Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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«/... / un dios que tiene que hacerse demostrar su existencia, tiene que<br />
ser al final un dios muy a-divino /no- divino, ungöttlich/, y la demostración de su<br />
existencia conduce a lo más a una blasfemia»<br />
Haciendo justicia, reconozcamos que este mismo pensamiento ya lo<br />
desarrollaron los así llamados teólogos negativos, cuyo inspirador y maestro ha<br />
sido Dionisio Areopagita, del siglo IV de la era cristiana.<br />
Pero, independientemente de esto, la cuestión verdaderamente<br />
problemática es que en la razón hay un impulso irrenunciable a lo absoluto,<br />
motivo por el cual la filosofía no solamente ha sido, sino que aparentemente<br />
seguirá siendo siempre – mientras sea – filosofía teológica, lo cual sería por lo<br />
tanto irrenunciable.<br />
A su vez ese acercamiento a Dios – por parte de la razón – remata en<br />
demostraciones, ya que la filosofía, por dar expresión al pensar, no puede sino<br />
atenerse a los dictámenes del pensamiento que estará siempre exigiendo una<br />
justificación irrenunciable de cualquier fenómeno de que trate, y aunque se<br />
trate nada menos que de Dios.<br />
Mas, cualesquiera que sean esas demostraciones – sean las de<br />
Aristóteles, San Anselmo, las vías de Santo Tomás, de Descartes, u otro – sin<br />
excepción siempre semejarán a la jauría de los Perros Beagle – en este caso,<br />
de la razón – a la caza del zorro, el cual suele al final, desesperado,<br />
esconderse en algún tronco viejo, donde al sentir la proximidad de los perros<br />
acechantes, acaba por morir de un paro cardiaco.<br />
Así también le ocurre al que únicamente procura allegarse a Dios por<br />
medio de la razón o el pensamiento – ese Dios, o, si se quiere, la<br />
representación que tenía de él – acabará muriendo aterrorizado, como el zorro.<br />
143.¿Por qué el único camino de acercamiento a Dios para la razón ha de ser<br />
el de la demostración de Dios?<br />
.Que la razón sea como es, cuáles son sus posibilidades, hasta dónde ella ha<br />
de alcanzar, todas éstos son asuntos que significativamente dependen de<br />
nosotros, de nuestro grado de apertura, de nuestra osadía, en definitiva de<br />
cómo debe entenderse la razón. Esta fue una cuestión que vio Kant con<br />
singular claridad – depende de cómo deba concebirse la razón para que ella<br />
tenga autorización a traspasar los límites de la experiencia e ir más allá allá del<br />
orden fenoménico.<br />
Es por ello que debemos preguntarnos acerca de qué razón estamos<br />
concibiendo cuando le atribuimos a ésta demostrar la existencia de Dios. Y, lo<br />
cierto es que parece una razón ante todo pre-potente, como que estuviera en<br />
juego algo así como: ¿a qué se atreve ésta?<br />
Mas ¿de dónde nace esta sensación de que aquello sería prepotencia<br />
de la razón? Al parecer, fueron los griegos los que la llevaron más lejos. En<br />
verdad, en el ámbito de lo intelectual, los griegos podrían ser considerados<br />
unos aventajados. No, esa sensación de prepotencia parece más bien tener su<br />
causa en el ámbito del cristianismo. Y más bien, es la propia filosofía que –<br />
tradicionalmente convertida en “filosofía teológica” – se ha puesto cotos a sí<br />
misma y ha terminado cuestionando el despliegue de su razón y hasta dónde<br />
ésta puede llegar.<br />
Al fin y al cabo, lo divino para los griegos parecía algo casi lúdico –<br />
ciertamente mitológico, pero con un resabio lúdico. Mientras que el Dios