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No digas que fue un sueño - Terenci Moix

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<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />

<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />

Le condujo hasta el lecho de plumas <strong>que</strong>, dominando todo el esplendor de la terraza,<br />

alcanzaba a abarcar la caída del sol sobre los mares. Y Antonio <strong>que</strong>dó tendido, con la<br />

cabeza depositada en su regazo y los ojos fijos en nubes huidizas <strong>que</strong> tenían el color de<br />

la azalea.<br />

-Dentro de poco tu pelo estará completamente blanco y yo lo amaré más todavía. <strong>No</strong><br />

tendré miedo, Antonio.<br />

-Estoy sucio, mi reina.<br />

-¡Y estando sucio limpias así mi alma!<br />

Vengo derrotado.<br />

-¡Y estando derrotado haces <strong>que</strong> me sienta tri<strong>un</strong>fadora! Entonces quédate para<br />

siempre en Alejandría, Marco Antonio. Por<strong>que</strong> cuando estés limpio y vuelvas a obtener<br />

victorias llevarás a su culminación este instante único.<br />

Le besó en la frente. Todos los m<strong>un</strong>dos <strong>que</strong> había vivido dentro de sí misma, todos los<br />

años <strong>que</strong> se habían ido acumulando sin an<strong>un</strong>ciarse, colisionaban en <strong>un</strong>a apoteosis<br />

maravillosa, más aún <strong>que</strong> la lucha de los planetas en la mágica noche de Osiris.<br />

-Mandaré <strong>que</strong> te sirvan de beber. ¿<strong>No</strong>te acuerdas <strong>que</strong> en la corte de Cleopatra incluso<br />

el vino está perfumado? Y haré más con tal de darte gusto: entre las diminutas ondas de<br />

vino navegarán, sólo para ti, perlas divinas, esmeraldas, topacios y berilos...<br />

-Ya no, Cleopatra. Pasó el tiempo.<br />

-¿Es <strong>que</strong> Antonio, además de mendigo, vuelve a Cleopatra morib<strong>un</strong>do?<br />

Él cerró los ojos. Las uñas plateadas de la reina <strong>fue</strong>ron a pasear sobre sus párpados<br />

demasiado enrojecidos. Y también en ellos palpó surcos diminutos.<br />

Regresaba el pasado. La gloria del pasado. Y asimismo sus torturas.<br />

-Todo en ti era fantasía -susurraba Antonio-. Cuando, abrazada a mi cuerpo, me<br />

sugerías al oído las posturas más originales del deseo. Cuando ordenabas a tus esclavos<br />

<strong>que</strong> las representasen ante nuestros ojos mientras yo te poseía. Cuando organizabas <strong>un</strong><br />

festín, cuando elegías mis vinos, cuando nos mezclábamos disfrazados entre las<br />

multitudes del puerto:.. ¿Qué otra mujer pudo conocerme mejor? ¿A qué mujer conocí<br />

menos?<br />

-Y sin embargo estaba a tu lado, estaba entera detrás de los disfraces <strong>que</strong> exigías...<br />

-En los amargos días de la derrota se me aparecía constantemente Cleopatra vestida<br />

de luto. Era más bella aún <strong>que</strong> en los festines, mucho más deseable <strong>que</strong> en los lechos de<br />

plumas, mucho más amada <strong>que</strong> en la intensidad del placer. Y entre tanta belleza, yo no<br />

sabía comprender qué lugar podía ocupar Antonio...<br />

-Todos los lugares. Y ahora, mi regazo.<br />

-¡Tu regazo! -sonrió él, tratando de incorporarse fatigosamente-. ¡Antonio habrá<br />

retrocedido tanto <strong>que</strong> se encontrará en la niñez sin él saberlo!<br />

-Los niños, los locos, los iluminados son los predilectos de la gran madre Isis. Yo la<br />

represento en la tierra, Antonio...<br />

-N<strong>un</strong>ca hubo madre, <strong>fue</strong>se mujer o diosa, <strong>que</strong> tuviera <strong>un</strong> hijo tan viejo.<br />

Ahora <strong>fue</strong> él quien la tomó entre sus brazos, quien recibió las tenues mejillas sobre su<br />

coraza de cuero deslucido por los zarpazos del viento, res<strong>que</strong>brajado por los rasguños de<br />

la derrota.<br />

-Un día te dije <strong>que</strong> te tomaba de igual a igual, pero ahora no es posible por<strong>que</strong> yo<br />

llego destruido y tú estás tri<strong>un</strong>fante. Deja <strong>que</strong> los días pasen. Deja <strong>que</strong> vuelva a sentir el<br />

aire de Alejandría. Emprenderemos el proyecto <strong>que</strong> ha de ponernos de nuevo en paridad<br />

de condiciones. Te daré lo <strong>que</strong> te prometí. Devolveré a Egipto sus posesiones en Asia. Y<br />

cuando el Nilo efectúe su gran crecida verás a Cesarión convertido en rey de Egipto.<br />

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