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El viaje de El viaje de Tivo el Arriesgado

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Manu<strong>el</strong> Alfonseca<br />

La cabalgata avanzaba en aqu<strong>el</strong>los momentos por la calle central <strong>de</strong> un campamento <strong>de</strong><br />

gran<strong>de</strong>s tiendas <strong>de</strong> lona, llenas <strong>de</strong> remiendos, <strong>de</strong> las que habría unas cincuenta.<br />

Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los jinetes se agolpaba un grupo <strong>de</strong> algunas <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> mujeres, otros<br />

tantos chiquillos, así como unos pocos ancianos. Los niños, semi<strong>de</strong>snudos y<br />

harapientos, corrían tras <strong>de</strong> los caballos y gritaban con toda la fuerza <strong>de</strong> sus pulmones.<br />

La meta hacia la que se dirigían los jinetes se encontraba al otro extremo <strong>de</strong>l pueblo y<br />

consistía en un par <strong>de</strong> someros cercados vigilados por un nómada. En uno <strong>de</strong> estos<br />

cercados, <strong>el</strong> más extenso, <strong>Tivo</strong> pudo ver un par <strong>de</strong> docenas <strong>de</strong> caballos. <strong>El</strong> otro, mucho<br />

más reducido, <strong>de</strong> unos cincuenta pasos <strong>de</strong> perímetro, estaba ocupado por un hombre<br />

solo.<br />

Los captores <strong>de</strong> <strong>Tivo</strong> hicieron alto ante lo que evi<strong>de</strong>ntemente era su caballeriza y<br />

<strong>de</strong>smontaron. Sin ningún miramiento, dos <strong>de</strong> los hombres que allí estaban y que se<br />

habían puesto en pie al ver llegar la comitiva, agarraron al rey, le condujeron hacia <strong>el</strong><br />

recinto más pequeño y le arrojaron al interior por encima <strong>de</strong> la empalizada sin<br />

molestarse en quitarle las ligaduras. La violencia <strong>de</strong> la caída colmó la resistencia <strong>de</strong><br />

<strong>Tivo</strong>, ya reducida por las penalida<strong>de</strong>s que había sufrido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su captura, y se quedó<br />

totalmente inmóvil y aturdido durante un buen rato.<br />

Poco a poco fue volviendo en sí. Notó primero que podía mover los miembros, cosa que<br />

le costó trabajo compren<strong>de</strong>r, pues no recordaba que nadie se hubiese molestado en<br />

<strong>de</strong>satarle. Después se dio cuenta <strong>de</strong> que había un hombre a su lado que le hablaba, pero<br />

le fue totalmente imposible concentrarse para compren<strong>de</strong>r lo que <strong>de</strong>cía y mucho menos<br />

para contestar a sus palabras.<br />

<strong>El</strong> <strong>de</strong>sconocido, que evi<strong>de</strong>ntemente le había librado <strong>de</strong> las cuerdas que le sujetaban,<br />

guardó silencio cuando se dio cuenta <strong>de</strong> que <strong>Tivo</strong> se sentía incapaz <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>rle y se<br />

alejó <strong>de</strong> su lado. <strong>El</strong> rey volvió a caer en <strong>el</strong> estado <strong>de</strong> estupefacción provocado por <strong>el</strong><br />

agotamiento y permaneció en él durante largo rato. Por fin, un sueño reparador, aunque<br />

inquieto, se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> él y le permitió olvidar por <strong>el</strong> momento la situación en que se<br />

encontraba.<br />

Despertó al alba y se incorporó. No muy lejos <strong>de</strong> don<strong>de</strong> él estaba, su compañero <strong>de</strong><br />

cautiverio dormía. A pocos pasos <strong>de</strong> la empalizada, uno <strong>de</strong> los nómadas hacía guardia<br />

<strong>de</strong> espaldas a los prisioneros. Más allá, <strong>el</strong> campamento aparecía <strong>de</strong>sierto y silencioso.<br />

-¿Por qué no me habrán matado? -murmuró en voz alta.<br />

-Yo puedo explicárt<strong>el</strong>o -dijo una voz a su espalda. <strong>Tivo</strong> se volvió. <strong>El</strong> otro hombre había<br />

<strong>de</strong>spertado y le observaba, sentado en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o en <strong>el</strong> mismo lugar don<strong>de</strong> había pasado la<br />

noche.<br />

-¿Quién eres? -preguntó <strong>Tivo</strong> al <strong>de</strong>sconocido.<br />

-Me llamo Toral y vengo <strong>de</strong> un país lejano, hacia <strong>el</strong> oeste, cerca <strong>de</strong>l mar -contestó-. Por<br />

tu aspecto, tú tampoco pareces <strong>de</strong> aquí. ¿De dón<strong>de</strong> proce<strong>de</strong>s?<br />

-D<strong>el</strong> reino <strong>de</strong> Tiva, que también se encuentra próximo a otro mar, al este <strong>de</strong> este lugar.<br />

Mi nombre es <strong>Tivo</strong>. -Por <strong>el</strong> momento, consi<strong>de</strong>ró conveniente ocultar su rango.<br />

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