Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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Ahora bien, al ser humano lo podemos concebir como “buscador de<br />
sentido”, considerando que prácticamente en todo lo que hace cada cual, lo<br />
que deja de hacer, aquello por lo que apuesta, que le preocupa, que le<br />
entusiasma o le repele, y aun en lo que sueña está en juego el sentido. Esto<br />
significa pues que el sentido es una cuestión – e incluso tal vez la cuestión<br />
decisiva respecto del hombre y su estadía en el mundo.<br />
Mas, por mucho que como buscadores de sentido estemos expuestos a<br />
crisis que nos llevan a perder el rumbo y a perder incluso en casos extremos<br />
las ganas de vivir, es patente que hay grandes referentes del sentido que el<br />
hombre siempre ha tenido en cierto modo a disposición, que son como fuentes<br />
o abrevaderos, a los que cada cual puede acercarse a beber de las aguas del<br />
sentido. A estos grandes referentes los llamamos “fuentes referenciales del<br />
sentido”, como, por ejemplo, el amor, la amistad, el poder, el juego, el saber, y<br />
otros.<br />
Estas fuentes referenciales son a-históricas en la medida en que<br />
siempre están ahí, se presentan en cada sociedad y cultura, y únicamente<br />
varía el énfasis y la jerarquía mayor o menor que pueda tener cada una de<br />
esas fuentes en particular.<br />
Pero, hay otras fuentes dispensadoras del sentido, donde también nos<br />
acercamos cual ciervos a abrevarnos de ellas, las cuales no sólo son<br />
históricas, sino que constituyen los motores de la historia. En rigor, a partir de<br />
ellas hacemos la historia y proyectamos lo que llamamos “mundo”. Es por ello<br />
que a estas fuentes las llamamos “fuentes programáticas del sentido”, las<br />
cuales son, por ejemplo, la técnica, la ciencia, el arte, la política, la moral, la<br />
economía, el derecho, incluso la propia filosofía, y otras.<br />
Hasta aquí podríamos considerar que podemos clasificar las fuentes<br />
dispensadoras de sentido, en la medida en que valen para la sociedad e<br />
incluso para la humanidad en su conjunto.<br />
Mas, luego se presentan otras fuentes que son más bien inclasificables,<br />
dado que son estrictamente de carácter individual. Las primeras fuentes de<br />
este tipo serían las “fuentes ocasionales”, aludiendo con ello a que el sentido<br />
existencial parte siempre por configurarse en una ocasión determinada,<br />
supongamos la ocasión de conocer una persona, de entrar en contacto con un<br />
libro, de visitar un lugar que nos atrae particularmente. Es por ello que el<br />
sentido que se constituye ocasionalmente puede ulteriormente volverse<br />
persistente, y por lo mismo pasamos de una fuente ocasional a una persistente<br />
de sentido: aquella persona que conocimos no sólo resultó pasar a ser nuestra<br />
pareja, sino con quien formamos una familia, el libro que cayó en mis manos<br />
me permitió a temprana edad descubrir la literatura, en aquel lugar que me<br />
atrajera acabé construyendo una casa donde habito.<br />
Y, según podemos observar, las fuentes ocasionales, sobre todo en la<br />
medida en que se convierten en persistentes, constituyen las fuentes que más<br />
profundamente me llevan a vivir el sentido. Es más pareciera que el sentido<br />
pasa a estar determinado más que nada nada por las fuentes persistentes, y<br />
que todo lo que hacemos constituye una lucha por ahondar cada vez más en<br />
ellas.<br />
188.Fuentes icónicas del sentido.