Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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09.05.2013 Views

intermediación, obtuvo Schiller una cátedra de historia en la Universidad de Jena. Fruto de ello será su obra sobre “La historia de la Guerra de los Treinta Años”, de 1791-92, como también la trilogía sobre el General Wallenstein. Al fin del Prólogo de esta trilogía leemos la siguiente sentencia: “Grave es la vida, alegre el arte”. (Chronik). 26.La contemplación del paisaje se educa. No deja de ser curioso que mirar nuestro inmenso océano, nuestra imponente cordillera, contemplar el fértil valle desde la cima de una montaña, mirar un amanecer o atardecer, detenerse en ello para empaparse de esa visión, sea una experiencia no sólo adquirida y que ha habido que educarla, sino reciente en el tiempo. Según algunos pensadores de reconocida talla, ello dataría del siglo XVIII. Así los hermanos: uno el filósofo Gernot Böhme, Profesor de la Escuela Superior Técnica de Darmstadt, y el germanista Hartmut Böhme, Profesor de la Universidad de Hamburgo, en su obra conjunta Lo otro de la razón, citan un pasaje sobre la salida del sol de la obra sobre educación de Rousseau, el Emilio, para mostrarnos que la contemplación en ella expuesta está recién comenzando en la historia de la humanidad. Escuchemos la descripción de Rousseau: “Desde lejos se anuncia el sol con rayos de fuego. El rojo se enciende. Todo el Este parece estar en llamas. En este brillo se espera largamente al astro, antes de que aparezca. A cada momento se cree verlo – al fin está ahí. Como un rayo surge un diminuto punto reluciente, y llena al mismo tiempo todo el espacio. El velo de la oscuridad se desgarra”. La explicación de este origen tardío de la contemplación del paisaje la encontramos según los hermanos Böhme en Schiller, que dice: “/.../ porque la naturaleza entre nosotros ha desaparecido de la humanidad, y nos la encontramos sólo fuera de ésta, en el mundo inanimado /.../”, Mas, según Jacques Barzun, antes en el siglo XIV, con Petrarca, que en verdad se llamaba Francesco di Petracco, asistiríamos a la primera contemplación del paisaje. Dice Barzun en su obra monumental Del amanecer a la decadencia: “Otra singularidad de la vida de Petrarca es que subió a la cima de un monte elevado del sur de Francia para admirar la vista. Si alguien lo hizo antes que él, no ha quedado constancia de ello”. Por otra parte, el turismo es únicamente posible a partir de la contemplación del paisaje. Citemos, a propósito de ello un pasaje de la obra “Sobre el viaje”, de 1626, de Francis Bacon, el filósofo inglés: “Viajar es entre los jóvenes parte de su Educación; entre los mayores, parte de su Experiencia. El que viaja a un país antes de haber accedido en alguna medida a su lengua, va a la escuela, no a viajar. Las cosas que han de verse son: las cortes de los príncipes, los tribunales de justicia, las iglesias, los monumentos, las murallas y fortificaciones, los puertos, las antigüedades, las ruinas y las bibliotecas, las universidades, los barcos mercantes y de guerra, casas y jardines, armerías y arsenales, comercios u almacenes, el ejercicio de la equitación, la esgrima y la instrucción de los soldados, las comedias de

mejor calidad, los tesoros de joyas, vestidos y rarezas, así como triunfos, mascaradas, fiestas, bodas y ejecuciones capitales”. Y no deja de llamar la atención que en este recuento de las “vistas” sólo hay mención de cosas urbanas. (Hartmut Böhme, Gernot Böhme, Das andere der Vernunft, Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1992 – Barzun). 27.¿Quién filosofó primero? El filósofo Wilhelm Weischedel recuerda el siguiente y muy sabroso relato: El miembro de la Academia de las Ciencias de Berlín del siglo XVIII, Jacobo Brucker, o como se usaba entonces decir los nombres en latín, Jacobus Bruckerus, escribe un tremendo Opus en latín con el imponente título “Historia crítica de la filosofía, desde la cuna del mundo hasta nuestra época”. Se suele estimar que la historia de la filosofía tiene su origen en Jenófanes de Colofón, lugar ubicado no muy lejos de la Isla Chios, en las costas del Asia Menor; otros señalan a Anaximandro, y por supuesto también a Tales; además hay otros que suponen que la filosofía se habría originado mucho antes en Oriente. Mas aquí, nos encontramos con el erudito Bruckerus que supone que el origen de la filosofía dataría del comienzo del mundo, en todo caso, habría que suponer al menos que se trata del comienzo de humanidad, de la cuna de la humanidad. En concordancia con ello en la tapa del primer tomo de la edición de la obra de Bruckerus se observa un paisaje selvático prehistórico con un oso que ensimismado muerde una de sus garras, sobre lo cual está escrito: ipse alimenta sibi, lo cual traducido sería: “él es para sí mismo su propio alimento”, lo cual interpretado en este contexto, aludiría a la autosuficiencia de la filosofía, que no requiere de otro alimento que no sea el propio. Bruckerus se propone de este modo encontrar los orígenes, el manantial de la filosofía antes que los griegos, en Egipto, en Babilonia, pero tampoco calma esto su ansiedad, y es por ello que llega a suponer que ese origen sería incluso anterior al diluvio, vale decir, cabría situarlo en algún momento entre Adán y Noé. Es por ello que la primera parte de su Opera Magna se titula “filosofía pre-diluviana”. Y así, siguiendo hacia atrás, incluso más atrás de la cuna o hasta de los pañales de la humanidad, podríamos llegar hasta el mismísimo Dios, y preguntarnos entonces si acaso él no habría sido el primer filósofo. Pero, de inmediato queda claro que esto no puede ser, ya que de haber Dios, él naturalmente tendría la sabiduría misma, y por eso con razón se dice de él que sería omnisciente. La filosofía, en cambio, es más modestamente “amor a la sabiduría”. (Weischedel). 28.La placenta: el planeta en que nacimos. Peter Sloterdyk, que es de los filósofos alemanes del momento de más renombre, escribe en los últimos años una opera magna, titulada “Esferas”. En ella comienza por algo personal: el recuerdo de la fascinación que tenía por las pompas de jabón, especialmente cuando las lanzaba desde el balcón. Probablemente ahí entró en contacto por primera vez con las esferas. Mas, éste fue su primer contacto consciente, ya que a nivel de lo no-consciente, nos

