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Manu<strong>el</strong> Alfonseca<br />
Caía la noche cuando al fin quedaron a solas y Toral hizo seña a sus amigos <strong>de</strong> que lo<br />
siguieran. En esta zona las calles eran más rectas y les condujeron con rapi<strong>de</strong>z al punto<br />
don<strong>de</strong> Toral quería llevarles: la cumbre, que era plana y había sido convertida en una<br />
inmensa plaza. Un lado <strong>de</strong> ésta estaba totalmente ocupado por un edificio gigantesco,<br />
impresionante por su magnificencia y riqueza.<br />
-<strong>El</strong> palacio <strong>de</strong>l rey -indicó su compañero. <strong>Tivo</strong> no pudo evitar compararlo con <strong>el</strong> suyo,<br />
mucho más mo<strong>de</strong>sto. Pero no sintió <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> cambiarse por <strong>el</strong> monarca <strong>de</strong> Klír.<br />
En <strong>el</strong> centro <strong>de</strong> la plaza se alzaba un monumento <strong>de</strong> piedra que representaba una<br />
<strong>el</strong>evada montaña sobre la que se posaba un águila majestuosa, <strong>de</strong> oro macizo, símbolo<br />
<strong>de</strong> la monarquía <strong>de</strong> Klír. Al otro extremo <strong>de</strong> la explanada se <strong>el</strong>evaba una torre altísima y<br />
muy estrecha, adosada a una construcción r<strong>el</strong>ativamente pequeña, pero muy ornada.<br />
Una doble fila <strong>de</strong> personas entraba y salía por sus recargadas puertas. Toral les indicó<br />
que ocuparan su lugar en la hilera.<br />
A su <strong>de</strong>bido tiempo penetraron en <strong>el</strong> edificio, que estaba profusamente iluminado por<br />
hachones y v<strong>el</strong>as. <strong>El</strong> interior era una gran sala, sin divisiones <strong>de</strong> ninguna especie. Aparte<br />
<strong>de</strong> la entrada principal, que daba a la calle, sólo se veía una puerta en la pared <strong>de</strong> la<br />
izquierda, que sin duda comunicaba con la torre. No había ninguna otra abertura en los<br />
muros, ni siquiera ventanas. En <strong>el</strong> centro <strong>de</strong>l recinto se alzaba una tarima <strong>el</strong>evada y,<br />
sobre <strong>el</strong>la, una urna <strong>de</strong> cristal que contenía un objeto redondo, flanqueada por dos<br />
soldados. La fila <strong>de</strong> visitantes daba vu<strong>el</strong>ta a la tarima y volvía a salir al exterior. Al<br />
pasar ante la urna, casi todos <strong>el</strong>los se inclinaban y hacían gestos <strong>de</strong>l mayor respeto e<br />
incluso, hubiera dicho <strong>Tivo</strong>, <strong>de</strong> adoración. Toral señaló <strong>el</strong> objeto contenido en la urna y<br />
dijo:<br />
-Ahí tenéis la Bola <strong>de</strong> Duva.<br />
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