You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />
131<br />
<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />
pucho de perfección <strong>que</strong> al instante de servirlo podría marchitarse. Y si Antonio pide su<br />
cena en este mismo momento, pero de repente tiene algún antojo o desea entregarse a<br />
la bebida y, por tanto, deja de lado el plato, es preciso tener preparado otro para<br />
servírselo no bien se le antoje. Por lo cual entenderás <strong>que</strong> es necesario tener preparadas<br />
varias cenas a la vez, ya <strong>que</strong> resulta imposible adivinar la hora exacta en <strong>que</strong> puede<br />
producirse el capricho...».<br />
Mayores <strong>fue</strong>ron aún los caprichos de Antonio en Antioquía, y mayor el empeño de<br />
Cleopatra en conducirlos a todos a buen puerto. Por sus fastos, sus excesos, sus<br />
extravagancias, a<strong>que</strong>lla capital pasó a ser la Ciudad Inimitable, pues ning<strong>un</strong>a pudo<br />
ofrecer <strong>un</strong> género de vida <strong>que</strong> la superase en esplendor, o tan siquiera <strong>que</strong> se le<br />
aproximase.<br />
Cada madrugada, la reina desnudaba a su amante con sus propias manos y yacía<br />
sobre su cuerpo, recostando la mejilla en el pecho encanecido. Escuchaba, sin<br />
atenderlos, los murmullos <strong>que</strong> llegaban desde más allá de la embriaguez. Dejaba volar<br />
sus propios pensamientos hacia los rocosos acantilados, los agrestes rompientes <strong>que</strong> los<br />
separaban de la tierra <strong>que</strong> Antonio debía conquistar como inicio de su prodigioso dominio<br />
sobre Oriente. Pensaba en Partia, sí, y se preg<strong>un</strong>taba con cierta inquietud si el<br />
renacimiento de su antiguo amor por Antonio llegaría por los caminos de a<strong>que</strong>l placer<br />
convertido en cotidiano o bien cuando depositase a sus pies el territorio vencido y los<br />
laureles del vencedor.<br />
Ning<strong>un</strong>o de sus adivinos consiguió sacarla de dudas. Pero <strong>un</strong> ligero estremecimiento<br />
recorría su cuerpo no bien pensaba en la posibilidad del amor, no bien se imaginaba a sí<br />
misma recorriendo de nuevo a<strong>que</strong>llos edenes cuyos preciosos y perfumados árboles<br />
escondían tantas espinas.<br />
Cuando supo <strong>que</strong> volvía a estar embarazada de Antonio, ya no pensó en el amor ni en<br />
los edenes. Comprendió <strong>que</strong> daría a luz a <strong>un</strong> hijo de la estrategia.<br />
Antonio estaba discutiendo con sus oficiales cuando le an<strong>un</strong>ciaron <strong>que</strong> el rey de Egipto<br />
solicitaba ser recibido en audiencia protocolaria. Y Enobarbo se echó a reír, recordando<br />
su apuro cuando Cleopatra le recibió en Alejandría, acogiéndose a a<strong>que</strong>l tratamiento.<br />
-Serán sin duda negocios de gobierno -murmuró Antonio.<br />
Y dejó de lado <strong>un</strong> p<strong>un</strong>tal de plata <strong>que</strong> hasta a<strong>que</strong>l momento había utilizado para<br />
señalar los territorios de los partos en <strong>un</strong> mapa colgado entre dos columnas.<br />
-Los negocios de estado del rey egipcio retrasan, <strong>un</strong>a vez más, los as<strong>un</strong>tos de guerra<br />
del general romano -ref<strong>un</strong>fuñó <strong>un</strong> viejo oficial llamado Demetrio-. Los partos pueden<br />
esperar tranquilos a las puertas de sus casas, pues la guerra pasa de largo ante sus<br />
narices para ir a languidecer en el lecho del amor.<br />
Antonio soltó <strong>un</strong>a sonora carcajada, mientras el esclavo Ionides le ayudaba a ponerse<br />
la más costosa de sus túnicas orientales.<br />
-En el lecho del amor n<strong>un</strong>ca ha entrado el rey de Egipto. Está permanentemente<br />
reservado a la adorable sirena de Alejandría. Por esto te digo, Demetrio, <strong>que</strong> si<br />
Cleopatra recurre a su título de coronación para visitarme debe ser por<strong>que</strong> su embajada<br />
concierne a la política, no al amor. Y en esta campaña la política es tan importante como<br />
la guerra misma.<br />
-Lo sería si Antonio <strong>fue</strong>se <strong>un</strong> político -insistió Demetrio, bajo la mirada desconfiada de<br />
los demás oficiales-. Pero Antonio es <strong>un</strong> guerrero, y además el mejor de su oficio. Un<br />
oficio <strong>que</strong>, a pesar de reiterados an<strong>un</strong>cios, se resiste a practicar. Hace ya meses <strong>que</strong> sus<br />
soldados se aburren en el campamento. Están hartos de repetir continuamente <strong>un</strong>a<br />
instrucción <strong>que</strong> no necesitan. Se preg<strong>un</strong>tan a qué vienen tantas marchas, tanto cavar