Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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extremo en sus expresiones que llegó a espantar no sólo a Federico El Grande,<br />
sino a Voltaire, que también en su época se declarara ateo, sostiene en su<br />
Sistema de la naturaleza que las representaciones de dios son quimeras<br />
dañinas para el género humano.<br />
Se suele citar a Voltaire, también colaborador de la Enciclopedia, como<br />
archirepresentante del ateísmo, mas probablemente, en contraste con<br />
Diderot, en Voltaire especialmente en su Diccionario filosófico, de 1764, junto<br />
con emprender allí un ataque contra la religión y la Iglesia, lo que<br />
encontramos es una forma de deísmo, vale decir, la concepción de un dios,<br />
que junto con crear el mundo, lo libra a su suerte.<br />
154.El ateísmo en el siglo XIX.<br />
Probablemente en el siglo XIX encontramos la concepción más lúcida de<br />
ateísmo de todos los tiempos, a saber la que representa Ludwig Feuerbach,<br />
especialmente en su obra De la esencia del cristianismo. Feuerbach enseñó en<br />
la Universidad de Heidelberg, donde abiertamente profesaba su postura atea,<br />
mas ello tuvo consecuencias: la expulsión no sólo de la Universidad de<br />
Heidelberg, sino que en los hechos, de todas las universidades alemanas.<br />
Aunque Feuerbach había decidido no volver nunca más a pisar una<br />
universidad, después de aquella expulsión, sin embargo en algún momento en<br />
el que se vio en la necesidad de postular a una universidad alemana, las<br />
puertas se le cerraron. Mas, como suelen ser los secretos caminos del destino,<br />
Feuerbach, retirado no sólo de la universidad, sino prácticamente del mundo,<br />
pudo escribir entonces su obra mayor – la recién citada De la esencia del<br />
cristianismo. En lo fundamental, podríamos decir que el ateísmo planteado allí<br />
se condensa en la fórmula de que Dios es igual al Hombre, en otras palabras,<br />
que tras lo que llamamos “Dios” no está, a fin de cuentas, sino el deseo<br />
humano de lo máximo, de la perfección, del absoluto. Ello se traduce en una<br />
reducción de todos los elementos y conceptos teológicos – como gracia,<br />
providencia, amor, bien, justicia, cielo, y demás – en conceptos antropológicos,<br />
ya que no es sino el anhelo, el deseo del hombre de esas perfecciones quien<br />
constituye la explicación de tales proyecciones.<br />
Para Feuerbach su ateísmo es, en sus palabras:<br />
«/... / sólo el honesto, insoslayable, manifiesto y efectivo ateísmo de la<br />
humanidad y ciencia moderna, traido a la conciencia».<br />
Y, entre las formas de ateísmo, representativas del siglo XIX, desde<br />
luego también corresponde incluir a Karl Marx, para quien la religión es sólo<br />
una «forma y modo de existir de la enajenación del ser humano, y junto con ello<br />
es, como en su célebre frase, el opio del pueblo.<br />
En este recuento no podemos olvidar a Nietzsche, que no sólo se<br />
declara libre-pensador en distintos momentos de su obra, sino también ateo.<br />
En todo caso, cabe destacar aquí que pensadores de la talla de Martin<br />
Heidegger ven en su célebre afirmación de que “Dios ha muerto” un grito de<br />
profundis, desde las profundidades del alma por el supuesto “verdadero Dios”,<br />
y no el Dios de una construcción de la teología racional.<br />
Para Heidegger, interpretando a Nietzsche, tras la afirmación de Así<br />
habló Zaratustra de la muerte de Dios hay en definitiva la muerte de una<br />
construcción racional nuestra, de un Dios que sería Padre, Juez, Persona y<br />
también Fundamento de cuanto hay. En la obra de Heidegger, Nietzsche,