Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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que precisamente él enseña, y la cita es textual: «/... / que Dios es el bien más alto y que debe ser amado con espíritu libre». La verdad es que al parecer sucede con la acusación de ateísmo, cuando el involucrado y afectado no se ha declarado como tal, guarda similitud con los procesos contra la brujería. Y fueron durante siglos sobre todo mujeres las que padecieron esto, en lo que jugaban un papel importante ciertos prejuicios y creencias que circulaban en el ambiente: si una mujer pesaba poco, si tenía los ojos vidriosos, si bajo su presencia se espantaba el ganado, cualquiera de estos aspectos era ya motivo de sospecha de brujería. 151.Heidegger y el permanecer denodadamente en la pregunta. El filósofo Wilhelm Weischedel de la Universidad Libre de Berlín se autodeclara ateo, mas su ateísmo es singular, ya que lo define como abierto. Seguramente que esto se debe a su pertenencia a una corriente heideggeriana de pensamiento, y resulta que para el filósofo de la Selva Negra – Martin Heidegger – lo que debe prevalecer en la filosofía y que la define como tal es la apertura, y, más que la pregunta, permanecer en la pregunta, sin pretender que con nuestras respuestas acerca de cualesquiera cuestiones filosóficas acaso esas cuestiones se despacharán de una vez. El ateísmo abierto de Weischedel supone de este modo no cerrarse a la pregunta por Dios, a la pregunta por su existencia, pero también no cerrarse a la posibilidad contraria de que no haya Dios. Me atrevería a agregar, a propósito de ello que de este modo queda claramente definida la filosofía en lo que se refiere a Dios. De todos modos, lo que puede resultar discutible es que Weischedel nombre ello como ateísmo, y aunque éste sea ateísmo abierto; podríamos decir que igual él podría definir su posición como “fe abierta”. En otras palabras, si ateísmo abierto o fe abierta, en ninguno de los casos parece hacérsele propiamente justicia al término ‘abierto’. Volviendo a Heidegger, al entender la filosofía en función de la apertura y la pregunta que, en rigor él llama ‘preguntabilidad’ (‘Fragwürdigkeit’), está con ello definiendo no sólo en qué consiste la filosofía y cómo debe desarrollarse, sino sobre todo el pensar que se despliega en ella. Tal vez esto es lo que más cuesta entender de la filosofía y de cómo ella procede en su andar, que no es otra cosa que su pensar. Los problemas se abordan de punta a cabo permaneciendo en la preguntabilidad. No es cuestión simplemente de decir, por ejemplo, que la realidad es meramente empírica, o que habría otra “realidad” aparte de la empírica, a saber, el reino de la mera posibilidad, o que el hombre es animal racional o es homo ludens, y así tampoco es cuestión simplemente de decidir y dejar por establecido que existe o no existe Dios. En términos heideggerianos, vamos siempre de camino a las verdaderas cuestiones filosóficas, ya que otro modo, si pretendemos haber simplemente llegado a ellas y haberlas resuelto, esas mismas cuestiones cambian de signo inmediatamente y se transforman entonces en aparentes cuestiones filosóficas, en pseudo-problemas. Pues bien, en lo que se refiere a permanecer en el ámbito de la pregunta leemos en la obra de Heidegger Nietzsche, en su volumen 1, lo siguiente:
«Para barruntar (bedenken) queda si el dios es más divino en la pregunta por él o entonces, cuando él es cierto; y como más cierto, según necesidad, puede ser puesto fuera, o, según necesidad, ser traído dentro». Heidegger manifiesta aquí la sospecha de que la certidumbre que podamos «tener» acerca de dios, significa objetivarlo y aun manipularlo, - «ponerlo fuera» o «traerlo dentro» en nuestro devenir existencial, según lo necesitemos o no. De este modo, la cuestión decisiva sería la preguntabilidad. Unicamente en ella el hombre propiamente se «humanizaría» en su relación con la divinidad. 152.¿Ateísmo o asebía en el mundo griego? Así como la filosofía ha sido en particular desde Aristóteles metafísica del ser y de Dios al mismo tiempo, y luego con el advenimiento del cristianismo, filosofía cristiana, en distintas formas, y, justo en razón de ello, siempre procurando resguardar su independencia respecto de la religión, así también han surgido en el seno de la filosofía distintas formas de ateísmo. Escudriñemos en algunas de ellas, teniendo en cuenta que en el mundo griego no se trataba propiamente de ateísmo, sino que la negación de los dioses o de lo divino se la calificaba como asebía, término que aproximativamente podemos traducir como ‘impiedad’. Por ejemplo, el filósofo Protágoras de Abdera (de Tracia, Norte de Grecia), que viviera entre el 481 y 411 a.C., fue acusado de asebía, y la sanción fue ostracismo, el destierro de Atenas. Probablemente su afirmación fundamental del “homo mensura”, a saber, de que el hombre es la medida de todas las cosas, tuvo que ver en ello. Ante todo una de las formas más lúcidas que cabe ligar (para decirlo