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He Vivido

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El Jurado del Concurso de Pintura de Bilbao de<br />

1927 otorgó el primer premio a mi obra “La guerra<br />

consagrando la supremacia de las artes industriales”.<br />

Había dedicado dos años a su preparación,<br />

trabajando a plumilla y con tinta china.<br />

la casa de Mendia. El siguiente establecimiento era el que nosotros, de niños,<br />

más apreciábamos, es decir, la tienda de dulces y golosinas de Lorenza. Al<br />

lado, la zapatería de Murgoitio.<br />

A continuación estaban la peluquería bajo el Círculo Tradicionalista y la<br />

cooperativa de los carlistas. En esta última se vendía el pan más delicioso que<br />

hacían donde Concon, en la calle Zarugalde. Justamente allí estuvo escondido,<br />

los primeros días nada más estallar la guerra, el famoso Alberto Perder<br />

Aranburuzabala. Más arriba, a la derecha, teníamos el establecimiento<br />

de telas de Luko, y una vez pasado el cantón, frente al pórtico de la iglesia,<br />

la tienda de comestibles de la Unión Cerrajera. Un poco más arriba, la hermosa<br />

ferretería de Cipriano Karrikiri Resusta, que colocó las vidrieras de<br />

colores de la parroquia. A la izquierda teníamos el hostal-bar de Cayo. Al<br />

final de la calle, a la derecha, el Casino Viteri, la perfumería de Zarraoa y<br />

la casa del cochero Margallo y, en lo más alto de la cuesta, la casa de Inés<br />

Txantxote Mercader.<br />

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