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No digas que fue un sueño - Terenci Moix

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<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />

<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />

Diríase <strong>que</strong> era otra mujer, recién nacida con el día. La luz del sol vivificaba los<br />

atrevidos colores de su maquillaje. Los ojos volvían a ser prof<strong>un</strong>dos; los labios,<br />

ardientes; la piel, suave. Toda su majestad se entregaba a los cálidos rayos del primer<br />

sol de la mañana. Y en su voz volvió a aparecer la co<strong>que</strong>tería de <strong>un</strong> ave del paraíso.<br />

-¿Y mi pañuelo, Epistemo? ¿Ha dejado de interesarte?<br />

-Se lo he entregado a la noble Dictias, como recuerdo.<br />

-Has sido generoso, pero nefasto. Si está en posesión de <strong>un</strong>a prenda mía, si puede<br />

acariciarla cada noche, n<strong>un</strong>ca se librará de sus fantasmas.<br />

-Es el riesgo <strong>que</strong> corren tus adoradores.<br />

-Quiero premiar tus servicios al trono y tus bondades para conmigo. Atiende bien:<br />

cuando zarpemos te esperaré en mi lecho y permitiré <strong>que</strong> goces de mi cuerpo.<br />

-Ni tu cuerpo ni el mío gozarían de este encuentro. Nuestros cerebros están<br />

demasiado acostumbrados a la agonía. Además, quiero <strong>que</strong> mi vida transcurra sin morir<br />

a cada instante. Y en verdad te digo <strong>que</strong> sólo hay <strong>un</strong> medio para ello: alejar el amor de<br />

mis caminos.<br />

-Hay verdad en tus palabras. Que el amor es el descrédito de los poetas. Ellos cantan<br />

sus virtudes; él, a cambio, mata.<br />

La reina de Egipto dirigió la mirada hacia la orilla opuesta. N<strong>un</strong>ca se recortaban con<br />

tanta precisión las montañas de los sepulcros de Tebas como en a<strong>que</strong>llas primeras horas<br />

de la mañana. N<strong>un</strong>ca despedían <strong>un</strong> color tan rosado.<br />

-A<strong>un</strong><strong>que</strong> te has permitido despreciar mi cuerpo, ven después a mi camarote. Vuelvo a<br />

estar en disposición de interesarme por los problemas de los demás. En cuanto<br />

lleguemos a Tebas cabalgaremos sin dilación hacia la necrópolis de los antiguos<br />

faraones. He dispuesto <strong>que</strong> el príncipe Cesarión se reúna allí con nosotros para <strong>que</strong> por<br />

fin conozca a nuestro protegido.<br />

-Lo sabía, majestad.<br />

Ella le sonrió con la picardía <strong>que</strong> acababa de desenterrar.<br />

-Lo sabes todo, Epistemo.<br />

-Y vos también, mi reina.<br />

Intercambiaron por <strong>un</strong> instante el placer de la intriga. Y a Cleopatra le gustó volver a<br />

ser gat<strong>un</strong>a. Volver a jugar.<br />

Algo supe, Epistemo. Algo supe.<br />

La vieron subir por la rampa, sin mirar atrás. Todo su cuerpo erguido, todo su porte<br />

egregio, todo su rostro recibiendo la luz, como las grandes diosas reciben en sus<br />

máscaras el resplandor vacilante de los <strong>fue</strong>gos sagrados. Y al poner los pies en cubierta,<br />

al dejarse transportar suavemente por los brazos de sus damas de honor, dejó caer el<br />

manto rojo y su cuerpo apareció en la espléndida desnudez de las grandes hijas del<br />

amor.<br />

Por a<strong>que</strong>l esplendor conocieron los campesinos <strong>que</strong> era en realidad la reina de Egipto.<br />

Y abandonaron al <strong>un</strong>ísono la labranza para re<strong>un</strong>irse en <strong>un</strong> coro tri<strong>un</strong>fal <strong>que</strong> siguió a la<br />

nave hasta Tebas.<br />

Mientras la hermosura iba prestando sus artificios al rostro de Cleopatra, dijo ella a<br />

sus damas:<br />

-Es menester <strong>que</strong> cumplamos el aprendizaje del dolor a<strong>un</strong><strong>que</strong> sea entre risas fingidas.<br />

Y acaso sea éste el sentido del luto en todas las cosas humanas, lo cual es como decir el<br />

humano despropósito. ¿Qué otra cosa ha sido el luto de esta nave? Teñimos con colores<br />

de tiniebla los diamantes <strong>que</strong> atesora la memoria. Y ya no sé si la memoria es <strong>un</strong> bien<br />

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