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<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />
57<br />
<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />
caso, esta ayuda nos está costando muy cara. <strong>No</strong> sólo por lo <strong>que</strong> pagamos, sino por<strong>que</strong><br />
Roma se permite inmiscuirse en nuestro gobierno. Todo ello me indica <strong>que</strong> debemos<br />
actuar sin miramientos. <strong>No</strong> recibiréis más trigo de Egipto mientras no se revise el<br />
tratado. Y, además, con urgencia.<br />
-Partiré esta misma semana para com<strong>un</strong>icárselo al gran Octavio -contestó Marcio, a<br />
regañadientes y cuadrándose con soberbia.<br />
Se disponía a irse cuando la voz airada de la reina le retuvo:<br />
-Espera. Nadie puede retirarse sin nuestro permiso. Y no te lo hemos concedido... Por<br />
tus palabras entiendo <strong>que</strong> a partir de ahora nuestros tratos serán con Octavio.<br />
-¿Con quién si no?<br />
-Tu preg<strong>un</strong>ta es justa. En efecto: ¿caen quién si no podría tratar todo <strong>un</strong> rey de<br />
Egipto?<br />
Abandonó el salón, rodeada por los abanicos de plumas <strong>que</strong> sostenían sus damas.<br />
Continuaban acompañando su regio paso las arpas del ciego Ramose.<br />
Mientras Iris y Carmiana desnudaban a la reina detrás de <strong>un</strong> biombo, Sosígenes<br />
recogía los documentos <strong>que</strong> debía estudiar para su aprobación al día siguiente. Pero<br />
barr<strong>un</strong>taba otras palabras. Y sacudía la cabeza como signo de descontento. Al oírlo<br />
ref<strong>un</strong>fuñar, Cleopatra se echó a reír.<br />
-Cleopatra debería saber <strong>que</strong> esta euforia es ficticia -dijo el sabio-. Está escrito <strong>que</strong><br />
ning<strong>un</strong>a enfermedad se cura antes de cumplir su tiempo sobre la tierra.<br />
-El mío será corto como el de todos los mortales -replicó ella-. <strong>No</strong> estoy autorizada a<br />
malgastarlo. Cesarión me lo prohíbe. Desde su futuro, <strong>que</strong> vislumbro esplendoroso,<br />
parece gritarme: «¿Por qué malgastaste a<strong>que</strong>l instante del pasado, madre estúpida?».<br />
Sé <strong>que</strong> entonces me arrepentiré por el tiempo <strong>que</strong> dejé escapar. Intentaré recuperarlo y<br />
será en vano. Por<strong>que</strong> incluso tus compañeros, los filósofos, aseguran <strong>que</strong> ni siquiera el<br />
propio Tiempo dispone de más instantes de los <strong>que</strong> le han sido concedidos.<br />
-¡Pero no puedes acelerar el tiempo del amor, Cleopatra! Llora, ríe, desespérate,<br />
emborráchate, salta o brinca... cuanto hagas será en vano. El tiempo del amor debe<br />
cumplirse inexorablemente.<br />
Salió de detrás del biombo. Toda su autoridad <strong>que</strong>daba aliviada por <strong>un</strong>a túnica<br />
transparente, de airosos pliegues. Y llevaba los brazos desnudos y la cabellera suelta.<br />
-Cumpliré los plazos del amor y esperaré el imperio del olvido. Pude <strong>que</strong>dar encerrada<br />
en mi llanto durante los años <strong>que</strong> durara la enfermedad. Pude morir en vida. Pero esto<br />
no sería luto, sino resignación: ¡el único sentimiento <strong>que</strong> jamás se permitirá Cleopatra!<br />
<strong>No</strong> intentaré adelantar los decretos del tiempo, pues sé <strong>que</strong> éste tiene su lógica. Pero<br />
guardaré el dolor para mis noches. Los días estarán llenos de las actividades <strong>que</strong> el<br />
m<strong>un</strong>do supone a mi grandeza. ¡Alejandría me las propone a manos llenas! Gobernaré<br />
Egipto como nadie lo hiciera desde los días remotos del gran Ramsés. Consagraré mis<br />
ocios al estudio y a la lectura, como no se ha hecho desde los gloriosos días de Platón.<br />
Tomaré las grandes verdades de la vida para desentrañarlas hasta sus orígenes. Y será<br />
tanta mi actividad <strong>que</strong> nadie podrá sospechar <strong>que</strong> sufro. Ni siquiera tú, buen consejero.<br />
Ni siquiera mis damas.<br />
Su rostro se convirtió en la máscara de la gran esfinge: espejo donde van a reflejarse<br />
todos los secretos, todos los enigmas. Su sonrisa <strong>fue</strong> la de a<strong>que</strong>llas otras esfinges, más<br />
pe<strong>que</strong>ñas, <strong>que</strong> los griegos tenían en sus templos: sonrisa a medio dibujar, sonrisa<br />
impredecible, sonrisa a medio camino entre el dolor y la ironía-<br />
-Y <strong>un</strong> día llegará el olvido. Y cuando logre acceder a él podrá decirse <strong>que</strong> Cleopatra<br />
consiguió dominar al Tiempo, convirtiéndolo en su siervo.