No digas que fue un sueño - Terenci Moix

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09.05.2013 Views

No digas que fue un sueño 45 Terenci Moix -A vengar. -¿Y a quién consagras tu venganza? - A mi divino padre, asesinado por las fuerzas del mal. A mi divina madre Isis. -Sea, pues. Que comparezca la Sacra Familia de Egipto. Padre, madre e hijo culminarán el inmenso drama de la lucha fratricida. Aparecieron dos nuevas máscaras, aunque en esta ocasión humanas. El mancebo era Osiris, momificado, con el rostro pintado de verde y ostentando los atributos de la realeza. La doncella era Isis, ataviada con una coraza de escamas doradas y la alta corona de plumas que la distingue entre las demás diosas. -Cleopatra: tú me representas en la tierra. (Domo yo, te desposaste con tu hermano. Como yo, eres la madre de un niño divino. Como yo, amas. Y exclamó la Voz: -Sacra Familia, Padre, Madre e Hijo: representad para mi suplicante la única historia que perdura. La historia de la resurrección de la carne. ¡Que se abra el poemario de los tiempos y suene una voz más humana que la mía! Apareció entonces el más anciano entre todos los sacerdotes de Egipto. Sólo él recordaba aquellos salmos. Y la joven arpista que le acompañaba en la recitación, sintióse honrada y hasta bendita. ¡Dulce fue su melodía cuando aparecieron los animalitos que ayudaron a Horus en su descomunal combate! Pero terribles fueron los impactos de los timbales no bien surgió de las tinieblas el actor que interpretaba al malvado Set, señor del desierto, donde no crece la vida. Y cuando los actores estuvieron preparados, varias sacerdotisas descorrieron una alfombra que escondía una enorme piscina. Y en sus aguas apareció el Nilo y sus ciudades y los bosques y pantanos que fueron testigos de la magna batalla. Lanzó Cleopatra un gemido de placer, pues se había convertido en un pájaro que, desde la altura, abarcaba toda la inmensidad del suelo egipcio. Entonces, empezó su relato el anciano sacerdote... EL MISTERIO DE OSIRIS Canto el supremo misterio de la victoria del Bien sobre el Mal. Canto el combate fratricida que dividió a los hombres en su origen. Canto la resurrección de la vida sobre la muerte... Pues cuentan las historias de nuestros más lejanos padres que en un principio habitaban el cielo multitud de dioses a quienes el hombre no podía alcanzar. Y vivían los hombres en ignorancia, por lo cual eran parecidos a las bestias. Pero un hijo de los dioses se apiadó de la soledad de los hombres, se dejó conmover por su torpeza y quiso enseñarles lo que los dioses sabían. OSIRIS.-Yo soy el dios que bajó a vivir entre los hombres y a sentir como ellos y a sufrir todo el ciclo de la vida. Los enseñé a vivir del pastoreo. Los enseñé a desecar las asfixiantes ciénagas que cubrían el Nilo. Los enseñé a organizar las cosechas y a educarse en las virtudes de las plantas.

No digas que fue un sueño 46 Terenci Moix ISIS.-No bajaste solo, hermano y esposo amado. Mi fidelidad te acompañó. Tú me contagiaste el amor a los hombres y por medio de tu amor los amé. Y quise adiestrarlos en las artes de la magia. Y quise enseñarles los dones de la medicina para que pudiesen curarse de todo mal. Felices eran los esposos entre los humanos. Y amados por ellos de tal modo que los propios dioses del cielo se admiraban, pues nunca habían conseguido tanta adoración. ¡Callad! Mis ojos están a punto de contemplar los negros abismos abiertos en el fondo del corazón de un dios. ¡Callad! Se acerca la serpiente que acecha a los rosales para dejar en ellos veneno en lugar de la fragancia. Así, así ha nacido el odio en el corazón de un hermano. ¡Sí! El odio más nefasto sustituye al amor en el alma impura del hermano de 0siris. De Set, sí, a quien los extranjeros llaman Tifón, a quien los niños llaman Demonio. SET.-Mi corazón es árido como el desierto donde habito. Odio a Osiris. Los hombres le prefieren. Los dioses le prefieren. Si no he de poseer sus altas cualidades, ejerceré las mías: ¡el poder del Mal! OSIRIS.-El fratricida descuartizó mi cuerpo. El fratricida me cortó en mil pedazos. El fratricida los arrojó al Nilo para que no recibiesen sepultura. ¡Flotando va mi carne, desde el Delta que se abre a los océanos hasta las tres cataratas que llevan a las ignotas selvas de África! ISIS. ¡Crimen funesto! ¡Dolor al ver mi sangre así vertida! ¡Dolor de esposa y hermana enamorada! Osiris, tu cadáver descuartizado ya no conocerá la vida eterna. ¡El Mal cruzó los limites de la tumba! NEFTIS.-Yo, Neftis, esposa de Set, hermana de Isis, reniego de este crimen. Si hubo en mi corazón sombras de envidia, las ha borrado mi voluntad de hermana. Escucha, Isis: yo he de acompañarte en tu búsqueda de los fragmentos dispersos de tu esposo. Así, convertidas en sagradas peregrinas, Isis y Neftis recorren las tierras del Nilo. Ora encuentran la cabeza del esposo, ora un brazo o el pie o la boca. Cuando están en posesión de todo el cuerpo, Isis recurre a su ciencia extraordinaria. NEFTIS.-Isis, hermana, ¿qué haces con los pedazos de tu esposo? ISIS.-Vuelvo a unirlos como estuvieron en vida. Y así unidos, los regaré con ungüentos preciosos. Y haré más todavía: envolveré los pedazos con una sábana de finísimo lino que, manteniéndolos juntos, evitará que vuelvan a perderse. NEFTIS.-Osiris: saludo en ti al señor del otro mundo. Allí reinarás, desde allí has de juzgar nuestras culpas. Y gracias a las industrias de mi hermana, todo egipcio tendrá derecho a ser como un Osiris cuando su cuerpo sea embalsamado. Pero el mal sigue libre sobre el mundo. El mal se arroja implacable sobre las cosechas. El mal se enseñorea de !as almas. ¡Maldito Set, abominable hermano, que después de asesinar continúas tu negra misión! ISIS.-Sepan los hombres que el ojo de Osiris engendró en mis entrañas al que habrá de vengarle. Al que habrá de restituir el Bien sobre la tierra. NEFTIS.-¡Horus, hijo del sol!

