Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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Y así observamos en el Fedón, el Diálogo dedicado a los últimos<br />
momentos de Sócrates, como no bastan los ruegos de los amigos que desista,<br />
ofreciéndoles ellos una salida. Nada es suficiente para Sócrates, cuya espera<br />
del momento final de beber la copa de la cicuta se ha alargado, ya que la nave<br />
que ha partido a Delos demora en volver a causa de temporales en el Egeo, lo<br />
que correspondía al ritual como agradecimiento al Dios que practicaban los<br />
atenienses por haber liberado a las víctimas del Minotauro, que en tiempos<br />
inmemoriales habían viajado con Teseo a Creta.<br />
Cuando años más tarde, debido a la muerte prematura de Alejandro<br />
Magno, los macedonios caen en descrédito, comenzó una persecución de los<br />
macedonios en Atenas, y entonces esto afectó también a Aristóteles que había<br />
sido maestro del joven Príncipe Alejandro. Mas, antes que cayera sobre él el<br />
edicto de ostracismo, Aristóteles decidió retirarse a la gran Isla de Eubea,<br />
donde poseía alguna tierra, y en palabras de él, hizo esto con el fin de impedir<br />
que los atenienses volvieran a hacerse culpables con la filosofía, como ya lo<br />
habían hecho con Sócrates.<br />
136.Alcibíades compara a Sócrates con el sátiro Marsias.<br />
Alcibíades, nacido en el seno de una poderosa y noble familia, fue un<br />
destacado General y político ateniense que vivió entre el 450 y el 404 a.C. ;a la<br />
muerte de su padre, quedó su educación a cargo de Pericles. Alcibíades se<br />
caracterizaba sobre todo por su extravagancia. Uno de los aspectos de su<br />
personalidad que lo vinculan con la filosofía es haber sido seguidor, admirador<br />
y amigo de Sócrates. Sobre todo destaca Alcibíades en uno de los Diálogos<br />
más destacados y célebres de Platón – el Banquete – el Diálogo sobre Eros, el<br />
amor. En la última parte de éste irrumpe bruscamente, y embriagado, en la<br />
escena del Diálogo, y entonces, siendo presa de un ataque de celos por ver a<br />
Sócrates en íntima conversación con otro de los invitados, en las palabras que<br />
dice compara a Sócrates con Marsias, aquel sátiro, fauno o sileno que al<br />
recoger la flauta desechada por Atenea, desafió a Apolo a un certamen, de<br />
acuerdo a cuyo resultado, el vencedor podía tratar al vencido como quisiera.<br />
Como ganara Apolo, que estaba indignado por la presunción de Marsias, lo ató<br />
a un árbol y lo desolló vivo. Su sangre se convirtió entonces en el Río Marsias,<br />
que es un afluente del Meandro, aquel río que desemboca en Mileto, en el Asia<br />
Menor.<br />
Escuchemos a continuación la comparación de Alcibíades, refiriéndose<br />
primero a Marsias:<br />
“Éste encantaba a los hombres por medio de sus instrumentos con el<br />
poder de su boca /.../ Tú te distingues de él tan sólo en cuanto consigues lo<br />
mismo sin instrumentos, con la sola palabra /.../ Si alguien, quienquiera que sea<br />
– una mujer, un hombre o un joven – te escucha a ti mismo o a otro que cuenta<br />
de tus palabras, y aunque quien las cuenta sea completamente insignificante,<br />
entonces quedamos embelesados y en éxtasis. Yo, al menos ¡oh hombres! si<br />
acaso no me presentara completamente embriagado, les juraría y os diría lo<br />
que yo mismo he padecido y padezco debido a sus palabras. Porque, cuando<br />
las escucho, me salta el corazón mucho más que a los bailarines coribantes, y<br />
me saltan las lágrimas bajo el efecto de sus palabras. A muchos otros veo<br />
padecer lo mismo /.../ Por este Marsias he quedado varias veces en un estado<br />
tal que me parecía que no valía la pena vivir, si acaso permaneciera así como