PERIQUILLO SARNIENTO EL - Taller Literario
PERIQUILLO SARNIENTO EL - Taller Literario PERIQUILLO SARNIENTO EL - Taller Literario
señores eclesiásticos concluyeron sus funciones, se retiraron a otra pieza cediéndome el campo y el enfermo. Inmediatamente me acerqué a la cama, le tomé el pulso, miré a las vigas del techo por largo rato, después le tome el otro pulso haciendo mil monerías, como eran arquear las cejas, arrugar la nariz, mirar al suelo, morderme los labios, mover la cabeza a uno y otro lado y hacer cuantas mudanzas pantomímicas me parecieron oportunas para aturdir a aquella pobre gente que, puestos los ojos en mí, guardaban un profundo silencio teniéndome sin duda por un segundo Hipócrates; a lo menos ésa fue mi intención, como también ponderar el gravísimo riesgo del enfermo y lo difícil de la curación, arrepentido de haberles dicho que no era cosa de cuidado. Acabada la tocada del pulso, le miré el semblante atentamente, y le hice abrir la boca con una cuchara para verle la lengua, le alcé los párpados, le toqué el vientre y los pies, e hice dos mil preguntas a los asistentes sin acabar de ordenar ninguna cosa, hasta que la señora, que ya no podía sufrir mi cachaza, me dijo: -Por fin, señor, ¿qué dice usted de mi marido? ¿Es de vida o muerte ? -Señora -le dije-, no sé de lo que será; sólo Dios puede decir qué es vida y resurrección, como que fue el que Lazarum resucitavit a monumento foetidum, y si lo dice, vivirá aunque esté muerto. Ego sum resurrectio et vita, qui credit in me, etiam si mortuus fuerit, vivet. -¡Ay, Jesús -gritó una de las niñas-, ya se murió mi padrecito! Como ella estaba junto del enfermo, su grito fue tan extraño y doloroso y cayó privada de la silla, pensamos todos que en realidad había expirado, y nos rodeamos de la cama. El señor cura y el vicario, al oír la bulla, entraron corriendo y no sabían a quién atender, si al apoplético o a la histérica, pues ambos estaban privados. La señora, ya medio colérica, me dijo:
-Déjese usted de latines, y vea si cura o no cura a mi marido. ¿Para qué me dijo cuando entró que no era cosa de cuidado y me aseguró que no se moría? -Yo lo hice, señora, por no afligir a usted -le dije-, pero no había examinado al enfermo methodice vel juxta artis nostrae praecepta (esto es, con método o según las reglas del arte) pero encomiéndese usted a Dios y vamos a ver. Primeramente, que se ponga una olla grande de agua a calentar. -Eso sobra -dijo la cocinera. -Pues bien, maestro Andrés -continué yo-. Usted, como buen flebotomiano, déle luego luego un par de sangrías de la vena cava. Andrés, aunque con miedo y sabiendo tanto como yo de venas cavas, le ligó los brazos y le dio dos piquetes que parecían puñaladas, con cuyo auxilio, al cabo de haberse llenado dos borcelanas de sangre, cuya profusión escandalizaba a los espectadores, abrió los ojos el enfermo y comenzó a conocer a los circunstantes y a hablarles. Inmediatamente hice que Andrés aflojara las vendas y cerrara las cisuras, lo que no costó poco trabajo, ¡tales fueron de prolongadas! Después hice que se le untase vino blanco en el cerebro y pulsos, que se le confortara el estómago por dentro con atole de huevos y por fuera con una tortilla de los mismos, condimentada con aceite rosado, vino, culantro y cuantas porquerías se me antojaron; encargando mucho que no lo resupinaran. -¿Qué es eso de resupinar, señor doctor? -preguntó la señora, y el cura, sonriéndose, le dijo: -Que no lo tengan boca arriba.
