He Vivido
He Vivido He Vivido
¿Hay algo más entrañable para un mondragonés qie la visión de su magnífico ayuntamiento? Desde Montevideo no dejo de contemplarlo, en mi recuerdo. 60 ron demasiado para mi espíritu infantil. Y me pareció haber vivido la sensación de la felicidad personificada. Quizás algo similar a lo que sintió Sancho Panza cuando dijo a Don Quijote que allá donde esté la música no habrá lugar ni para la tristeza ni para la desgracia. Ya que he mencionado al sacristán Eugenio Krisis Elorza, no he olvidado que cierto día, estando Eugenio con el cura Don Lorenzo en la sacristía, éste le hizo la siguiente apuesta al sacristán con fama de charlatán: ¡A ver si era capaz de estar quince minutos sin decir nada a nadie! Apostaron un duro. La única condición era que Krisis debía caminar sin parar de un lado a otro de la sacristía, repitiendo esta frase: “Hemendik hara eta handik hona” (De allá a acá y de acá a allá). El sacristán inició la prueba y el cura se fue en busca de Krisisesia para anunciarle que a su marido le había pasado algo y se encontraba en la sacristía murmurando cosas incomprensibles y caminando de un lado a otro; dicho lo cual, suplicó a Krisisesia que fuera a la sacristía cuanto antes. La mujer acudió y nada más verlo
se plantó frente a su marido y, sujetándolo del brazo con el propósito de interrumpir aquel extraño ir y venir, le dijo: Pero Eugenio, ¿qué te pasa? El enfado del sacristán fue en aumento debido a la actitud de su esposa, mientras D. Lorenzo, en una esquina, no podía aguantar la risa. Eugenio no podía perder las cinco pesetas de la apuesta... pero su mujer no le dejaba ni respirar. Al final el pobre Krisis explotó: “¡Mierda...! ¡Has hecho que pierda cinco pesetas...! ¡Fuera de mi vista... he perdido por tu culpa, sí, por tu culpa!” Al ver el jaleo que se montó, el cura perdonó la deuda al pobre Eugenio. Pero un poco más arriba he hablado sobre Garbiñe, y recuerdo que muchos años más tarde, un mediodía que me dirigía a casa con un compañero de trabajo, que también era grabador, le hice parar frente a la tienda de Víctor Arriaran y proyecté las excelencias de la ex-actriz teatral en la que podía ser la mitificación de Garbiñe. Mi compañero me miró asombrado, con la misma rara sensación con la que se mira a un loco. La marea humana que nos seguía nos empujó calle arriba y aquel poeta frustrado en que me había convertido por un momento se prometió a sí mismo que en las venideras fiestas de Santo Tomás bailaría con alguien del estilo de aquel ángel. Como decía mi padre, para perder una cosa no hay nada mejor que tener demasiado interés por ella. Y eso mismo fue lo que me sucedió a mí, pues aquella en quien personifiqué el ideal de Garbiñe no demostró ningún interés por mí, y aunque lo intenté durante años, nunca conseguí arrancarle ni el más mínimo signo amable. Era como si Mondragón me estuviera vedado a toda aventura amorosa. Diez años más tarde conocí en Toulouse a una chica que tenía un aire a Garbiñe. Viendo que la fortuna arremetía con fuerza en mi corazón, no quise dejar pasar la oportunidad y le pedí que fuera mi esposa. Desde entonces vivimos juntos y felices, en la medida en que uno puede ser feliz habiendo sido un trabajador durante toda su vida. En Toulose, sin embargo, no hubo ceremonia del carro para los recién casados, como solía producirse en nuestros caseríos. En la zona de Mondragón, fui varias veces testigo de dicho acto: un carro que va camino de la casa del nuevo matrimonio, anunciando su paso con el ruido seco y chirriante de los ejes, llevando, entre otras cosas, grandes armarios de castaño para la habitación, espejos, sillas, escaños hermosos y calderas de cobre para la cocina. El chirrido del carro siempre provocaba la envidia de alguna chica vieja. ¡Asombroso! ¡En las nalgas del 61
- Page 4 and 5: FichaTécnica VÉLEZ DE MENDIZABAL,
- Page 6 and 7: PROLOGO A ESTA EDICION Este libro e
- Page 8 and 9: A Jesús, como a todos los que aman
