Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
Al hombre lo podemos concebir de muchas maneras, así como sucede desde los griegos. Siempre se ha tratado de descubrir lo más esencial del hombre y que lo determina a ser como es: los griegos, tanto Platón como Aristóteles, pero también, habría que agregar a Heráclito, Parménides, y por cierto también Sócrates, concibieron que aquello más esencial era la razón. Pero así también se ha estimado que en vez de la razón, lo más esencial que nos determina sería la voluntad, como es el caso de Schopenhauer o Nietzsche. También el poder ha jugado un papel así, como con los sofistas, Maquiavelo u Hobbes. Y así también el hombre puede ser concebido como buscador de sentido. En todo lo que nos proponemos, decidimos, hacemos, lo que nos inquieta, nos preocupa, nos atrae o nos repele, aprobamos o rechazamos, estamos a la busca del sentido. De ello pareciera que no escapamos jamás, porque incluso cuando soñamos, nos solemos preguntar cuando despertamos por el sentido de lo que hemos soñado. A tal punto estamos determinados por el sentido que incluso podríamos considerar que genera cierto agotamiento o fastidio estar siempre presos en el hecho de que cada cosa, cada hecho, cada suceso tiene un sentido, el cual hay que develar. Con el fin de destacar suscintamente sólo algunos de los aspectos más relevantes acerca de cómo se puede entender el sentido, digamos en primer lugar que el sentido ante todo se da, es donación. Desde la primavera hasta una mirada, desde un libro hasta la práctica de un deporte, desde el cielo estrellado hasta el vaso de agua que bebemos, en todo podemos encontrar sentido, simplemente porque está potencialmente por doquier. El sentido tiene así un carácter de don, de regalo, simplemente se da, y habría que agregar que se da a destajo sin escatimar nada, de modo sobre-abundante. Hoy en día sucede que ingresamos a internet y ya se abre un mundo de infinitas posibilidades, podemos viajar relativamente cómodos y conocer otras culturas, y en todo ello habrá siempre más y más donación de sentido. Mas, en todo caso sucede que para que el sentido se constituya como tal, es necesario que esta universal donación se complemente con una dotación de sentido por parte nuestra. La primavera puede hacerse presente a diario en los árboles floridos de las calles, el libro puede seguir estando en la estantería, un gato pequeño puede incitarnos a jugar con él con el ovillo de lana, pero mientras yo mismo no realizo una dotación, una proyección respecto de esos árboles floridos, ya que me emocionan de alguna manera, mientras no abro el libro de la estantería y me sumerjo en él, mientras no comienzo a jugar con el gato, no se constituye el sentido, o, en todo caso, para ser más precisos: no se constituye ése sentido específico relativo a lo que se está donando, ya que naturalmente puedo en aquellos momentos estar determinado por otros sentidos que me mantienen absorto. De lo anterior se colige que si nos preocupa el sentido, si solemos hacernos preguntas en torno a él, si a ratos experimentamos incluso su falta, como que sentimos que, pese a que se da aparentemente por doquier, a mi no me llega eso y me resulta ajeno, se trataría de que al menos estuviéramos abiertos a aquella supuesta donación universal de sentido, mas teniendo claro de antemano que, mientras yo mismo no complemente esa donación con mi propia dotación, el sentido no se constituirá. 182.Generadores del sentido.
