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El viaje de El viaje de Tivo el Arriesgado

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<strong>El</strong> <strong>viaje</strong> <strong>de</strong> <strong>Tivo</strong> <strong>el</strong> <strong>Arriesgado</strong><br />

satisfizo a <strong>Tivo</strong>, aunque la tensión reinante le impidió reanudar la conversación con<br />

cualquiera <strong>de</strong> <strong>el</strong>los.<br />

Las horas pasaron en silencio. Pronto oscureció y dio comienzo la que había <strong>de</strong> ser la<br />

última noche en la vida <strong>de</strong> estos tres hombres. Las estr<strong>el</strong>las fueron encendiéndose<br />

paulatinamente. <strong>Tivo</strong> las contempló y recordó <strong>el</strong> maravilloso aspecto <strong>de</strong>l ci<strong>el</strong>o nocturno<br />

en <strong>el</strong> Valle Perdido. Le pareció que hacía mucho tiempo, tal vez años, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que salió<br />

<strong>de</strong> allí. Habían sido los momentos más f<strong>el</strong>ices que pasó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que tuvo la noticia <strong>de</strong> la<br />

enfermedad <strong>de</strong> Aguamarina y partió para realizar su <strong>de</strong>sesperada misión.<br />

En medio <strong>de</strong> sus ensueños le sobresaltó oír un sonido inesperado, semejante a un<br />

silbido. <strong>El</strong> silencio <strong>de</strong> la noche era tan absoluto que cualquier roce parecía amplificarse<br />

hasta volúmenes <strong>de</strong>smesurados. Se incorporó y miró a su alre<strong>de</strong>dor. Sus dos<br />

compañeros dormían. En <strong>el</strong> campamento tampoco se observaban señales <strong>de</strong> vida, pero<br />

tuvo la sensación <strong>de</strong> que en la escena había algún <strong>el</strong>emento extraño, algo que no <strong>de</strong>bería<br />

estar allí. Le costó darse cuenta <strong>de</strong> que lo que sucedía era exactamente lo contrario:<br />

faltaba algo, un ingrediente <strong>de</strong>l paraje que le ro<strong>de</strong>aba que hasta entonces le había<br />

parecido imprescindible. ¿Dón<strong>de</strong> estaba <strong>el</strong> guardián?<br />

De pronto <strong>de</strong>saparecieron la somnolencia y los recuerdos <strong>de</strong>l pasado. Si <strong>el</strong> vigilante se<br />

había marchado podían tener una ocasión única para escapar. Por lo menos, él estaba<br />

dispuesto a intentarlo.<br />

Se puso en pie. Buscó con la mirada a los otros guardianes, más alejados, que Toral le<br />

había señalado. No había nadie a la vista. Se disponía a <strong>de</strong>spertar a sus compañeros<br />

cuando vio erguirse una sombra al otro lado <strong>de</strong> la empalizada.<br />

Se le cayó <strong>el</strong> alma a los pies. Éste <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser <strong>el</strong> guardián. Se sintió lleno <strong>de</strong><br />

indignación y se lanzó contra la sombra, pero inmediatamente se <strong>de</strong>tuvo en seco. Había<br />

oído una voz cuchicheante que le <strong>de</strong>cía:<br />

-¡Quieto, <strong>Tivo</strong>! No hagas ruido. Soy yo.<br />

Era <strong>El</strong>av<strong>el</strong>.<br />

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