intermediación, obtuvo Schiller una cátedra de historia en la Universidad de<br />

Jena. Fruto de ello será su obra sobre “La historia de la Guerra de los Treinta<br />

Años”, de 1791-92, como también la trilogía sobre el General Wallenstein. Al fin<br />

del Prólogo de esta trilogía leemos la siguiente sentencia: “Grave es la vida,<br />

alegre el arte”.<br />

(Chronik).<br />

26.La contemplación del paisaje se educa.<br />

No deja de ser curioso que mirar nuestro inmenso océano, nuestra imponente<br />

cordillera, contemplar el fértil valle desde la cima de una montaña, mirar un<br />

amanecer o atardecer, detenerse en ello para empaparse de esa visión, sea<br />

una experiencia no sólo adquirida y que ha habido que educarla, sino reciente<br />

en el tiempo. Según algunos pensadores de reconocida talla, ello dataría del<br />

siglo XVIII. Así los hermanos: uno el filósofo Gernot Böhme, Profesor de la<br />

Escuela Superior Técnica de Darmstadt, y el germanista Hartmut Böhme,<br />

Profesor de la Universidad de Hamburgo, en su obra conjunta Lo otro de la<br />

razón, citan un pasaje sobre la salida del sol de la obra sobre educación de<br />

Rousseau, el Emilio, para mostrarnos que la contemplación en ella expuesta<br />

está recién comenzando en la historia de la humanidad. Escuchemos la<br />

descripción de Rousseau:<br />

“Desde lejos se anuncia el sol con rayos de fuego. El rojo se enciende.<br />

Todo el Este parece estar en llamas. En este brillo se espera largamente al<br />

astro, antes de que aparezca. A cada momento se cree verlo – al fin está ahí.<br />

Como un rayo surge un diminuto punto reluciente, y llena al mismo tiempo todo<br />

el espacio. El velo de la oscuridad se desgarra”.<br />

La explicación de este origen tardío de la contemplación del paisaje la<br />

encontramos según los hermanos Böhme en Schiller, que dice:<br />

“/.../ porque la naturaleza entre nosotros ha desaparecido de la<br />

humanidad, y nos la encontramos sólo fuera de ésta, en el mundo inanimado<br />

/.../”,<br />

Mas, según Jacques Barzun, antes en el siglo XIV, con Petrarca, que en<br />

verdad se llamaba Francesco di Petracco, asistiríamos a la primera<br />

contemplación del paisaje. Dice Barzun en su obra monumental Del amanecer<br />

a la decadencia:<br />

“Otra singularidad de la vida de Petrarca es que subió a la cima de un<br />

monte elevado del sur de Francia para admirar la vista. Si alguien lo hizo antes<br />

que él, no ha quedado constancia de ello”.<br />

Por otra parte, el turismo es únicamente posible a partir de la<br />

contemplación del paisaje. Citemos, a propósito de ello un pasaje de la obra<br />

“Sobre el viaje”, de 1626, de Francis Bacon, el filósofo inglés:<br />

“Viajar es entre los jóvenes parte de su Educación; entre los mayores,<br />

parte de su Experiencia. El que viaja a un país antes de haber accedido en<br />

alguna medida a su lengua, va a la escuela, no a viajar. Las cosas que han de<br />

verse son: las cortes de los príncipes, los tribunales de justicia, las iglesias, los<br />

monumentos, las murallas y fortificaciones, los puertos, las antigüedades, las<br />

ruinas y las bibliotecas, las universidades, los barcos mercantes y de guerra,<br />

casas y jardines, armerías y arsenales, comercios u almacenes, el ejercicio de<br />

la equitación, la esgrima y la instrucción de los soldados, las comedias de

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