- Page 309 and 310: Turbóse el escribano al ver esto,
- Page 311 and 312: -Señor -respondí-, es de la venta
- Page 313 and 314: -Este muchacho poco ha de responder
- Page 315 and 316: “Sí, señor: el oficio de escrib
- Page 317 and 318: Ni visto ni oído fue el licenciado
- Page 319 and 320: Esa noche cenamos y me fui a acosta
- Page 321 and 322: estaba de mi parte por desapartarla
- Page 323 and 324: Es increíble el terreno que avanza
- Page 325 and 326: -¡Mire qué picardía! -decía el
- Page 327 and 328: Que fue como decirme en castellano:
- Page 329 and 330: -Diga lo que dijere -le respondí-,
- Page 331 and 332: -Sí, señor -me respondió Andrés
- Page 333 and 334: -Pues si sólo por eso lo hace -dij
- Page 335 and 336: Alentado mi estómago, sólo restab
- Page 337 and 338: Contentísimo con mi sombrero y de
- Page 339 and 340: Yo leí Oleum vitellorum ovorum, y
- Page 341 and 342: Desde entonces, o tres meses antes,
- Page 343 and 344: como si no se pudiera dar por medio
- Page 345 and 346: parte al protomedicato, manifestand
- Page 347 and 348: No me hizo fuerza su estilo, porque
- Page 349 and 350: -Y como que sí -dijo el señor Pur
- Page 351 and 352: El pobre muchacho se me ofreció y
- Page 353 and 354: No dejaron de ponerme en cuidado la
- Page 355 and 356: Luego que se concluyó esta diligen
- Page 357 and 358: poco me echo a reír a dos carrillo
- Page 359: Yo, afectando mucha serenidad de es
- Page 363 and 364: muy placentero con sus cuatro duros
- Page 365 and 366: -Sí, señor subdelegado; ¿no ve u
- Page 367 and 368: -Am en dico vobis -contesté, e inm
- Page 369 and 370: Crecía mi fama de día en día con
- Page 371 and 372: Con esto se despidió del barbero p
- Page 373 and 374: te lo venimos a dar los días, con
- Page 375 and 376: Yo quería quedar bien y dar mi vot
- Page 377 and 378: Vime atacado con esta pregunta, pue
- Page 379 and 380: se quitó las antiparras; Virgen de
- Page 381 and 382: procederse con toda legalidad, como
- Page 383 and 384: oticarios y los químicos; los simp
- Page 385 and 386: -Poco a poco, señor doctor, o señ
- Page 387 and 388: predicar en un púlpito, a resolver
- Page 389 and 390: Azorado con tantas noticias del cur
- Page 391 and 392: Finalmente, yo vendí allí la sill
- Page 393 and 394: La desdobló, registró y halló el
- Page 395 and 396: -Sí, señor -decía el alguacil-,
- Page 397 and 398: Dicen que los indios, luego que se
- Page 399 and 400: Pero lo que más me confundía era
- Page 401 and 402: pierda tan temprano por un camino t
- Page 403 and 404: accidente está en libertad; el Car
- Page 405 and 406: “Cuando mi padre supo su fallecim
- Page 407 and 408: A pocos momentos de esta conversaci
- Page 409 and 410: Me metí en él oliendo y atisbando
señores eclesiásticos concluyeron sus funciones, se retiraron a otra pieza cediéndome el<br />
campo y el enfermo.<br />
Inmediatamente me acerqué a la cama, le tomé el pulso, miré a las vigas del techo por largo<br />
rato, después le tome el otro pulso haciendo mil monerías, como eran arquear las cejas,<br />
arrugar la nariz, mirar al suelo, morderme los labios, mover la cabeza a uno y otro lado y<br />
hacer cuantas mudanzas pantomímicas me parecieron oportunas para aturdir a aquella<br />
pobre gente que, puestos los ojos en mí, guardaban un profundo silencio teniéndome sin<br />
duda por un segundo Hipócrates; a lo menos ésa fue mi intención, como también ponderar<br />
el gravísimo riesgo del enfermo y lo difícil de la curación, arrepentido de haberles dicho<br />
que no era cosa de cuidado.<br />
Acabada la tocada del pulso, le miré el semblante atentamente, y le hice abrir la boca con<br />
una cuchara para verle la lengua, le alcé los párpados, le toqué el vientre y los pies, e hice<br />
dos mil preguntas a los asistentes sin acabar de ordenar ninguna cosa, hasta que la señora,<br />
que ya no podía sufrir mi cachaza, me dijo:<br />
-Por fin, señor, ¿qué dice usted de mi marido? ¿Es de vida o muerte ?<br />
-Señora -le dije-, no sé de lo que será; sólo Dios puede decir qué es vida y resurrección,<br />
como que fue el que Lazarum resucitavit a monumento foetidum, y si lo dice, vivirá aunque<br />
esté muerto. Ego sum resurrectio et vita, qui credit in me, etiam si mortuus fuerit, vivet.<br />
-¡Ay, Jesús -gritó una de las niñas-, ya se murió mi padrecito!<br />
Como ella estaba junto del enfermo, su grito fue tan extraño y doloroso y cayó privada de la<br />
silla, pensamos todos que en realidad había expirado, y nos rodeamos de la cama.<br />
El señor cura y el vicario, al oír la bulla, entraron corriendo y no sabían a quién atender, si<br />
al apoplético o a la histérica, pues ambos estaban privados. La señora, ya medio colérica,<br />
me dijo: