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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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lotería de Babilonia”, de 1944, como Fiodor Dostoyevski con “El jugador” han<br />

tenido los juegos de alea como principal referente.<br />

Borges relata como primero se comenzó en la antigua Babilonia por<br />

unos meros sorteos de azar sin mayores consecuencias, mas luego se<br />

introdujo en esos sorteos no solamente la posibilidad de apreciables premios,<br />

sino de severos castigos, aunque se tratara de que entre 30 números había 29<br />

favorables y uno desfavorable. El que obtenía este número desfavorable tenía<br />

que pagar una multa cuantiosa. Entonces esta lotería comienza<br />

verdaderamente a tomar poder y, en cierto modo, a apoderarse de la gente.<br />

Dice Borges al respecto:<br />

“Los babilonios se entregaron al juego. El que no adquiría suertes era<br />

considerado un pusilánime, un apocado. Con el tiempo, ese desdén justificado<br />

se duplicó. Era despreciado el que no jugaba, pero también eran despreciados<br />

los perdedores que abonaban la multa”.<br />

Pero esto todavía no es suficiente. El poder de esta lotería babilónica se<br />

apodera de la gente, agrandando cada vez más sus tentáculos, hasta<br />

convertirse en un monstruo. Y esta lotería se dirige de ahora en adelante desde<br />

un centro. Borges:<br />

“La Compañía (así empezó a llamársela desde entonces) tuvo que velar<br />

por los ganadores, que no podían cobrar los premios si faltaba en las cajas el<br />

importe casi total de las multas. Entabló una demanda a los perdedores: el juez<br />

los condenó a pagar la multa original y las costas o a unos días de cárcel.<br />

Todos optaron por la cárcel, para defraudar a la Compañía. De esta bravata de<br />

unos pocos nace el todopoder de la Compañía: su valor eclesiástico,<br />

metafísico”.<br />

235.¿No será que jugamos juegos de competencia porque vivimos en una<br />

sociedad de competencia?.<br />

Y en la misma línea podríamos preguntar: ¿No será que jugamos juegos de<br />

azar, porque ante todo estamos determinados por el azar? Y podríamos<br />

continuar para preguntar a continuación: ¿No será que jugamos juegos de<br />

vértigo – acrobacias, y demás – en los que ponemos la vida en juego, porque<br />

admiramos por sobre todo los actos heroicos en los que se pone la vida en<br />

juego? Y por último preguntemos: ¿No será que jugamos juegos de roles<br />

porque el camino que recorremos en la existencia consiste sobre todo en su<br />

primera etapa en jugar distintos roles para encontrar finalmente el que más nos<br />

acomoda?<br />

En todo ello tenemos presente la clasificación de los juegos de Roger<br />

Caillois de juegos de agon o competencia, alea o azar/destino, mimicry o de<br />

simulación o de roles, ilinx o de vértigo.<br />

Y al parecer es efectivamente, como decíamos más arriba. Por de pronto<br />

llama la atención que nos afanemos y nos desvivamos tanto por los deportes<br />

físicos o mentales, que son en su gran mayoría juegos de agón o de<br />

competencia. Y ello se explicaría porque ante todo habitamos en una sociedad<br />

en la que se enfrentan unas habilidades, destrezas y capacidades con otras, y<br />

ello desde luego no únicamente como una característica de la actual sociedad<br />

llamada precisamente “de competencia”. Hay aquí medición de fuerzas, de<br />

quién corre más rápido, quién salta más alto o más lejos, quién es capaz dar un<br />

jaque mate a su contrincante, quién hace el slalum en el menor tiempo posible.

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