09.05.2013 Views

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />

209<br />

<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />

-¿Y Cesarión?<br />

-Tú sabrás -contestó Octavio, con la más cínica de sus sonrisas-. Le mandaste a la<br />

India, según me han contado.<br />

-Pero el brazo de Roma es más largo <strong>que</strong> todas las distancias. Prométeme <strong>que</strong> no<br />

harás daño a mi príncipe.<br />

-<strong>No</strong> puedo prometerte nada.<br />

-¡<strong>No</strong> permitas <strong>que</strong> muera sin este consuelo!<br />

Octavio dejó escapar toda su furia.<br />

-¡<strong>No</strong> hables de tu muerte, puta egipcia! Mañana mismo quiero verte en mi nave,<br />

dispuesta a partir para tu nueva patria.<br />

-Cierto -dijo ella con fingida humildad-. Tan cierto como <strong>que</strong> mis ojos verán nacer el<br />

nuevo día.<br />

La vio alejarse con paso lento y cansino, cubriéndose la cabeza con el velo negro,<br />

lanzando suspiros entrecortados. Pero al alcanzar la salida, donde la esperaban dos<br />

centuriones, se volvió por última vez y preg<strong>un</strong>tó:<br />

-¿Qué necesidad tienes de ser cruel, si ya eres poderoso?<br />

-Cuando todo en la vida fracasa debemos entender <strong>que</strong> ésta no nos quiere. Es la vida<br />

quien nos echa de su lado, no nosotros a ella. Pero hay <strong>que</strong> tener valor para dejarla. Y<br />

elegancia para <strong>que</strong> la salida sea a tiempo.<br />

<strong>No</strong> permanecieron encerradas en palacio, sino <strong>que</strong> regresaron al mausoleo. Y a<strong>un</strong><strong>que</strong><br />

Octavio había ordenado reforzar la guardia ante la puerta principal, con la orden expresa<br />

de <strong>que</strong> sus oficiales impidiesen la entrada a la reina, ésta y sus damas conocían a la<br />

perfección los pasadizos secretos <strong>que</strong> com<strong>un</strong>icaban el monumento con las distintas<br />

partes del palacio, y, además, disponían de servidores fieles <strong>que</strong> se cuidaban de<br />

emborrachar a los centinelas romanos. De modo <strong>que</strong> no le <strong>fue</strong> difícil a la reina entrar en<br />

la tumba por <strong>un</strong>a estrecha abertura disimulada tras <strong>un</strong>a mampara ficticia de la cámara<br />

mortuoria.<br />

Sonaba con lánguidos acentos <strong>un</strong> arpa inconf<strong>un</strong>dible. Y al desviar la mirada hacia <strong>un</strong><br />

rincón iluminado por <strong>fue</strong>gos dedicados a Hator, descubrieron a Ramose.<br />

-¡Estrella de Egipto! -gemía el ciego-. Tu luz no ha de apagarse mientras suene mi<br />

música.<br />

-Te pido <strong>que</strong> nos dejes, Ramose, por<strong>que</strong> en verdad te digo <strong>que</strong> ésta es <strong>un</strong>a ceremonia<br />

muy íntima.<br />

-Te has vuelto egoísta, reina mía. Por<strong>que</strong> te dispones a escuchar músicas celestiales y<br />

te avergüenzas de mi pobre arpa. Pero yo siempre toqué lo mejor <strong>que</strong> supe y mucho<br />

más pude aprender por<strong>que</strong> tú me inspirabas. <strong>No</strong> he tenido más hogar <strong>que</strong> tu palacio<br />

donde nací en tiempos de tu padre. Y no tendré otra vida si termina la tuya ni otra<br />

ciudad si muere Alejandría.<br />

-La música de los altos cielos no será tan hermosa como la tuya. Es el primer sonido<br />

<strong>que</strong> escuché y el <strong>que</strong> arrulla todos mis recuerdos como el bramido de las olas y la brisa<br />

del Nilo. Pero hoy, Ramose, viene a buscarme <strong>un</strong> amante tan celoso <strong>que</strong> no puedo<br />

compartirlo con nadie. Vete ya, y sin temor alg<strong>un</strong>o, pues he dispuesto <strong>que</strong> <strong>un</strong>os amigos<br />

fieles cuiden de ti y te he asignado <strong>un</strong>as propiedades <strong>que</strong> te ayudarán a vivir con<br />

holganza el resto de tus días.<br />

Condujeron a Ramose hasta la puerta y la reina escribió <strong>un</strong>a carta apresurada al gran<br />

Octavio. En ella le com<strong>un</strong>icaba su decisión de darse a la muerte y suplicaba de nuevo los<br />

mejores tratos para el príncipe Cesarión.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!