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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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de las vivencias que más cala hondo y junto con ello, es de las que más lo<br />

pueden transformar, por lo mismo en ello, en el amar y cómo él se da, en qué<br />

forma, no acabamos nunca de aprender. Pareciera en todo caso que los frutos<br />

que va arrojando con el tiempo este “aprender a amar” van significando un irse<br />

despojando de tanta futilidad que acompaña al estar en amor: que me afecte<br />

tanto por cosas que no tienen ninguna importancia, que me sienta herido por esto<br />

o lo otro. ¿Cuánta superfluidad y preocupación por tonterías y caprichos, en los<br />

que solemos caer?<br />

Mas, como sea, con Barthes, lo interesante está en reconocer que la<br />

vivencia amorosa está muy frecuentemente ligada a lo fútil.<br />

179.La angustia de la separación que sentimos en el amor ¿tiene que ver con la<br />

madre?.<br />

En la vivencia amorosa – cómo no – solemos sentir la angustia de la separación.<br />

Ella o él no está, tarda, yo la espero. Escuchemos alguna confesión de Roland<br />

Barthes sobre esto:<br />

“Esta noche regresé solo al hotel; el otro decidió volver más tarde en la<br />

madrugada. Las angustias ya están ahí, como el veneno preparado (los celos, el<br />

abandono, la inquietud); sólo esperan que pase un poco de tiempo para poder<br />

declararse decentemente. Tomo un libro y un somnífero, “serenamente”. El<br />

silencio de este gran hotel es sonoro, indiferente, idiota (murmullo lejano de tinas<br />

que se vacían); los muebles, las lámparas, son estúpidos; no hay nada de<br />

amistoso donde buscar ánimo/.../. La angustia crece; observo su progresión,<br />

como Sócrates mientras conversaba (o yo mientras leía) sentía elevarse el frío de<br />

la cicuta” (p. 37).<br />

Y en estas separaciones parece manifestarse un secreto vínculo con lo<br />

maternal, acaso con los abandonos pasajeros de la madre. Sólo el sujeto bien<br />

destetado llega a ser más cabalmente autónomo con el tiempo, a propósito de lo<br />

cual Barthes nos recuerda que suele decirse que los sujetos destetados a medias<br />

serían los artistas, pero también el enamorado. Las siguientes palabras son<br />

decidoras al respecto:<br />

“A veces ocurre que soporto bien la ausencia. Estoy entonces “normal”:<br />

me ajusto a la manera en que “todo el mundo” soporta la partida de una “persona<br />

querida”; obedezco con eficacia al adiestramiento por el cual se me ha dado muy<br />

temprano el hábito de estar separado de mi madre – lo que no dejó, sin embargo,<br />

de ser doloroso (por no decir enloquecedor. Actúo como un sujeto bien destetado;<br />

sé alimentarme, mientras espero, de otras cosas que no vienen del seno<br />

materno” (p. 46).<br />

Asimismo también “manipulamos la ausencia” del otro, lo que también<br />

solíamos hacer cuando niños en relación a las pasajeras ausencias maternas.<br />

Entonces hacíamos incluso ciertos juegos a través de los cuales justamente<br />

manipulábamos esa ausencia. Barthes (basándose en un relato de Freud):<br />

“La ausencia dura, me es necesario soportarla. Voy pues a manipularla:<br />

transformar la distorsión del tiempo en vaivén, producir ritmo, abrir la escena del<br />

lenguaje (el lenguaje nace de la ausencia: el niño se agencia un carrete de hilo, lo<br />

lanza y lo recupera, imitando la partida y el regreso de la madre: se crea así un<br />

paradigma)./.../un momento muy breve, digamos, separa el tiempo en que el niño<br />

cree todavía a su madre ausente y aquél en que la cree ya muerta. Manipular la<br />

ausencia es aplazar este momento, retardar tanto tiempo como sea posible el

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