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El viaje de El viaje de Tivo el Arriesgado

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Manu<strong>el</strong> Alfonseca<br />

8. LOS NOMADAS DE LA ESTEPA<br />

Al divisar <strong>el</strong> campamento, los jinetes se <strong>de</strong>tuvieron y parecieron entablar durante<br />

algunos momentos una animada discusión. De pronto uno <strong>de</strong> <strong>el</strong>los, probablemente su<br />

jefe, levantó la mano e hizo un gesto <strong>de</strong> mando. Inmediatamente <strong>el</strong> grupo entero se<br />

lanzó al galope hacia los <strong>viaje</strong>ros, vociferando gritos <strong>de</strong> guerra y blandiendo las armas.<br />

-¡Estamos perdidos! -exclamó Larsín.<br />

-¡Aprisa! -dijo <strong>Tivo</strong> a sus compañeros-. ¡Corred hacia <strong>el</strong> bosque! Tal vez se contenten<br />

con saquear <strong>el</strong> campamento. Yo os sigo.<br />

Larsín y <strong>El</strong>av<strong>el</strong> obe<strong>de</strong>cieron. Antes <strong>de</strong> imitarles, <strong>el</strong> rey disparó uno <strong>de</strong> sus dardos contra<br />

los atacantes. Sin <strong>de</strong>tenerse a averiguar si haría blanco, arrojó <strong>el</strong> arco al su<strong>el</strong>o, giró en<br />

redondo y corrió tras <strong>el</strong> anciano y la muchacha.<br />

Una lluvia <strong>de</strong> flechas cayó a su alre<strong>de</strong>dor. Afortunadamente, la puntería <strong>de</strong> los jinetes no<br />

podía ser muy certera, lanzados como estaban en su vertiginoso ataque. Mientras corría,<br />

<strong>Tivo</strong> oyó crecer <strong>el</strong> retumbar <strong>de</strong> los cascos <strong>de</strong> los caballos. Iban a alcanzarles.<br />

De pronto, <strong>el</strong> rey vio caer a Larsín, herido por una flecha. <strong>El</strong>av<strong>el</strong>, que corría junto al<br />

anciano, se <strong>de</strong>tuvo y se inclinó para ayudarle a ponerse en pie. Entonces <strong>Tivo</strong> se volvió<br />

y, enfrentándose a sus perseguidores, <strong>de</strong>senvainó la espada. Vendiendo cara su vida<br />

esperaba dar tiempo a sus compañeros para internarse en <strong>el</strong> bosque y escapar.<br />

La mitad <strong>de</strong> los jinetes se <strong>de</strong>sviaron para evitar al rey y seguir a los dos fugitivos. Los<br />

otros seis se <strong>de</strong>tuvieron a algunos pasos <strong>de</strong> <strong>Tivo</strong>, quien por primera vez pudo<br />

examinarlos con atención. La expresión <strong>de</strong> sus rostros, ávida y salvaje, no le inspiró<br />

confianza y se extrañó <strong>de</strong> que no acabaran rápidamente con él, pues constituía un blanco<br />

exc<strong>el</strong>ente para sus flechas.<br />

Mirando hacia atrás apresuradamente pudo ver cómo <strong>El</strong>av<strong>el</strong>, en quien Larsín se apoyaba<br />

tambaleante, conducía al anciano hasta los primeros árboles <strong>de</strong> la espesura,<br />

<strong>de</strong>sapareciendo en seguida entre <strong>el</strong>los. Afortunadamente, esta zona <strong>de</strong>l bosque era muy<br />

tupida, con numerosas ramas bajas y abundante maleza, y no podría ser franqueada por<br />

los caballos <strong>de</strong> los nómadas, que aun se encontraban a treinta pasos <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong> los<br />

fugitivos.<br />

En ese momento, los seis enemigos <strong>de</strong> <strong>Tivo</strong>, que aparentemente habían <strong>de</strong>cidido<br />

capturarle con vida, picaron espu<strong>el</strong>as a sus monturas y le acometieron simultáneamente<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> distintas direcciones. De pie en medio <strong>de</strong> la llanura, sin protección alguna por la<br />

espalda, no tenía oportunidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse. Uno <strong>de</strong> los atacantes le asestó un golpe en<br />

la cabeza con la parte plana <strong>de</strong> la espada y cayó al su<strong>el</strong>o sin sentido.<br />

Despertó, mucho más tar<strong>de</strong>, con fuerte dolor <strong>de</strong> cabeza y sin darse plena cuenta <strong>de</strong><br />

dón<strong>de</strong> se encontraba. Trató <strong>de</strong> moverse, pero no pudo. Estaba tendido boca abajo, atado<br />

<strong>de</strong> pies y manos y le ro<strong>de</strong>aba <strong>el</strong> silencio. Entonces recordó lo sucedido y tembló al<br />

pensar en <strong>el</strong> <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> sus compañeros y en <strong>el</strong> fracaso <strong>de</strong> su misión.<br />

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