PERIQUILLO SARNIENTO EL - Taller Literario
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nada de la luminaria, sin embargo de que su mano de usted es mucho más chica que la luminaria; y ahora sí creo que me ha entendido usted. -¿Y los de la luna cómo son? -preguntó el payo. -Del mismo modo dijo el padre; así como la luna tapa u oscurece un pedazo de sol[6] cuando se pone entre él y nosotros, así la Tierra tapa u oscurece un pedazo de luna o toda, cuando se pone entre ella y el sol. -Ansí debe ser -dijo don Martín, y ora reflejo que he visto algunos eclises del sol y luna totales como usted les llama, o que se ha tapado toda, de modo que hemos estado oscuras totalísimamente. Sobre que no le hace que la luminaria sea más grande que la mano. ¿Y es posible que no son otra cosa los eclises? -Sí, señor -dijo el padre-, no son otra cosa, y teniendo el año trescientos sesenta y cinco o sesenta y seis días, si es bisiesto, tenemos nosotros otros tantos eclipses del sol, y totales, que es más gracia. -¡Cómo, padre! -decía don Martín. -Ya se ve que sí -dijo el vicario-. ¿Ve usted de noche el sol? -No, señor, ni una pizca -respondió don Martín. -Pues ahí tiene usted que se le eclipsa el sol todo entero, y para que usted no me vea, tanto tiene que yo me meta a la recámara, como que usted cierre los ojos.
-Es verdad -decía don Martín; pero según que usted me ha dicho, y según lo que agora me dice, creo que el mundo es mucho más grandísimo que el sol, que no puede menos, sobre que lo estamos mirando. -Pues sí puede menos, amigo -dijo el vicario-, y en efecto, es tan pequeño respecto al sol, como lo es una avellana respecto a un coco. -Pues entonces -replicó don Martín, salimos con lo que usted me dijo, pues aunque mi mano sea más chica que la luminaria, me la puede tapar toda en estando muy cerca de mis ojos. -Así es -dijo el vicario-; puede no puede taparla toda, según la distancia en que usted la pusiere respecto a sus ojos. Si la pone lejos de ellos, no tapará toda la luminaria, algo verá usted de ella; pero si se la pone en las narices, no verá nada. -Ya se ve que así ha de ser -decía don Martín-, y no solamente no veré la luminaria, pero ni la puerta de la hacienda que es más grande, ni cosa alguna, y eso será porque casi me tapo los ojos con la mano poniéndola tan cerca. -Pues vea usted la razón –dijo el padre- porqué se suelen ver algunos eclipses totales de sol causados por la luna, porque ésta, aunque mucho más pequeña que él, si se pasa muy cerca de nosotros, como en realidad pasa algunas veces, hace el efecto de la mano frente de la luminaria, y lo mismo hace la Tierra, sin embargo de su pequeñez, eclipsándonos el sol todas las noches por estar pegada a nosotros. -Perfectamente entendí todo el asunto de los eclises, padre vicario -dijo don Martín, y creo que cualquiera lo entenderá, por negado que sea. ¿Lo entendistes hija? ¿Lo han entendido, muchachas? Todas a una voz respondieron que sí, y que muy bien, que ya sabían que podían hacer eclipses de sol, de luna o de luminarias, cada vez que se les antojara; pero el buen don Martín volvió a preguntar:
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dice, creo que el mundo es mucho más grandísimo que el sol, que no puede menos, sobre<br />
que lo estamos mirando.<br />
-Pues sí puede menos, amigo -dijo el vicario-, y en efecto, es tan pequeño respecto al sol,<br />
como lo es una avellana respecto a un coco.<br />
-Pues entonces -replicó don Martín, salimos con lo que usted me dijo, pues aunque mi<br />
mano sea más chica que la luminaria, me la puede tapar toda en estando muy cerca de mis<br />
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-Así es -dijo el vicario-; puede no puede taparla toda, según la distancia en que usted la<br />
pusiere respecto a sus ojos. Si la pone lejos de ellos, no tapará toda la luminaria, algo verá<br />
usted de ella; pero si se la pone en las narices, no verá nada.<br />
-Ya se ve que así ha de ser -decía don Martín-, y no solamente no veré la luminaria, pero ni<br />
la puerta de la hacienda que es más grande, ni cosa alguna, y eso será porque casi me tapo<br />
los ojos con la mano poniéndola tan cerca.<br />
-Pues vea usted la razón –dijo el padre- porqué se suelen ver algunos eclipses totales de sol<br />
causados por la luna, porque ésta, aunque mucho más pequeña que él, si se<br />
pasa muy cerca de nosotros, como en realidad pasa algunas veces, hace el efecto de la mano<br />
frente de la luminaria, y lo mismo hace la Tierra, sin embargo de su pequeñez,<br />
eclipsándonos el sol todas las noches por estar pegada a nosotros.<br />
-Perfectamente entendí todo el asunto de los eclises, padre vicario -dijo don Martín, y creo<br />
que cualquiera lo entenderá, por negado que sea. ¿Lo entendistes hija? ¿Lo han entendido,<br />
muchachas?<br />
Todas a una voz respondieron que sí, y que muy bien, que ya sabían que podían hacer<br />
eclipses de sol, de luna o de luminarias, cada vez que se les antojara; pero el buen don<br />
Martín volvió a preguntar: