Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

168.Tres mil años no es nada comparado con el tao.
En el libro Cuentos de los inmortales taoístas de la Editorial Paidos nos
encontramos con el siguiente cuento taoísta “El invitado de la cueva”,
que relato a continuación a mi manera.
Lü Yen era de una familia de policías, y se proponía seguir el camino de
su padre con el propósito de llegar alguna vez a ocupar los más altos cargos en
el estado. Estudió a Confucio, a sabios taoístas, también poesía, y practicó las
artes marciales. Cuando tenía 20 años encontró a un taoísta que le dijo:
“Tienes las cualidades de un inmortal y estás destinado a vivir más en
una cabaña de paja que en una mansión dorada. Cuando encuentres a un
hombre llamado Chungli Ch’uan, no dejes pasar la oportunidad”.
En los siguientes años Lü Yen se presentó dos veces al servicio civil y
en ambas oportunidades fue rechazado. Yendo de camino a la capital para
pasar una última prueba, y ya bastante defraudado con sus propósitos, se
detuvo en una posada para pernoctar. Allí encontró a un hombre que dijo
llamarse Chungli Ch’uan, y agreó que también lo llamaban el “Ermitaño de la
Cámara de la Nube”. Se trataba de aquél que años atrás le habían dicho que
no dejara pasar la oportunidad de conocerlo. Así lo hizo y entonces Chungli
Ch’uan, que en verdad era un maestro taoísta, le ofreció a nuestro Lü Yen
seguirlo a las montañas y conocer el Tao. Lü Yen estaba muy tentado de
decidirse a seguir al maestro, mas se mostraba indeciso. Al rato se fue a
dormir, y entonces tuvo un sueño en el que sucedía que se cumplía su deseo
de ocupar los más altos cargos en el estado, ya que había sido nombrado
primer ministro del Emperador. Entonces se casó y tuvo una bella familia. Mas,
luego sucedió en el sueño que fue víctima de intrigas en la corte, lo que trajo
como consecuencia que todos sus hijos y nietos varones fueran ejecutados, y
él mismo fuera enviado al exilio. Finalmente murió en país extranjero.
Cuando despertó, temblando y mojado en sudor, lo primero que hizo fue
acudir en busca del maestro, al que encontró sentado a la mesa tomando el té
de la mañana. Apenas lo vio el maestro le dijo a Lü Yen “En una noche has
vivido 20 años de tu vida”. Lü Yen se sorprendió al percatarse de que al
parecer conocía el sueño que había tenido, y le preguntó entonces
derechamente si sabía de su contenido, a lo que Chuangli Ch’uan respondió:
“En tu sueño lograste tus objetivos, pero también lo perdiste todo.
Ganancias y pérdidas son ilusiones del reino de los mortales. Sólo aquellos que
ven más allá de las ilusiones son capaces de trascenderlas”.
Entonces Lü Yen dijo:
“Llévame contigo a las montañas. A partir de ahora, fama, riquezas y
prestigio social no significan nada para mí”.
El maestro le respondió a esto:
“Has despertado de tus ilusiones. Ése es tu primer paso para cultivar el
Tao. Sin embargo, antes de que pueda enseñarte las artes de la longevidad y
la inmortalidad, tienes que fortalecer tus cimientos. Ahora tu cuerpo es débil y
tu mente está desordenada. Cuando hayas construido los cimientos
adecuados, volveré para enseñarte”.
Luego de esto ambos se separaron, y al salir de la posada Lü Yen se
dijo a sí mismo:
“A partir de este momento, ya no soy Lü Yen el erudito. Tomaré el
nombre de Lü Tung-pin (huésped de la cueva), pues ahora sé que no soy más