Aquí esto se distingue muy bien y ¡qué<br />
ruin es, en realidad, tal distinción! El gentleman, por ejemplo, puede poner<br />
cinco o diez mil luises de oro, rara vez más, aunque también puede poner mil<br />
francos, si es muy rico, pero únicamente por el solo jugar, por divertirse, sobre<br />
todo por presenciar el proceso del ganador o del perdidoso; pero en modo<br />
alguno debe interesarle el ganar. Si gana, puede, por ejemplo, echarse a reír<br />
alto, hacerle alguna observación a alguno de los que le rodean, y hasta puede