- Page 10 and 11: Cada vez mi espíritu está más en
- Page 12 and 13: cuando tenía listos unos tiros avi
- Page 14 and 15: -Ése que viene por ahí, ¿no es P
- Page 16 and 17: visita me desplacé en el burro del
- Page 18: Mi visión del pueblo durante la pr
- Page 21 and 22: catón. A veces Sor Delfina nos exp
- Page 23 and 24: visiblemente enfadada, achacaba a m
- Page 25 and 26: hasta la mitad de agua, y la otra m
- Page 27 and 28: La vida social tenía su mayor vist
- Page 29 and 30: que trata de satisfacer las necesid
- Page 31 and 32: El Arrabal de Zarugalde conformaba
- Page 33 and 34: maestra de la Escuela Vieja dio fie
- Page 35 and 36: pas, bombos y bombardinos. Aun así
- Page 37 and 38: HE VUELTO PARA TRES DÍAS Han pasad
- Page 39 and 40: Así me retrataron cuando volví po
- Page 41 and 42: En los jardines de Viteri, a los qu
- Page 43 and 44: Desde aquel casi olvidado Ferial, t
- Page 45 and 46: Desde muy joven me atrajo la fotogr
- Page 47 and 48: con sus obligaciones cristianas:
- Page 49 and 50: nes y no tan jóvenes, con el bast
- Page 51 and 52: El Mondragón de mi niñez ya nos p
- Page 53: Y nos quedábamos esperando la lleg
- Page 57 and 58: El Jurado del Concurso de Pintura d
- Page 59 and 60: de al lado eran la casa de Manolo K
- Page 61 and 62: tado en casa de mi tía, las picadu
- Page 63 and 64: andeja sacadas del mismo bar, rogan
- Page 65 and 66: yo con unos cuatro años de edad, v
- Page 67 and 68: Cuántas veces he soñado con aterr
- Page 69 and 70: La calle Zarugalde vista desde Kond
- Page 71 and 72: La plaza de Abastos, de magnífica
- Page 73 and 74: En la boca de Errebal, oímos clara
- Page 75 and 76: Como consecuencia de la revuelta de
- Page 77 and 78: Ante el repugnante crimen, quedé s
- Page 79 and 80: sanitario en la cárcel en nada ayu
- Page 81 and 82: que le grabara sus iniciales... ¡e
- Page 83 and 84: Partí hacia Mondragón al día sig
- Page 85 and 86: lizando mantas de escasa calidad. M
- Page 87 and 88: taba poner orden. Todas las noches
- Page 89 and 90: En Toulouse recibí la visita de mi
- Page 91 and 92: allo me hicieron parar y me pidiero
- Page 93 and 94: Me casé el 17 de abril de 1948, co
- Page 95 and 96: DESDE LA LEJANA ATALAYA No voy a oc
- Page 97 and 98: La guerra me alejó de mis raíces,
- Page 99 and 100: Han sido años de duro trabajo, no
- Page 101 and 102: Cuando en 1954 mi madre vino a Mont
- Page 103 and 104: Previo a atravesar el puente de los
¿Hay algo más entrañable para un mondragonés<br />
qie la visión de su magnífico ayuntamiento? Desde<br />
Montevideo no dejo de contemplarlo, en mi recuerdo.<br />
60<br />
ron demasiado para mi espíritu<br />
infantil. Y me pareció<br />
haber vivido la<br />
sensación de la felicidad<br />
personificada. Quizás algo<br />
similar a lo que sintió Sancho<br />
Panza cuando dijo a<br />
Don Quijote que allá donde<br />
esté la música no habrá<br />
lugar ni para la tristeza ni<br />
para la desgracia.<br />
Ya que he mencionado al<br />
sacristán Eugenio Krisis<br />
Elorza, no he olvidado que<br />
cierto día, estando Eugenio<br />
con el cura Don Lorenzo en<br />
la sacristía, éste le hizo la siguiente<br />
apuesta al sacristán<br />
con fama de charlatán: ¡A<br />
ver si era capaz de estar<br />
quince minutos sin decir<br />
nada a nadie! Apostaron un<br />
duro. La única condición<br />
era que Krisis debía caminar<br />
sin parar de un lado a<br />
otro de la sacristía, repitiendo<br />
esta frase: “<strong>He</strong>mendik<br />
hara eta handik hona”<br />
(De allá a acá y de acá a<br />
allá). El sacristán inició la<br />
prueba y el cura se fue en<br />
busca de Krisisesia para<br />
anunciarle que a su marido<br />
le había pasado algo y se encontraba en la sacristía murmurando cosas incomprensibles<br />
y caminando de un lado a otro; dicho lo cual, suplicó a Krisisesia<br />
que fuera a la sacristía cuanto antes. La mujer acudió y nada más verlo