09.05.2013 Views

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

No digas que fue un sueño - Terenci Moix

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>No</strong> <strong>digas</strong> <strong>que</strong> <strong>fue</strong> <strong>un</strong> <strong>sueño</strong><br />

108<br />

<strong>Terenci</strong> <strong>Moix</strong><br />

Octavio se peleen a muerte. Si llegaran a ponerse de acuerdo, Egipto se convertiría en<br />

provincia romana.<br />

Dio <strong>un</strong> brusco manotazo <strong>que</strong> rechazaba la vida entera de Octavio. Su mirada, después<br />

de recorrer espacios inciertos, se posaba ya en las costas de Siria.<br />

-¡Que se <strong>que</strong>de Octavio con Roma! -exclamó-. ¡Que extienda sus tentáculos sobre<br />

todo Occidente! Cuanto más lejos, mejor. Mientras, yo viajaré a Siria para trabajar por<br />

los intereses de Egipto y dirigiré los deseos de Antonio hacia las rutas <strong>que</strong> todavía no<br />

han sido holladas por las botas de Roma.<br />

-Algún día lo harán. ¿Quién podría detenerlas?<br />

-Un guerrero y <strong>un</strong>a reina -dijo ella con decisión.<br />

-Es decir, dos amantes.<br />

Ella se incorporó. En su decisión no había límites. Para su empuje no había descanso.<br />

-Una espada y <strong>un</strong> cerebro. La ambición y la mano <strong>que</strong> la ejecuta. Serán inseparables.<br />

Y algún día podrá decir la Historia <strong>que</strong> Roma sólo llegó a temblar ante los ejércitos de<br />

Aníbal... y ante <strong>un</strong>a serpiente del Nilo.<br />

«Ciudad odiosa -solía exclamar Totmés para sus adentros-. Alejandría, c<strong>un</strong>a de todas<br />

las abominaciones. Alejandría, revoltijo de razas impúdicas. Quien te f<strong>un</strong>dó no podía ser<br />

egipcio. Quien logre amarte siempre será <strong>un</strong> extranjero sobre la tierra.»<br />

Alejandría cerca de Egipto. <strong>No</strong> de Egipto. Ni siquiera en él. Solamente «cerca», en<br />

opinión de los contemporáneos. Ciudad en todo extraña al país cuyos límites cerraba.<br />

Invención demasiado moderna, transmitida en herencia a <strong>un</strong>a familia singular. Legado<br />

de ambigüedad para <strong>un</strong>a dinastía de sangre macedónica <strong>que</strong> al prendarse de las<br />

peculiaridades de Oriente las convirtió en corrupción.<br />

Y Totmés, <strong>que</strong> regresaba a palacio atravesando los jardines de Serapis, tuvo miedo<br />

<strong>un</strong>a vez más. Por<strong>que</strong> le angustiaba a<strong>que</strong>l dios inventado por los Tolomeos a base de<br />

mezclar tendencias aisladas de divinidades griegas con rasgos originales de las<br />

divinidades egipcias.<br />

Por<strong>que</strong>, además, todo en Alejandría vacilaba entre m<strong>un</strong>dos opuestos y, a menudo,<br />

litigantes. Por<strong>que</strong> su alma sentíase rechazada por las calles abocadas al mar, los palacios<br />

blancos como espectros, las avenidas impolutas, inmensas, infinitamente más anchas<br />

<strong>que</strong> las mejores de sus ciudades del Alto Nilo.<br />

Pero sobre cualquier otra consideración latía el pavor <strong>que</strong> le inspiraba el mar. Y le<br />

dominaba la indignación al pensar <strong>que</strong> <strong>un</strong> mozuelo, por muy Magno <strong>que</strong> <strong>fue</strong>se, pudiera<br />

inventarse <strong>un</strong>a ciudad condenada a ser acariciada constantemente por las olas<br />

encubridoras de los abismos tenebrosos en cuyas simas ningún dios egipcio se atrevió a<br />

habitar.<br />

A fin de exorcizar sus miedos, a<strong>que</strong>l Totmés <strong>que</strong> no era sino <strong>un</strong> trasplantado en<br />

Alejandría, continuaba invocando al genio del Nilo; al bondadoso Hapi, el dios<br />

hermafrodita <strong>que</strong>, en los relieves antiguos, ofrecía a los grandes faraones los<br />

maravillosos dones vegetales <strong>que</strong> sólo el gran río puede deparar.<br />

En su aversión hacia el mar Totmés demostraba <strong>que</strong> era <strong>un</strong> egipcio de corazón. Y en<br />

su vehemente desprecio hacia el cosmopolitismo de Alejandría ratificaba lo obstinado de<br />

sus raíces nilóticas. Muy especialmente a<strong>que</strong>lla mañana en <strong>que</strong> se había visto envuelto<br />

en el intenso tráfico del mercado de los ídolos, conj<strong>un</strong>to adyacente al barrio de los<br />

templos, donde se venden todo tipo de imágenes de los dioses principales e incluso de<br />

los sec<strong>un</strong>darios (pues el pueblo es imprevisible en su piedad).<br />

Y al mezclarse con la multitud <strong>que</strong> iba y venia de acá para allá, formando <strong>un</strong>a marea<br />

tumultuosa muy capaz de devorarse a sí misma, comprendió Totmés por qué no se

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!