You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />
41<br />
<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />
-<strong>No</strong> pienses <strong>que</strong> este encuentro se debe a <strong>un</strong> capricho del azar. Muchos y muy nobles<br />
pasos <strong>fue</strong>ron preparando los tuyos. Muchas y muy nobles mentes te educaron a lo largo<br />
de los años para <strong>que</strong>, llegado el momento, pudieras inspirar al más grande príncipe <strong>que</strong><br />
en esta hora conoce el m<strong>un</strong>do. <strong>No</strong> ignoras <strong>que</strong> su ascendencia es el prodigio de <strong>un</strong>a<br />
conj<strong>un</strong>ción mítica: ¡el hijo de Julio César y de la reina <strong>que</strong> puede llegar a dominar todo el<br />
Oriente! El porvenir de Cesarión es el de Egipto. Y por extensión el de Roma, <strong>que</strong> es<br />
como decir el de Oriente y Occidente re<strong>un</strong>idos en <strong>un</strong> solo niño.<br />
-Todo cuanto me dices es tan sabido <strong>que</strong> puede estar en el habla de cualquier<br />
charlatán <strong>que</strong> masti<strong>que</strong> moscas en los muelles. Pero yo sigo gritando mi preg<strong>un</strong>ta,<br />
Epistemo. Contéstala de <strong>un</strong>a vez: ¿por qué, entre todos los sacerdotes de este o<br />
cualquier otro culto, he sido yo el elegido para formar al príncipe...?<br />
Epistemo observaba su inquietud con cierto humor.<br />
-¡Dulce Totmés! Nuestra relación no tiene remedio. Empiezo inquiriendo yo. Terminas<br />
preg<strong>un</strong>tando tú.<br />
-<strong>No</strong> preg<strong>un</strong>to, Epistemo. Exijo. Se me ha ordenado mantener <strong>un</strong> secreto <strong>que</strong> no<br />
existe. Se me ha dado <strong>un</strong>a vida <strong>que</strong> no me corresponde. ¿Es posible <strong>que</strong> todo cuanto<br />
soy, cuanto he sido, lo deba a <strong>un</strong>a intriga cuyos alcances me sobrepasan?<br />
-¿Qué te dijo la reina cuando te recibió anoche?<br />
-Que le fui recomendado por <strong>un</strong> altísimo consejo de sacerdotes. Que me correspondía<br />
enseñar a Cesarión todo cuanto a mí me han enseñado sobre el pasado de nuestro<br />
pueblo. <strong>No</strong> dijo nada más.<br />
-Poco importa <strong>que</strong> dejase deslizar <strong>un</strong>a mentira. Ella misma dejó a mi criterio cuál era<br />
el momento de deshacerla.<br />
-¡Que llegue de <strong>un</strong>a vez este momento, Epistemo!<br />
-Ha llegado. Así, pues, atiende. El consejo <strong>que</strong> te eligió no era el de los sacerdotes.<br />
Fuimos la reina y yo. Hace siete años.<br />
-Los <strong>que</strong> tiene Cesarión. Y yo tendría... diez, a lo sumo...<br />
<strong>No</strong> pudo continuar. Un vértigo desconocido se apoderó de él. Sintióse transportado<br />
por <strong>un</strong>a nube de indecisión en absoluto segura. Podía dejarle caer en cualquier instante.<br />
Podía precipitarle en <strong>un</strong> abismo cuyo fondo le aterraba descubrir.<br />
-En efecto -prosiguió Epistemo-. Tenías diez años cuando se decidió tu educación.<br />
-Pero llevaba mucho más tiempo en el santuario. A veces mis superiores bromeaban<br />
sobre mi veteranía. Si les preg<strong>un</strong>taba algo acerca de mis orígenes me decían <strong>que</strong> casi<br />
había nacido ante el altar de Isis.<br />
Volvió a interrumpirse. Inesperadamente, se aferró a las manos de Epistemo y clavó<br />
en ellas sus uñas.<br />
-¡Mi cabeza está a p<strong>un</strong>to de estallar ante tantas coincidencias! Ayúdame tú. Hay<br />
muchas cosas de mi vida <strong>que</strong> ignoro y <strong>que</strong> ansío conocer de <strong>un</strong>a vez. Demasiadas cosas<br />
<strong>que</strong>, desde niño, me convierten en <strong>un</strong> extraño entre los hombres. <strong>No</strong> sólo carezco de<br />
recuerdos de cualquier existencia anterior a mi ingreso en el santuario. Es mucho más,<br />
Epistemo. Nadie me dijo quiénes <strong>fue</strong>ron mis padres, y hoy llegas tú para recordarme <strong>que</strong><br />
sin duda los tuve. Añades dudas a las <strong>que</strong> ya albergaba. ¿Por qué tu interés por mí? ¿De<br />
dónde procede? Hace sólo media jornada no nos conocíamos, pero al verme me llamaste<br />
por mi nombre. Y me preg<strong>un</strong>taste si <strong>fue</strong> feliz mi infancia en esta provincia. Yo mismo<br />
ignoraba <strong>que</strong> había nacido en Tebas, pues mis superiores no me lo confesaron hasta<br />
hace pocas semanas. ¡Pero tú conocías esta circ<strong>un</strong>stancia y al poco de hacérmelo saber<br />
añadiste <strong>que</strong>, hace años, trataste a mis padres! Y para engañar mis posibles suspicacias,<br />
adoptaste <strong>un</strong>a apariencia de frivolidad <strong>que</strong> en nada te corresponde.