09.05.2013 Views

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />

Cesarión<br />

Libro tercero<br />

93<br />

<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />

... Llegaste con tu encanto<br />

indefinido. Pocas líneas solamente se<br />

encuentran en la historia sobre ti...<br />

[...]<br />

te he modelado bello y sensual.<br />

Mi arte confiere a tu rostro<br />

La belleza atractiva de <strong>un</strong> <strong>sueño</strong>.<br />

C. P. CAVAFIS, Cesarión<br />

Cuando todos creían <strong>que</strong> el tiempo del olvido ya estaba consumado, llegó a Alejandría<br />

<strong>un</strong> mensajero <strong>que</strong> solicitaba ser recibido por la reina con la mayor brevedad posible. Y al<br />

comprobar el chambelán <strong>que</strong> era <strong>un</strong> soldado de Roma, supuso <strong>que</strong> la reina Cleopatra<br />

podía considerar urgente cualquier noticia <strong>que</strong> llegase de Octavio. («¿Con quién si no<br />

podría tratar?», había dicho ella misma tres años antes.)<br />

Pero el mensaje era de Marco Antonio y no procedía de Roma, ni siquiera de Atenas.<br />

Llegaba de Antioquía, en la lejana Siria, donde según las últimas noticias el procónsul<br />

preparaba <strong>un</strong>a campaña contra los partos.<br />

-Cualquier mensaje de Antonio puede esperar por toda la eternidad dijo la reina,<br />

intentando parecer implacable-. Necesitará cerveza, como siempre. Y en verdad no<br />

estaría bien visto <strong>que</strong> la reina de Egipto acudiese a proveerle después de tres años y<br />

medio de desprecios y rechazos.<br />

La reina pintaba colores atrevidos en las mejillas de <strong>un</strong> maniquí de cera <strong>que</strong><br />

reproducía sus facciones. <strong>No</strong> era <strong>un</strong>a actividad completamente nueva entre las <strong>que</strong> la<br />

ocupaban a diario. Conocedora de la importancia de la belleza en sus relaciones con los<br />

enviados del gran m<strong>un</strong>do, había aprendido a crearla donde no existía. Y educada además<br />

en doscientos años de pensamiento alejandrino, sabía valorar la teoría tanto como la<br />

práctica. De manera <strong>que</strong> <strong>un</strong> joven escribano iba anotando sus impresiones mientras el<br />

arpa de Ramose sonaba como <strong>un</strong>a deliciosa melodía de fondo <strong>que</strong> al <strong>un</strong>irse a las<br />

palabras de la reina generaba <strong>un</strong>a canción referida a la belleza.<br />

El taller de Cleopatra contenía lo más secreto de su intimidad y su acceso estaba<br />

reservado a los muy iniciados en sus intereses. De hecho, sólo la acompañaban sus<br />

doncellas y <strong>un</strong> reducido grupo de artesanos especializados en perfumes y cosméticos.<br />

Con ellos experimentaba en todo tipo de <strong>un</strong>güentos, cremas y maquillajes: delicadas<br />

<strong>un</strong>turas, exóticos potingues, tenues polvillos, rarísimas pinturas <strong>que</strong> aplicaba sobre<br />

mascarillas y maniquíes de cera, buscando nuevos resultados, anotando los aciertos o<br />

desaconsejando los más banales. Con la precisión del científico y el genio repentino del<br />

artista, iban apareciendo sobre la cera los artificios destinados a proyectar su mensaje<br />

de fascinación tina vez aplicados al rostro de Cleopatra.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!