Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

El científico que se atiene simplemente a lo que es resultado de la
observación, del cálculo, de la aplicación rigurosa de su método, negándose
categóricamente a ir más allá de eso.
El filósofo que se abre a un ámbito que puede ir más allá de lo
fenoménico, de lo que podemos observar, considerando que tal vez puede ser
un supuesto mundo de ideas o arquetipos, del cual los fenómenos sólo son sus
manifestaciones. O tal vez considerando que lo más originario es la posibilidad,
mundos posibles que se harían posteriormente realidad.
El teólogo que advierte que si bien la razón le hace ver que debe existir
un dios creador, en todo caso no se lo puede demostrar, y que las
demostraciones que haya dejan mucho que desear. Es más, un dios que se
deja demostrar, probablemente no sería Dios, sino sólo una construcción
nuestra, un fantasma de la razón. Atendiendo a estas consideraciones, al
teólogo se le torna claro que la única posibilidad de acceso al supuesto Dios es
a través de la fe, y ello exige dar un salto más allá de todo lo que el discurso
racional pueda abarcar.
Mas, cabe agregar que, incluso habiendo Dios, el enigma siempre
persiste, en este caso el enigma de Dios mismo, no menor que el enigma de
que haya ser o universo. Hacia fines de la Crítica de la razón pura Kant pone
las siguientes palabras en boca de Dios:
"Existo de eternidad en eternidad; nada hay fuera de mí, excepto lo que
es algo por voluntad mía, pero ¿de dónde soy?"
148.¿Personalidad o impersonalidad de Dios?
Sobre este tema se ha escrito tanto y de parte de insignes pensadores,
filósofos o teólogos. El supuesto de la impersonalidad de Dios ha sido juzgado
por la Iglesiia como herejía y dentro de esta breve historia de mártires de la
filosofía – Baruch de Spinoza, Johann Gottlieb Fichte, entre los más notables –
algunos han tenido que pagar con el vilipendio, la reclusión, la expulsión de una
universidad o incluso la salud.
Karl Löwith en obra Dios, hombre y mundo se expresa sobre Spinoza en
los siguientes términos:
«Spinoza tuvo que defenderse de por vida contra el prejuicio del
ateísmo. Ciertamente él estaba conciente de la osadía de sus pensamientos,
pero la actitud de un insurgente le calzaba tan poco como a Descartes, y para
mártir de su enseñanza se sentía como un hombre sin vocación, a él le movía
exclusivamente el conocimiento, el cual no es para cualquiera, sino sólo para
pocos. El emblema de su escudo era caute /... / Hoy apenas nos podemos
imaginar, tras dos siglos de ejercitada tolerancia religiosa, y en definitiva,
indiferencia, lo que significaba ser un libertin en el siglo 17. Y cuando Leibniz
expone su relación con Spinoza como mucho mas superficial de lo que en
verdad fue, juega aquí también un papel el que el ateísmo era temido como
una peste contagiosa y era combatido con todos los medios. Si, en todo caso,
«ateísmo», como lo que define una vez Spinoza, solo significara «querer
honores y riquezas», entonces, sin duda, Spinoza no era ateo. Pero, si ser ateo
significa tanto como no creer en un dios personal, sojuzgador y salvador, mas
allá del mundo terrenal, entonces sin duda que sí lo era».
En efecto, Spinoza destaca ante todo por su panteísmo, dado que para
él Dios y el mundo son uno sólo, y la diferencia entre ambos es únicamente