Cuando nos preguntamos por el sentido en su dimensión existencial, encontramos que él sobre todo tiene que ver con la justificación que tiene lo que hacemos, decidimos, omitimos, nos entusiasma, nos repele. Como vemos, de esta forma, en todo momento, en términos de justificación, el sentido nos determina. Mas, la justificación que tiene lo que hago o dejo de hacer al mismo tiempo va unida a la orientación. Ella tiene que ver con finalidades y propósitos que trazo, que proyecto en mis decisiones, acciones, pero también en lo que estoy pensando e incluso sintiendo, recordando o imaginando. Lo cierto es que el sentido surge de la complementación de estos dos momentos: justificación y orientación. Ambos se compenetran íntegramente: ya en la justificación se hace presente la orientación, como viceversa. Mas, debemos preguntarnos también acerca de cómo se suscita el sentido, qué lo provoca, cómo se origina. Y respecto de ello, constatamos que ante todo el sentido comienza con el vínculo. Visiblemente el sentido se genera a partir del vínculo y la afinidad que tenemos con algo. Así encontramos sentido en espacios o momentos, con ciertas personas, respecto de algunos temas, y otros. Cabe agregar que los generadores del sentido suponen un efecto sinergético, de acuerdo al cual ellos interactúan y se potencian unos con otros. Es más, la sinergia se da en tanto de uno va emanando otro generador. Así el vínculo suscita el cobijo, que sería el segundo generador del sentido. Aquello a lo cual nos unimos nos brinda cobijo. El sentido tiene precisamente la virtud de cobijarnos, de ampararnos, de envolvernos bajo un manto de protección. Ello nos hace caer en cuenta del peso y relevancia del sentido, como que un hombre desprovisto de sentido semeja un desamparado, y suscita para los otros la impresión de desolación. El vínculo y el cobijo generan atadura. Al estar vinculados y cobijados en algo, ello tiende a atraparnos, quedando entonces cautivos. Si bien lo analizamos, éste es uno de los generadores del sentido que más da qué pensar, ya que se expresa con él – con la atadura – como el sentido a su vez supone límites; el sentido es algo que precisamente nos delimita, y por ello nos plantea también limitaciones. Al encontrar sentido en esto o lo otro, y más encima encontrar cobijo en ello, estoy atado en ello. Ello explica por qué la vivencia del sentido se expresa a veces al modo de ruptura, la cual sería justamente con respecto a la atadura del sentido. Por decirlo de algún modo, desatamos entonces la atadura del sentido en la cual hasta ahora nos encontrábamos. El vínculo, el cobijo y la atadura inducen a la reiteración. Se trata de que en relación con el sentido en el que estamos inmersos, volvemos a apostar por él, y si acaso esto no lo hacemos deliberadamente, sí por lo general de manera tácita. Al seguir bajo el alero de cierto sentido que ante todo nos cobija, continuamos en ello. De este modo con la re-iteración, lo reafirmamos. Ahora bien, esa reiteración no necesariamente es expresa. La mayoría de las veces es tácita. Por ejemplo reitero la relación de pareja en que me encuentro (que significa también atadura) con cada gesto cariñoso, a veces nada más que con la mirada. Vínculo, cobijo, atadura, reiteración generan por último aquello en lo que el sentido logra su mayor peso, fuerza y determinación: el sostén. Ante todo el sentido es lo que nos sostiene en la existencia. En el sostén la sinergia del
- Page 107 and 108: muestras de valentía y fortaleza.
- Page 109 and 110: Grecia, en Calcídica, sitio que se
- Page 111 and 112: paralizados, quedamos enmudecidos,
- Page 113 and 114: Y así observamos en el Fedón, el
- Page 115 and 116: vez muerto éste, fue desginado Ans
- Page 117 and 118: el mismo pasaje que al decir: "/...
- Page 119 and 120: “demostración de la existencia d
- Page 121 and 122: cristiano exhibe dolor, es lo más
- Page 123 and 124: Se llega así paulatinamente a la i
- Page 125 and 126: El científico que se atiene simple
- Page 127 and 128: Hegel: «Así es Dios uno y único
- Page 129 and 130: «Para barruntar (bedenken) queda s
- Page 131 and 132: extremo en sus expresiones que lleg
- Page 133 and 134: Lo anterior nos muestra así la ile
- Page 135 and 136: Y en ello se cumple - como se da ta
- Page 137 and 138: "Todo gran amor no quiere amor: qui
- Page 139 and 140: Justamente por ello solemos decir -
- Page 141 and 142: allá, nos levantamos, desayunamos,
- Page 143 and 144: historia y, según veíamos, realid
- Page 145 and 146: 168.Tres mil años no es nada compa
- Page 147 and 148: más probable es que viva menos. Ma
- Page 149 and 150: Que se quedó mi sentido De todo se
- Page 151 and 152: otro - ellá o él - y que en su ex
- Page 153 and 154: Bataille ejemplifica esto además c
- Page 155 and 156: musicalizada por Duparc). En este i
- Page 157: instante en que el otro podría cae
- Page 161 and 162: La muerte se presenta, por otra par
- Page 163 and 164: No deja de ser curioso que de cara
