09.05.2013 Views

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />

99<br />

<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />

-¿Piensas todavía en Antonio?<br />

Ella se encogió de hombros y quiso afectar indiferencia. Mas no había perdido su<br />

nostalgia.<br />

-<strong>No</strong> pienso en él, pero le recuerdo.<br />

Y al decirlo conoció <strong>un</strong> instante de poesía. Pues dicen los líricos alejandrinos <strong>que</strong> el<br />

recuerdo es como <strong>un</strong> ladrón <strong>que</strong>, agazapado entre los matorrales, espera el paso del<br />

caminante indefenso para sorprenderle.<br />

El talante juguetón de Amor se empeñó en <strong>un</strong>a travesura excesivamente osada:<br />

obligar al Tiempo a volver sobre sus pasos y encender <strong>un</strong>o a <strong>un</strong>o todos los <strong>fue</strong>gos del<br />

recuerdo. Todo ello comprendido en <strong>un</strong> rostro. Todo ello recobrado en <strong>un</strong>a barba del<br />

color del trigo.<br />

Pues cuando el romano arrodillado a sus pies levantó la vista para dirigirse a ella, la<br />

reina reconoció instantáneamente a Enobarbo. Y <strong>un</strong>a vez más, el encuentro con <strong>un</strong>a<br />

persona -cualquier persona <strong>que</strong> compartiese antaño las horas de su amor j<strong>un</strong>to a<br />

Antonio le devolvía la condena fatal de la memoria.<br />

Las personas, como los lugares, tenían esa virtud... o esa desgracia. Guardaban el eco<br />

de <strong>un</strong>a voz <strong>que</strong> no por escondida estaba muerta. Y era esta voz <strong>un</strong>a amenaza. Podía<br />

sonar de <strong>un</strong> momento a otro, sin advertir, atacando por sorpresa e hiriendo más si cabe<br />

por<strong>que</strong> la cogía desprevenida.<br />

Así es la memoria del amor perdido. Parece <strong>que</strong> se <strong>fue</strong>, pero regresa. Parece <strong>que</strong><br />

perdonó, pero condena.<br />

El fiel Enobarbo, el gran amigo, le recordaba lo mejor de Marco Antonio. Pero ella<br />

había conseguido olvidarle a <strong>fue</strong>rza de recordar sus abominaciones. Así, pues, se obligó<br />

a pensar: «Que no regrese a mí la dulzura del amante. Que no vuelva su encanto<br />

prodigioso. ¡Fuera la ternura! ¡Lejos de mí el cariño! Sólo he de recordar a <strong>un</strong> borracho<br />

infiel, a <strong>un</strong> déspota, a <strong>un</strong> hombre convertido en <strong>un</strong>a vieja acobardada».<br />

Después de cumplimentar a Enobarbo con <strong>un</strong>a gesticulación ausente <strong>que</strong> la convertía<br />

en <strong>un</strong>a máscara, <strong>que</strong>dó erguida delante del trono. Y, en tono sarcástico, dijo:<br />

-El honor <strong>que</strong> nos dispensa Antonio enviando a su mejor amigo será sin duda para<br />

conmemorar el magno aniversario...<br />

-¿De qué aniversario hablas?<br />

-Del <strong>que</strong> conmemora su abandono. Siguiendo el calendario juliano (ya ves <strong>que</strong> incluso<br />

en esto soy adicta a César) compruebo <strong>que</strong> han pasado tres años y siete meses desde<br />

<strong>que</strong> Antonio se marchó a Roma, prometiendo regresar a toda prisa. Desde a<strong>que</strong>lla fecha,<br />

no se ha dignado siquiera a recordar <strong>que</strong> en algún lugar del m<strong>un</strong>do existe <strong>un</strong>a ciudad<br />

llamada Alejandría. Donde no se le trató tan mal, según me dicen.<br />

-Añora desesperadamente la ciudad.<br />

-Señal de <strong>que</strong> la recuerda. Me complace equivocarme en este p<strong>un</strong>to. Pero cuentan las<br />

crónicas malévolas <strong>que</strong> en esta ciudad dejó Antonio dos hijos... por quienes ha<br />

manifestado nulo interés.<br />

-Mi reina...<br />

-Tengo tratamiento de rey <strong>No</strong> lo olvides.<br />

El enviado empezaba a azorarse. Sabía <strong>que</strong> <strong>un</strong>a Cleopatra juguetona era tan temible<br />

como <strong>un</strong>a Cleopatra furiosa.<br />

-¡<strong>No</strong> puedo hablar, si os trato en masculino!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!