<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />

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<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />

-A vengar.<br />

-¿Y a quién consagras tu venganza?<br />

- A mi divino padre, asesinado por las <strong>fue</strong>rzas del mal. A mi divina madre Isis.<br />

-Sea, pues. Que comparezca la Sacra Familia de Egipto. Padre, madre e hijo<br />

culminarán el inmenso drama de la lucha fratricida.<br />

Aparecieron dos nuevas máscaras, a<strong>un</strong><strong>que</strong> en esta ocasión humanas. El mancebo era<br />

Osiris, momificado, con el rostro pintado de verde y ostentando los atributos de la<br />

realeza.<br />

La doncella era Isis, ataviada con <strong>un</strong>a coraza de escamas doradas y la alta corona de<br />

plumas <strong>que</strong> la distingue entre las demás diosas.<br />

-Cleopatra: tú me representas en la tierra. (Domo yo, te desposaste con tu hermano.<br />

Como yo, eres la madre de <strong>un</strong> niño divino. Como yo, amas.<br />

Y exclamó la Voz:<br />

-Sacra Familia, Padre, Madre e Hijo: representad para mi suplicante la única historia<br />

<strong>que</strong> perdura. La historia de la resurrección de la carne. ¡Que se abra el poemario de los<br />

tiempos y suene <strong>un</strong>a voz más humana <strong>que</strong> la mía!<br />

Apareció entonces el más anciano entre todos los sacerdotes de Egipto. Sólo él<br />

recordaba a<strong>que</strong>llos salmos. Y la joven arpista <strong>que</strong> le acompañaba en la recitación,<br />

sintióse honrada y hasta bendita.<br />

¡Dulce <strong>fue</strong> su melodía cuando aparecieron los animalitos <strong>que</strong> ayudaron a Horus en su<br />

descom<strong>un</strong>al combate! Pero terribles <strong>fue</strong>ron los impactos de los timbales no bien surgió<br />

de las tinieblas el actor <strong>que</strong> interpretaba al malvado Set, señor del desierto, donde no<br />

crece la vida.<br />

Y cuando los actores estuvieron preparados, varias sacerdotisas descorrieron <strong>un</strong>a<br />

alfombra <strong>que</strong> escondía <strong>un</strong>a enorme piscina. Y en sus aguas apareció el Nilo y sus<br />

ciudades y los bos<strong>que</strong>s y pantanos <strong>que</strong> <strong>fue</strong>ron testigos de la magna batalla.<br />

Lanzó Cleopatra <strong>un</strong> gemido de placer, pues se había convertido en <strong>un</strong> pájaro <strong>que</strong>,<br />

desde la altura, abarcaba toda la inmensidad del suelo egipcio.<br />

Entonces, empezó su relato el anciano sacerdote...<br />

EL MISTERIO DE OSIRIS<br />

Canto el supremo misterio de la victoria del Bien sobre el Mal. Canto el combate<br />

fratricida <strong>que</strong> dividió a los hombres en su origen. Canto la resurrección de la vida sobre<br />

la muerte...<br />

Pues cuentan las historias de nuestros más lejanos padres <strong>que</strong> en <strong>un</strong> principio<br />

habitaban el cielo multitud de dioses a quienes el hombre no podía alcanzar. Y vivían los<br />

hombres en ignorancia, por lo cual eran parecidos a las bestias.<br />

Pero <strong>un</strong> hijo de los dioses se apiadó de la soledad de los hombres, se dejó conmover<br />

por su torpeza y quiso enseñarles lo <strong>que</strong> los dioses sabían.<br />

OSIRIS.-Yo soy el dios <strong>que</strong> bajó a vivir entre los hombres y a sentir como ellos y a<br />

sufrir todo el ciclo de la vida. Los enseñé a vivir del pastoreo. Los enseñé a desecar las<br />

asfixiantes ciénagas <strong>que</strong> cubrían el Nilo. Los enseñé a organizar las cosechas y a<br />

educarse en las virtudes de las plantas.

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