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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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Y en ello se cumple – como se da también en otras constelaciones del<br />

sentido – que el fin o la finalidad se confunde, se hace uno con el camino, ya<br />

que siendo el amor aquello por lo cual voy hacia dondequiera, al mismo tiempo<br />

a cada paso, el amor es mi peso.<br />

Es bello esto y comprende algo no solamente filosófico, sino poético a la<br />

vez: el amor como peso y camino. Peso y camino se presentan aquí en un<br />

singular encuentro, y de manera implícita ambos términos están haciendo<br />

señas hacia otro más, y decisivo: el sentido. El amor, como peso y camino es el<br />

sentido.<br />

158.El amor según Santo Tomás.<br />

"El amor empuja al hombre fuera de sí y lo instala en el que ama:<br />

en el amor, el que ama siempre se abandona en cierto modo a sí<br />

mismo".<br />

Así nos dice de manera concisa y precisa Santo Tomás.<br />

Podríamos decir que resalta en ello la percepción como una fuerza de<br />

empuje, mas este empuje, esta pujanza es singular, ya que te lleva a ir más<br />

allá de tí, de tus narices, de tu metro cuadrado, para no sólo sentir al otro<br />

desde tu caja de resonancia, sino, más que eso, para instalarte en él, en el que<br />

amas, en el amado, la amada, lo amado.<br />

Y ello nos hace ver que el amor es una fuerza tal que ante todo dentro<br />

de sus posibilidades está el que te saque de ti mismo, es decir, vaya más allá<br />

de tu amor meramente propio. Éste último, el amor propio, cómo no, igual tiene<br />

su justificación, más aún, para el mismo Santo Tomás no es posible amar a<br />

otro si no hay primero este amor propio. Y está claro que está índole del amor<br />

tiene tal fuerza que lleva a tantas personas en este mundo a estar únicamente<br />

pendientes y preocupadas de sí mismas, de sus logros, de su bienestar, y si<br />

acaso aman a otro, ese amor suele tener como motivación nada más que la<br />

admiración, el elogio o la aprobación que recibe del otro.<br />

Pero, por otra parte, no basta que el amor te saque de ti mismo, de tus<br />

cuatro paredes, sino más encima es capaz de instalarte en el otro, y para<br />

decirlo con uno de los filósofos más destacados del amor – me refiero al<br />

platónico y florentino del renacimiento Marsilio Ficino – tratando en ello de un<br />

modo muy original el maridaje entre amor y muerte: cuando amo estoy muerto,<br />

porque ya no habito en mí mismo, y cuando más encima amo, sin ser<br />

correspondido, estoy completamente muerto, ya que entonces no habito en mí<br />

ni tampoco en el otro, que no me corresponde.<br />

Pero, según vemos, el maridaje aludido es tal que podemos caer en<br />

cuenta entonces que, habiendo correspondencia, igual estoy muerto, aunque<br />

no completamente, mas esa muerte es precisamente la vida, lo que da vida.<br />

Volviendo a Santo Tomás, el amor a su vez tiene una dirección y ésta<br />

está señalada por el bien. Dicho así simplemente, amamos lo bueno. Si ya en<br />

El Banquete de Platón se trataba en el discurso sobre eros de Sócrates de que<br />

eros está atado de nacimiento con la belleza, ya que de hecho fue procreado el<br />

día del nacimiento de la Belleza, representada por el nacimiento de Afrodita<br />

que los dioses celebraban en el Olimpo, en Tomás esta atadura, este vínculo<br />

está dado por el bien.

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