suavemente) a una puesta en cuestión de lo divino y los dioses, en cualesquiera de sus representaciones, es la de Jenófanes de Colofón del siglo VI a. C., que puede ser visto nada menos que como fundador de la filosofía occidental. De tal modo pues que su pensamiento que, en rigor corresponde a una precursora crítica al antropomorfismo teológico, vale decir a las representaciones que son nada más que humanas de lo divino, sería como la semilla de la que arranca la filosofía occidental. Jenófanes viene de Colofón, ciudad griega un poco al sur del actual Izmir (Esmirna), hoy territorio turco. Luego él partirá a la península itálica, y será fundador de la escuela de Elea, siendo maestro de Parménides. Las palabras más conocidas de Jenófanes son las siguientes: “Si las reses y los potros y los leones tuvieran manos como hombres, podrían pintar como éstos y crear obras de arte. Entonces los potros pintarían de inmediato potros, lo mismo que las reses reses. Ellos también les darían imágenes a los dioses, y en cada caso según la apariencia de ellos mismos, le atribuirían esa forma corpórea a sus dioses”. No obstante lo anterior, el pensamiento de Jenófanes no puede ser calificado ni como ateísmo o como asebía, sino como una crítica que sería tanto de las representaciones humanas como materiales de lo divino. En razón de ello, su pensamiento nos acerca una concepción espiritual de lo divino y de Dios. Es así como también han llegado hasta nosotros las siguientes palabras, aludiendo a dios:
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«Para barruntar (bedenken) queda si el dios es más divino en la pregunta<br />
por él o entonces, cuando él es cierto; y como más cierto, según necesidad,<br />
puede ser puesto fuera, o, según necesidad, ser traído dentro».<br />
Heidegger manifiesta aquí la sospecha de que la certidumbre que<br />
podamos «tener» acerca de dios, significa objetivarlo y aun manipularlo, -<br />
«ponerlo fuera» o «traerlo dentro» en nuestro devenir existencial, según lo<br />
necesitemos o no.<br />
De este modo, la cuestión decisiva sería la preguntabilidad. Unicamente<br />
en ella el hombre propiamente se «humanizaría» en su relación con la<br />
divinidad.<br />
152.¿Ateísmo o asebía en el mundo griego?<br />
Así como la filosofía ha sido en particular desde Aristóteles metafísica del ser<br />
y de Dios al mismo tiempo, y luego con el advenimiento del cristianismo,<br />
filosofía cristiana, en distintas formas, y, justo en razón de ello, siempre<br />
procurando resguardar su independencia respecto de la religión, así también<br />
han surgido en el seno de la filosofía distintas formas de ateísmo.<br />
Escudriñemos en algunas de ellas, teniendo en cuenta que en el mundo<br />
griego no se trataba propiamente de ateísmo, sino que la negación de los<br />
dioses o de lo divino se la calificaba como asebía, término que<br />
aproximativamente podemos traducir como ‘impiedad’. Por ejemplo, el filósofo<br />
Protágoras de Abdera (de Tracia, Norte de Grecia), que viviera entre el 481 y<br />
411 a.C., fue acusado de asebía, y la sanción fue ostracismo, el destierro de<br />
Atenas. Probablemente su afirmación fundamental del “homo mensura”, a<br />
saber, de que el hombre es la medida de todas las cosas, tuvo que ver en<br />
ello.<br />
Ante todo una de las formas más lúcidas que cabe ligar (para decirlo<br />
suavemente) a una puesta en cuestión de lo divino y los dioses, en<br />
cualesquiera de sus representaciones, es la de Jenófanes de Colofón del siglo<br />
VI a. C., que puede ser visto nada menos que como fundador de la filosofía<br />
occidental. De tal modo pues que su pensamiento que, en rigor corresponde a<br />
una precursora crítica al antropomorfismo teológico, vale decir a las<br />
representaciones que son nada más que humanas de lo divino, sería como la<br />
semilla de la que arranca la filosofía occidental. Jenófanes viene de Colofón,<br />
ciudad griega un poco al sur del actual Izmir (Esmirna), hoy territorio turco.<br />
Luego él partirá a la península itálica, y será fundador de la escuela de Elea,<br />
siendo maestro de Parménides.<br />
Las palabras más conocidas de Jenófanes son las siguientes:<br />
“Si las reses y los potros y los leones tuvieran manos como hombres,<br />
podrían pintar como éstos y crear obras de arte. Entonces los potros pintarían<br />
de inmediato potros, lo mismo que las reses reses. Ellos también les darían<br />
imágenes a los dioses, y en cada caso según la apariencia de ellos mismos, le<br />
atribuirían esa forma corpórea a sus dioses”.<br />
No obstante lo anterior, el pensamiento de Jenófanes no puede ser<br />
calificado ni como ateísmo o como asebía, sino como una crítica que sería<br />
tanto de las representaciones humanas como materiales de lo divino. En razón<br />
de ello, su pensamiento nos acerca una concepción espiritual de lo divino y de<br />
Dios. Es así como también han llegado hasta nosotros las siguientes palabras,<br />
aludiendo a dios: