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Manu<strong>el</strong> Alfonseca<br />
-¿Estás loca? ¿Qué pue<strong>de</strong>s hacer tú por él? ¿Quieres que su sacrificio sea en vano?<br />
La muchacha luchó por liberarse <strong>de</strong> sus fuertes brazos. Por fin, reconociendo la<br />
inutilidad <strong>de</strong> sus esfuerzos, se volvió como loca hacia <strong>el</strong> rey y exclamó:<br />
-¡<strong>Tivo</strong>! ¡Si eres hombre, haz algo! ¡Defién<strong>de</strong>le! ¡Lucha por él! ¡Muere por él!<br />
Pero <strong>Tivo</strong> permaneció con la cabeza baja, mirando al su<strong>el</strong>o y con la espada <strong>de</strong>snuda<br />
apenas sostenida por sus <strong>de</strong>dos fláccidos y <strong>de</strong>sfallecidos.<br />
-¡Cobar<strong>de</strong>! -gritó <strong>El</strong>av<strong>el</strong>-. ¡Tienes miedo! -y no pudo <strong>de</strong>cir más, pues los sollozos<br />
ahogaron su voz.<br />
Entretanto, en <strong>el</strong> centro <strong>de</strong> la plaza, la multitud había cobrado valor al darse cuenta <strong>de</strong><br />
que su enemigo no pensaba resistirles. Poco a poco fueron cerrando <strong>el</strong> cerco y se<br />
atrevieron a golpearle con los puños. Algunos blandieron armas blancas. Kial<br />
<strong>de</strong>sapareció bajo <strong>el</strong> ataque <strong>de</strong> la turbamulta.<br />
Un alarido <strong>de</strong> triunfo atravesó <strong>el</strong> aire. Mil personas lanzaron vítores saludando la muerte<br />
<strong>de</strong> su temido adversario. <strong>El</strong>av<strong>el</strong> dio un grito y quedó exánime entre los brazos <strong>de</strong> Toral,<br />
que aun la sujetaba.<br />
De pronto, un rayo hendió los ci<strong>el</strong>os y cayó sobre <strong>el</strong> monumento central <strong>de</strong> la plaza. La<br />
multitud, enloquecida y temiendo un ataque <strong>de</strong> fuerzas sobrenaturales, huyó y se<br />
dispersó en todas direcciones. Poco <strong>de</strong>spués, la explanada quedaba <strong>de</strong>sierta, a excepción<br />
<strong>de</strong> los tres amigos. En <strong>el</strong> lugar <strong>de</strong> los hechos sólo se veía <strong>el</strong> cuerpo <strong>de</strong> Kial, junto al que<br />
yacía <strong>el</strong> águila <strong>de</strong> oro, partida en tres pedazos.<br />
Las nubes se abrieron por fin, como habían estado amenazando todo <strong>el</strong> día, y una<br />
sábana <strong>de</strong> agua cubrió la ciudad. La visibilidad era casi nula.<br />
-¡Aprisa! -exclamó Toral-. Recojamos su cuerpo y escapemos <strong>de</strong> aquí.<br />
Entre <strong>Tivo</strong> y Toral transportaron <strong>el</strong> cadáver <strong>de</strong> Kial, que les pareció ligero como una<br />
pluma. <strong>El</strong>av<strong>el</strong>, entretanto, marchaba tras <strong>el</strong>los, tambaleándose y no muy segura <strong>de</strong><br />
dón<strong>de</strong> ponía los pies. Al llegar ante la puerta <strong>de</strong> su casa, Toral hizo la señal convenida y<br />
pasaron directamente al establo, don<strong>de</strong> los caballos estaban dispuestos para partir.<br />
-Debéis marchar cuanto antes -dijo-. Pronto se <strong>de</strong>scubrirá la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> la Bola <strong>de</strong><br />
Duva y registrarán toda la ciudad.<br />
-¿No vas a acompañarnos? -preguntó <strong>Tivo</strong>, sorprendido.<br />
-No. Mi lugar está aquí. No temáis, no me ocurrirá nada. Tengo amigos po<strong>de</strong>rosos.<br />
A<strong>de</strong>más, somos muchos los <strong>de</strong>scontentos. Creo que no nos será difícil organizar un<br />
levantamiento popular contra <strong>el</strong> monarca reinante, para poner en su lugar a su sobrino,<br />
más digno, en mi opinión, <strong>de</strong> ocupar <strong>el</strong> trono. La <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l emblema real, <strong>el</strong><br />
monumento <strong>de</strong> la plaza, será interpretada por muchos como una señal <strong>de</strong>l ci<strong>el</strong>o. Otro<br />
tanto suce<strong>de</strong>rá cuando se <strong>de</strong>n cuenta <strong>de</strong> que han perdido su fetiche.<br />
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