Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> <strong>viaje</strong> <strong>de</strong> <strong>Tivo</strong> <strong>el</strong> <strong>Arriesgado</strong><br />
Luchó por sobreponerse a la <strong>de</strong>sesperación. Al fin y al cabo, aun vivía. Tal vez no todo<br />
estuviera perdido. ¿Por qué no le habrían matado?<br />
Con un esfuerzo, logró incorporarse y mirar a su alre<strong>de</strong>dor. Era <strong>de</strong> noche. ¿Cuántas<br />
horas habrían transcurrido? La luna menguante acababa <strong>de</strong> <strong>el</strong>evarse sobre <strong>el</strong> horizonte<br />
<strong>de</strong>l este. A su luz plateada pudo ver que se encontraba en su propio campamento. Éste<br />
había sido saqueado. Los restos <strong>de</strong> su equipaje que los nómadas no habían codiciado<br />
yacían esparcidos por doquier. Pudo distinguir a varios <strong>de</strong> sus captores, que dormían<br />
tendidos junto a los rescoldos <strong>de</strong> la hoguera. Algo más allá se veían las sombras <strong>de</strong><br />
varios caballos. Dos bultos oscuros a cierta distancia <strong>de</strong> éstos le indicaron que los<br />
nómadas no pensaban correr riesgos, pues habían establecido turnos <strong>de</strong> vigilancia. De<br />
Larsín y <strong>El</strong>av<strong>el</strong> no percibió rastro alguno. Esto le dio esperanzas <strong>de</strong> que sus amigos<br />
hubieran conseguido escapar, aunque también podía significar algo peor. Des<strong>de</strong> don<strong>de</strong><br />
estaba no pudo contar <strong>el</strong> número <strong>de</strong> los durmientes para averiguar si faltaba alguno. Tal<br />
vez había habido lucha en <strong>el</strong> interior <strong>de</strong>l bosque.<br />
Pasó <strong>el</strong> tiempo. La luna ascendió en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, rebasó <strong>el</strong> cénit y comenzó su lento<br />
<strong>de</strong>scenso hacia <strong>el</strong> horizonte <strong>de</strong>l oeste. Sólo los cambios <strong>de</strong> guardia interrumpieron la<br />
quietud absoluta <strong>de</strong> la noche.<br />
Salió <strong>el</strong> sol. Los nómadas <strong>de</strong>spertaron y reavivaron la hoguera para prepararse <strong>el</strong><br />
<strong>de</strong>sayuno. <strong>Tivo</strong> pudo ver entonces que sólo eran diez. ¿Qué habría sido <strong>de</strong> los dos que<br />
faltaban?<br />
Poco <strong>de</strong>spués, uno <strong>de</strong> los hombres se acercó a él. Llevaba en la mano un plato <strong>de</strong><br />
hojalata que contenía algún alimento. Sin pronunciar palabra, <strong>el</strong> nómada se inclinó,<br />
cortó la cuerda que sujetaba la mano <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l rey y puso a su alcance <strong>el</strong> plato. <strong>Tivo</strong><br />
trató <strong>de</strong> sonsacarle alguna noticia, pero no recibió más respuesta que un mutismo<br />
absoluto. Cuando terminó <strong>de</strong> comer, <strong>el</strong> hombre volvió a amarrarle, tomó <strong>el</strong> plato y se<br />
alejó.<br />
Más tar<strong>de</strong>, <strong>Tivo</strong> observó que los nómadas se disponían a levantar <strong>el</strong> campamento.<br />
Aparejaron los caballos y cargaron todo lo que <strong>de</strong>seaban llevarse <strong>de</strong>l pobre equipaje <strong>de</strong><br />
los <strong>viaje</strong>ros. Durante este tiempo no cesaban <strong>de</strong> dirigir miradas hacia <strong>el</strong> bosque, como si<br />
aguardaran algo. Pero nada ocurrió. Por último, cuando todo estuvo dispuesto, dos <strong>de</strong><br />
<strong>el</strong>los se dirigieron hacia <strong>Tivo</strong>, le transportaron hasta uno <strong>de</strong> los caballos y le cargaron<br />
boca abajo, como un fardo. Después montaron y emprendieron la marcha hacia <strong>el</strong> norte.<br />
<strong>Tivo</strong> estaba seguro <strong>de</strong> que, por larga que fuera su vida, jamás conseguiría olvidar esta<br />
etapa <strong>de</strong> su <strong>viaje</strong>. De bruces sobre <strong>el</strong> lomo <strong>de</strong>l caballo que le llevaba, en <strong>el</strong> que<br />
reconoció a una <strong>de</strong> sus propias monturas, sufrió un magullamiento in<strong>de</strong>scriptible. A<br />
poco <strong>de</strong> partir perdió por completo la noción <strong>de</strong>l tiempo y <strong>el</strong> camino recorrido. Todos<br />
sus sentidos se concentraban en <strong>el</strong> movimiento incesante <strong>de</strong>l caballo y en <strong>el</strong> monótono<br />
subir y bajar a que le sometía.<br />
La marcha duró un día entero, durante <strong>el</strong> cual no se <strong>de</strong>tuvieron ni un momento,<br />
prescindiendo incluso <strong>de</strong> comida y <strong>de</strong> agua. Se ponía <strong>el</strong> sol cuando un estrépito <strong>de</strong><br />
agudos gritos infantiles sacó a <strong>Tivo</strong> <strong>de</strong> su amodorramiento.<br />
43