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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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de todos modos queda aun la presencia de Oriente, por decirlo así, en Oriente:<br />

India, Vietnam, Birmania. Pues bien en varios de esos países, e incorporando<br />

en esto incluso a Japón o China, que igual conservan rasgos de su carácter<br />

oriental, se cultiva en esos territorios el budismo como también el taoísmo,<br />

aunque este último en menor escala.<br />

Pues bien, como se da en distintos aspectos, Oriente es mucho lo que<br />

nos puede enseñar a los occidentales y uno de los puntos en que ello se puede<br />

ver de un modo radical es en lo que guarda relación con la doctrina del nodeseo.<br />

Así uno de los Epigramas del Tao-te-king, la obra de Lao-tsé, del siglo<br />

VI a.C.:<br />

«El Tao permanece sin obrar<br />

y sin embargo no hay cosa que no haga.<br />

Si príncipes y señores pudieran atenerse a él<br />

todas las cosas por sí mismas se ordenarían.<br />

Si una vez ordenadas surgieran en ellas los deseos<br />

yo los disiparía por la simplicidad.<br />

La simplicidad engendra la ausencia de deseos<br />

la ausencia de deseos engendra la paz<br />

y así el mundo por sí mismo se endereza»<br />

Hay en esto, como vemos, un pensamiento no sólo en torno al nodeseo,<br />

sino a la vez y aparejado con ello, en torno a la simplicidad. Es esta<br />

última – la simplicidad, lo simple – lo que engendra la ausencia de deseos,<br />

ocurriendo que a partir de ello todo se endereza. Y según vemos además en el<br />

Epigrama citado, lo tratado – la simplicidad y el no-deseo – tiene repercusiones<br />

políticas, ya que se trataría de que príncipes y señores se gobernaran por ello.<br />

Y lo que no es menos importante: sólo de este modo podría haber finalmente<br />

paz.<br />

Mas, nosotros occidentales, hacemos justo lo contrario: a través de la<br />

publicidad, de la televisión, del cine comercial, de los artículos de consumo, de<br />

todo que lo se expone en las vitrinas de los mall: exacerbamos los deseos,<br />

apeteciendo siempre y prácticamente de contínuo esto o lo otro. Y por<br />

supuesto, naturalmente lo que esto trae consigo es a fin de cuentas una<br />

perpetua insatisfacción. La satisfacción del deseo siempre es momentánea y<br />

efímera, y ya al rato estamos deseando otra cosa.<br />

¿Y qué nos puede ayudar en este estado de perpetua insatisfacción del<br />

deseo que acaba consumiéndonos? Yo diría que ante todo detenerse a meditar<br />

– así simplemente meditar en posición yoga, en cualquier momento del día o<br />

de la noche en que podamos hacerlo y hacerlo bien. Y no necesariamente tiene<br />

que realizarse esto, siguiendo ciertas técnicas estrictas y tal vez demasiado<br />

difíciles de cumplir. No, se trata simplemente de detenerse, de desconectarse,<br />

de dejar pasar nuestras preocupaciones e inquietudes, y procurar simplemente<br />

estar, nada más que estar en ese momento, sumergirse en él, como si el<br />

tiempo ya no transcurriera. Por último, lo que más nos puede ayudar en ello<br />

para lograr ese simple, puro y llano estar, es a la vez respirar profundamente<br />

con largas inspiraciones y exalaciones más largas aun.

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