Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

129.El tiempo está hecho de instantes intemporales.
Este es uno de los pasos argumentativos del Libro IV de la Física de
Aristóteles. Pero ¿cómo llega a él? Por de pronto al hacerse la pregunta ¿qué
es el tiempo? éste se muestra como siendo prácticamente nada, ya que consta
de pasado y de futuro, mas el pasado ya no es y el futuro todavía no es, y lo
mismo sucede al considerar que el tiempo consta de antes y después; sucede
que ninguno de ellos propiamente es. Entonces el tiempo tendría que ser el
instante, mas el instante, como unidad temporal mínima es a-temporal, ya que
en él no podría haber pasar, transcurrir, antes o después. El instante es como
el punto en la geometría: si una línea está hecha de puntos, el punto carece de
extensión.
Veamos como reflexiona sobre esto el filósofo argentino Adolfo Carpio
en su obra Principios de Filosofía:
“En verdad, parece como que sólo el presente tuviera auténtica realidad,
que fuera lo único propiamente existente, lo único de lo que pueda decirse “es”.
Pero, si se lo considera atentamente, ¿qué es el presente? Digamos que el
presente es, v.gr., la hora, esta hora de lectura que estamos viviendo. Pero en
seguida se advierte que de esta hora ya ha pasado algo, 20 minutos, digamos,
que son pasado y por tanto ya no son; y también hay algo que todavía no ha
pasado, 40 minutos todavía no son; de manera que el presente que buscamos
se nos ha vuelto a escabullir. ¿No será entonces el presente un segundo, este
segundo? Sin embargo, resulta claro que respecto de él se puede practicar la
misma operación anterior, sin encontrar nunca, por más que se siga dividiendo,
el presente buscado. De todo lo cual resulta, pues, que el presente parece no
tener extensión, parece ser nada más que algo así como un punto matemático,
irreal, sólo una línea divisoria ideal, una frontera entre el pasado y el futuro, es
decir, un límite entre dos cosas que no existen, un fantasma de fantasmas”.
Estas palabras de Carpio nos hacen ver lo enigmático que es el tiempo,
que, como ya lo viera Aristóteles, está muy cercano al no-ser. Podríamos decir
que el ser del tiempo es pasar y por ello a la vez desaparecer, desvanecerse.
Ello explica también su carácter inasible, ya que en cuanto pretendemos
atraparlo se nos escapa al pasado, sumergiéndose precisamente en el no-ser.
Desde la otra dirección, pareciera que el presente no fuera mero pasar, ya que
si es así ¿cómo se abre al futuro? ¿cómo ingresa el futuro en el presente? Y
aquí nos topamos con algo inquietante: que al parecer lo que hay es un
moverse desde el futuro, y si esto también alude a un pasar, sería un pasar que
ya comienza en el futuro.
Pues bien, esto que decimos aquí no resulta descabellado, ya que, con
apoyo en Leibniz, podemos ver el universo como que en él lo primero es la
posibilidad, que al ser necesaria, se hace realidad, y junto con ello, presente.
130.Sócrates soldado.
Un aspecto de la vida de Sócrates en el que solemos no reparar es que
Sócrates fue también soldado que participó en varias batallas. Cuando
Sócrates tenía 38 años, intervino en el Sitio de Potidea (432-430 a.C.), ciudad
que se había sublevado contra Atenas. Participó posteriormente en las Batallas
de Delio (en el 424) y Anfípolis (421), dando en estos acontecimientos bélicos