Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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sentido encuentra su máxima expresión, ya que en él no sólo se suman, sino<br />
que encuentran su apogeo todos los generadores anteriores.<br />
183.Fuentes referenciales del sentido.<br />
Cuando nos preguntamos por el sentido en su dimensión existencial, podemos<br />
observar como el sentido lo encontramos en distintas fuentes que lo dispensan.<br />
En otras palabras, si al hombre lo concebimos como “buscador de sentido”, él –<br />
conciente o inconscientemente – es impulsado a encontrar el sentido en esas<br />
fuentes. Pero ¿cuáles son? ¿cómo clasificarlas? O siquiera ¿es posible una<br />
clasificación de ellas?<br />
Pienso que hasta cierto punto ello es posible.<br />
Pues bien, ante todo habría unos grandes referentes de la humanidad<br />
donde el hombre siempre ha estado encontrando sentido, y en rigor, sentidos<br />
que lo orientan. A estas fuentes las llamamos ‘fuentes referenciales’. Estas<br />
fuentes nos orientan incesantemente en la existencia, tanto como individuos,<br />
como también en tanto humanidad desde tiempo inmemorial, y por ello serían<br />
permanentes y universales. Ciertamente de cultura en cultura éstas pueden<br />
cambiar, habiendo notables diferencias culturales e históricas en cuanto a<br />
cuáles son las de mayor relevancia y determinación en la vida de un pueblo o<br />
sociedad.<br />
Las fuentes referenciales del sentido serían las siguientes: amor –<br />
amistad – poder – trabajo – juego – saber – creatividad – muerte.<br />
En efecto cada cual encuentra sentido en una u otra por lo general, sea<br />
en el amor, el trabajo, el saber, y otros. Pero ¿por qué la muerte puede ser<br />
también una fuente dispensadora de sentido? Al respecto cabe decir que la<br />
muerte en tanto lo que ha llegado a establecerse como parte de la terminología<br />
filosófica – me refiero a la muerte en tanto memento mori, lo que significa<br />
“recuerda que has de morir”, vale no sólo como una fuente más del sentido,<br />
sino incluso suele presentarse como el referente principal del sentido, en lo que<br />
encontraría su justificación todo lo que hacemos y por lo que luchamos. Así<br />
visiblemente no solamente en el memento mori de Sócrates, de acuerdo al cual<br />
concibe la vida como preparación a la muerte, sino también este memento mori<br />
se tematiza de variada manera en Goethe, Schopenhauer, Nietzsche,<br />
Heidegger.<br />
Pero el memento mori no tendría lugar tan sólo en distintos<br />
<strong>pensamientos</strong> filosóficos, sino que toda religión supone una forma de memento<br />
mori. En cada una de ellas la vida es también concebida como preparación a la<br />
muerte, ya sea de acuerdo a la tanatología propia de egipcios, hindúes,<br />
aztecas, musulmanes, de los samurai, de los kamikaze, de la religión órfica, o<br />
lo que guarda relación con la salvación, el juicio final y la posibilidad del ingreso<br />
en la vida eterna, como en el cristianismo.<br />
Así en Heidegger, en su obra mayor – Ser y tiempo – el ser-a-la-muerte<br />
(Sein-zum-Tode) que él concibe, suscita por su sola expresión un significado<br />
de arrojo temerario, por lo general propio de las actitudes heroicas. Y en efecto<br />
podríamos considerar esa expresión – ser-a-la-muerte – como tremendamente<br />
fuerte y sugestiva. Y más encima sucede que el ser-a-la-muerte heideggeriano<br />
constituye un momento de la posibilidad de ser-sí-mismo, más precisamente de<br />
la posibilidad de ser-entero.