Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

estamos en África, en el Lejano Oriente, en la Polinesia. Pero también a través
del programa de Internet, el “Google Earth”, nos permite recorrer el planeta
completo, visitar las pirámides de Egipto la Muralla China o Isla de Pascua, a
través de las fotos satelitales. Además sucede que al planeta con sus distintas
latitudes y realidades políticas, económicas y culturales lo vemos en la
televisión, en lo cual se presenta de manera instantánea lo que sucede aquí y
en las antípodas del globo terráqueo.
En cierto modo, podemos decir que, junto con lo expresado
anteriormente, ha sucedido que al planeta lo hemos objetualizado cada vez
más, lo vemos como en un plano o en el eje de las coordenadas.
Mas, que la Tierra termine siendo casi como una pelota de futbol o tal
vez de golf, es algo de larga data. Podríamos decir que comienza
especialmente con los viajes de ultramar de la época del renacimiento. Con la
modernidad asistimos a una configuración de la imagen de mundo. Así lo
piensa Martin Heidegger en un texto que se llama precisamente La época de la
imagen de mundo, de 1938. Escuchemos algo de lo que nos dice allí:
“El fenómeno fundamental de la Edad Moderna es la conquista del
mundo como imagen. La palabra imagen significa ahora la configuración de la
producción representadora. En ella, el hombre lucha por alcanzar la posición en
que puede llegar a ser aquel ente que da la medida a todo ente y que pone
todas las normas”.
Y a propósito de cómo la Tierra se ha vuelto cada vez más pequeña,
podemos ver con Heidegger como eso va aparejado con la impresión de lo
gigantesco, y esto último suscitado especialmente por los avances científicotecnológicos.
Escuchemos nuevamente al pensador de la Selva Negra
hablando por de pronto del proceso que comienza a vivirse en la modernidad
de contrastar y confrontar distintas visiones de mundo:
“Una señal que evidencia este proceso es que en todas partes aparece
lo gigantesco bajo las formas y disfraces más diversos. Por ejemplo, lo
gigantesco se muestra en el sentido de lo cada vez más pequeño. Estamos
pensando en las cifras de la física atómica. Lo gigantesco se afirma bajo una
forma que precisamente parece hacerlo desaparecer: en la aniquilación de las
grandes distancias gracias al avión, en la representación en toda su
cotidianeidad, producida a placer y sin ningún esfuerzo, de mundos extraños y
lejanos gracias a la radio”.
211.Los problemas ecológicos vistos desde la filosofía.
Arranquemos en esta reflexión de lo siguiente: vemos, cada cual ve, mira,
observa, salvo naturalmente quien es ciego. Mas, para que veamos, el cosmos
ha tenido que evolucionar hasta tal punto para que sea posible que ciertos
entes – insectos, peces, animales y hasta el ser humano – vean, es decir que
puedan, por decirlo así, llevar cierto registro de lo que hay en derredor. En una
etapa posterior supuestamente ese registro visual estos entes, estos seres
vivos, han podido retenerlo, para poder recordarlo. Mas, en rigor todo esto lo ha
hecho el cosmos, y literalmente se cumple que si nosotros vemos, si un pez o
un insecto ven, es el cosmos el que ve a través de ellos. No puede ser otra
manera. Nada más podría agregarse al respecto. Ciertamente que lo que cada
cual ve, y en el caso del ser humano, cómo lo interpreta, esto depende
precisamente de cada uno, mas no el acto de ver. Éste no lo hemos creado ni