La situación espiritual según Jaspers - cristobal holzapfel

Camus), sino con un exceso de él. En efecto, ocurre que es tan grande la
“oferta de sentidos”, y entiéndase sentidos existenciales (y, habría que agregar,
particularmente que esto ocurre en occidente, pero también en gran parte del
planeta que se ha occidentalizado), como que uno puede ser católico, budista,
de izquierda o derecha, terrorista, masón, opus-dei, hasta practicar el
cybersexo, y todo ello como que tendría, de uno u otro modo, alguna
justificación.
Y así también tras los millares de fotos de los candidatos no vemos
propiamente ninguna, y si acaso la vemos, me atrevería a decir, que, en cierto
modo, lo que se genera es algo así como un “efecto fisiognómico del voto”, o
sea yo voto por alguien, basándome, únicamente en su sonrisa, su mirada, o a
lo mejor en función de una cierta pose.
A propósito de esto, se sabe incluso que es decisiva la presencia en la
propaganda, en los carteles, y en cuanto al número de carteles en las calles,
como en los medios de comunicación por parte de cada candidato, como para
que, a partir de ello, gane o pierda la elección. O sea, hoy lo que decide las
elecciones es una cuestión lisa y llanamente de poder, y ello naturalmente va
íntimamente asociado con el poder adquisitivo de los propios candidatos, en
términos de si acaso son lo suficientemente solventes como para financiar una
campaña electoral o no.
P 2
Pues bien, ¿y de qué da testimonio todo ello? La respuesta es clara y
penosa a la vez: de una nula “conciencia de estado”, y aunque se trate del
estado que ha perdido la aureola, según Jaspers, como también podríamos
hablar de una falta pasmosa de una pareja “conciencia política”.
Quisiera confesar a este respecto que a mí mismo me ha ocurrido que
en los últimos años he votado en distintas ocasiones sin tener la menor idea de
quién es el candidato, y lo he hecho nada más que en función de que me ha
parecido, en función de la coyuntura del momento, que correspondería votar
por un humanista, un comunista, un demócrata cristiano o un socialista.
Ciertamente en las elecciones presidenciales la situación es distinta, por
cuanto uno tiene efectivamente la posibilidad de interiorizarse de los
candidatos, pero no ocurre lo mismo en las parlamentarias, y menos todavía,
en las municipales.
Por otra parte, éste es pronunciadamente un fenómeno de la urbe, en
este caso, de Santiago en particular, ya que se me ocurre que puede ser algo
distinto en las regiones, en las que seguramente hay una posibilidad mayor de
conocer a cada candidato.
A las anteriores consideraciones agreguemos aquí también que lo que
sucede hoy en la política, y no solamente en nuestro país, sino en el mundo, es
que ella ha sido simplemente sobrepasada, y con Baudrillard, podemos decir
que estamos ya en la “transpolítica”, que es a su vez un aspecto más de lo que
él denomina la “hiperrealidad”, característica de nuestro tiempo.
P 3
Llevando las cosas más lejos aun, podríamos decir que efectivamente lo
que nos caracteriza es una nula “conciencia de estado” y una nula pareja
“conciencia política”, y que a la hora de elegir a los representantes populares,
lo hacemos a través de un “voto a ciegas”, un “voto fisiognómico” o un “voto
determinado por el poder y la presencia del candidato en las calles y en los
media”. Lo cierto es que con ello vuelve a cobrar relevancia lo que el viejo