Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

después de aquel desafortunado día en que subiera en el carro de su padre, y
se cayera de los altos cielos; el mito dice además que al rozar el territorio del
norte de África, la consecuencia del incendio de este carro del sol que se
acercó demasiado a la Tierra, fue el desierto del Sahara.
Ligado con el mito anterior, también se observó lo que conocemos como
vía láctea no los rescoldos del incendio, sino la huella dejada por el carro solar
que había recorrido el camino entre el aura y el atardecer, tantas veces, como
días habían pasado hasta entonces en el universo.
Más tarde, Teofrasto, el discípulo y sucesor de Aristóteles interpretaba la
vía láctea como una suerte de rendija donde se observaba la luz del Empíreo,
el cielo aristotélico. Y de todas las representaciones, ésta fue la que tuvo mayor
vigencia a lo largo del tiempo, ya que perduró al menos hasta el siglo XVII.
Siguiendo con esta misma idea de camino, los habitantes de las
regiones septentrionales de Europa, más cercanas al polo norte, al tener a la
vista la vía láctea tan sólo en la época más fría del año, veían en ella el blanco
camino por donde bajaban los grandes hielos del invierno.
Por su parte, los aztecas veían en la vía láctea un río caudaloso en el
que navegaba Quetzacoatl.
Por último, cabe mencionar aquella singular representación medieval de
la vía láctea como el Camino de Santiago, del cual se veía la inmensa
polvareda levantada hasta el cielo por los innumerables peregrinos que de
todas las latitudes acudían al “Campo de la Estrella”, que es lo que significa
precisamente ‘Compo-stella’.
145.Un gran salto: advertir que la vía láctea es nuestra casa y que no
alcanzamos a ser un día del año del sol.
Las primeras representaciones de la vía láctea eran más que nada de carácter
antropomórfico. Recordemos la representaciones de la gota de leche que se le
cayera a Hércules, amamantado por Hera, y que rodara por los Altos Cielos. En
Occidente Demócrito fue el primero en representarse la vía láctea como una
pléyade de estrellas tan amontonadas entre sí que provocan ese característico
color blanco. Siglos más tarde Galileo pudo corroborar esto posteriormente con
su telescopio.
Mas, el primero en reconocer que en verdad somos parte con nuestro
sistema solar de la vía láctea, fue Thomas Wright y ello lo expuso en su obra
An original theory of the universe, de 1750. Prácticamente al mismo tiempo el
músico alemán, William Herschel, descubría lo mismo, sólo que con la errada
suposición de que nosotros estaríamos en el centro mismo de nuestra galaxia,
lo que constitutía todavía un resabio de geocentrismo. En contraste con ello,
Wright fue más acertado al suponer que más bien el sol ocupaba una posición
excéntrica en el sistema galáctico.
Mas, considerando otro aspecto, el músico-astrónomo Herschel tuvo el
mérito de plantear por primera vez de modo certero de que hay otras galaxias y
que él supuso que correspodían a las varias Nubes, como las Nubes de
Magallanes que observamos en el cielo y que tienen también el sugestivo color
blancuzco. Y este mérito Herschel lo comparte con su coetáneo Kant, que
propuso de similar modo que en verdad hay miles de galaxias.