- Page 165 and 166: Como buscadores de sentido que somo
- Page 167 and 168: El hombre por ser buscador de senti
- Page 169 and 170: puede suceder a la vez que aquellas
- Page 171 and 172: permiso ya no sé qué hacer)./.../
- Page 173 and 174: sangre e infecciones pulmonares, qu
- Page 175 and 176: Karl Jaspers y Martin Heidegger son
- Page 177 and 178: pronto, por favor, y anúnciese a t
- Page 179 and 180: Y lo cierto es que no solamente una
- Page 181 and 182: esponde Jaspers dos días más tard
- Page 183 and 184: filosofía realmente actúa sobre l
- Page 185 and 186: Tal vez no sería exagerado decir q
- Page 187 and 188: estamos en África, en el Lejano Or
- Page 189 and 190: Jaspers, cuando recibió la noticia
- Page 191 and 192: En 1930 Martin Heidegger es llamado
- Page 193 and 194: En Marzo de 1933 hace Heidegger la
- Page 195 and 196: espectáculo singular que ahora se
- Page 197 and 198: vez puedo afirmarlo de nuevo sin re
- Page 199 and 200: gran medida, la primera fascinació
- Page 201 and 202: Uno de los profundos anhelos del se
- Page 203 and 204: trata en cierto modo de una misma t
- Page 205 and 206: dónde escribió Cervantes el Quijo
- Page 207 and 208: Perteneció al grupo de los surreal
Cuando nos preguntamos por el sentido en su dimensión existencial,<br />
encontramos que él sobre todo tiene que ver con la justificación que tiene lo que<br />
hacemos, decidimos, omitimos, nos entusiasma, nos repele. Como vemos, de<br />
esta forma, en todo momento, en términos de justificación, el sentido nos<br />
determina. Mas, la justificación que tiene lo que hago o dejo de hacer al mismo<br />
tiempo va unida a la orientación. Ella tiene que ver con finalidades y propósitos<br />
que trazo, que proyecto en mis decisiones, acciones, pero también en lo que<br />
estoy pensando e incluso sintiendo, recordando o imaginando. Lo cierto es que el<br />
sentido surge de la complementación de estos dos momentos: justificación y<br />
orientación. Ambos se compenetran íntegramente: ya en la justificación se hace<br />
presente la orientación, como viceversa.<br />
Mas, debemos preguntarnos también acerca de cómo se suscita el<br />
sentido, qué lo provoca, cómo se origina. Y respecto de ello, constatamos que<br />
ante todo el sentido comienza con el vínculo. Visiblemente el sentido se genera<br />
a partir del vínculo y la afinidad que tenemos con algo. Así encontramos<br />
sentido en espacios o momentos, con ciertas personas, respecto de algunos<br />
temas, y otros.<br />
Cabe agregar que los generadores del sentido suponen un efecto<br />
sinergético, de acuerdo al cual ellos interactúan y se potencian unos con otros.<br />
Es más, la sinergia se da en tanto de uno va emanando otro generador. Así el<br />
vínculo suscita el cobijo, que sería el segundo generador del sentido. Aquello a<br />
lo cual nos unimos nos brinda cobijo. El sentido tiene precisamente la virtud de<br />
cobijarnos, de ampararnos, de envolvernos bajo un manto de protección. Ello<br />
nos hace caer en cuenta del peso y relevancia del sentido, como que un<br />
hombre desprovisto de sentido semeja un desamparado, y suscita para los<br />
otros la impresión de desolación.<br />
El vínculo y el cobijo generan atadura. Al estar vinculados y cobijados en<br />
algo, ello tiende a atraparnos, quedando entonces cautivos. Si bien lo<br />
analizamos, éste es uno de los generadores del sentido que más da qué<br />
pensar, ya que se expresa con él – con la atadura – como el sentido a su vez<br />
supone límites; el sentido es algo que precisamente nos delimita, y por ello nos<br />
plantea también limitaciones. Al encontrar sentido en esto o lo otro, y más<br />
encima encontrar cobijo en ello, estoy atado en ello. Ello explica por qué la<br />
vivencia del sentido se expresa a veces al modo de ruptura, la cual sería<br />
justamente con respecto a la atadura del sentido. Por decirlo de algún modo,<br />
desatamos entonces la atadura del sentido en la cual hasta ahora nos<br />
encontrábamos.<br />
El vínculo, el cobijo y la atadura inducen a la reiteración. Se trata de que<br />
en relación con el sentido en el que estamos inmersos, volvemos a apostar por<br />
él, y si acaso esto no lo hacemos deliberadamente, sí por lo general de manera<br />
tácita. Al seguir bajo el alero de cierto sentido que ante todo nos cobija,<br />
continuamos en ello. De este modo con la re-iteración, lo reafirmamos. Ahora<br />
bien, esa reiteración no necesariamente es expresa. La mayoría de las veces<br />
es tácita. Por ejemplo reitero la relación de pareja en que me encuentro (que<br />
significa también atadura) con cada gesto cariñoso, a veces nada más que con<br />
la mirada.<br />
Vínculo, cobijo, atadura, reiteración generan por último aquello en lo que<br />
el sentido logra su mayor peso, fuerza y determinación: el sostén. Ante todo el<br />
sentido es lo que nos sostiene en la existencia. En el sostén la sinergia del