El viaje de El viaje de Tivo el Arriesgado

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09.05.2013 Views

Manuel Alfonseca -¿Dónde está ese país? -preguntó Tivo-. ¿En qué dirección debemos viajar? -Dirigíos siempre hacia el oeste. Más pronto o más tarde llegaréis allí. -¿No puedes darnos indicaciones más precisas? El país de Klír puede ser muy grande. -No os resultará difícil hallar lo que buscáis cuando estéis allí. -¿Quién eres? ¿Desde dónde nos hablas? -Eso no os concierne. -¿Quién es este anciano que está junto a la hoguera? ¿Tiene algo que ver contigo? ¿Por qué no se mueve ni parece darse cuenta de que estamos aquí? -Ya habéis hecho suficientes preguntas. No contestaré a ninguna más. Os aconsejo que salgáis de aquí cuanto antes si no queréis que vuestro viaje tenga un final prematuro. Tivo y sus compañeros se miraron. Sin necesidad de hablar, como de mutuo acuerdo, retrocedieron por donde habían venido, atravesaron el pasadizo del sifón y la caverna de la entrada y salieron al exterior. La luna se había desplazado considerablemente hacia el poniente, lo que les indicó que la medianoche había quedado atrás. El horizonte del este, en cuanto las montañas no les interrumpían la mirada, aparecía cubierto por nubes espesas, como si se aproximara una tormenta. -¿Pasamos la noche aquí mismo, en la boca de la cueva? -propuso Tivo. -¿Y si nuestra presencia molesta al que se oculta en ella? -dijo Elavel. -Pero, si nos vamos de aquí, tendremos que pernoctar al aire libre, y aquellas nubes amenazan tormenta. El viento viene del este. Fíjate con qué velocidad se aproximan. -Tal vez encontremos otra caverna -sugirió Elavel. -O tal vez no -repuso Tivo-. O, lo que sería peor, puede que no estuviera desocupada. ¿Qué hacemos, Larsín? -No lo sé -respondió éste-. Estoy desorientado. No comprendo nada de lo que ha sucedido ahí dentro. No tengo la más remota idea de quién pueda ser el habitante de la caverna ni qué podría hacer contra nosotros. -Parecía muy interesado en que saliéramos de allí cuanto antes -dijo el rey-. Casi me dio la impresión de que nos temía. Creo que no debemos marcharnos tan aprisa, sin tratar de sonsacarle algo más. -Pero ¿y si te equivocas en tus suposiciones? -objetó Elavel-. Si nos quedamos aquí correremos un riesgo innecesario. 38

El viaje de Tivo el Arriesgado -Si no estás dispuesta a correr riesgos, más vale que regreses a Tiva y abandones la aventura. Por mi parte, yo me quedo aquí. Vosotros podéis hacer lo que queráis. Naturalmente, después de estas palabras de Tivo, Elavel se enojó y declaró su intención de pernoctar en la caverna, pasara lo que pasara. Larsín no estaba muy convencido, pero cedió a los deseos del rey. La noche transcurrió sin incidentes. Cuando al fin salió el sol, las nubes se habían disipado. La luz del día penetró profundamente en la primera gruta a través de la enorme entrada y les permitió examinar con mayor claridad su interior. Era aproximadamente circular, aunque mucho menos regular que la caverna donde oyeron la voz. Las paredes, rugosas y desiguales, presentaban únicamente las tres aberturas que descubrieron la noche anterior. No había nada allí dentro salvo un montón de cenizas y hojas secas, cerca de la salida, donde al parecer alguien había encendido una hoguera no mucho tiempo atrás. Tivo enarboló un par de antorchas, encendió una de ellas y se dirigió a la entrada del pasadizo central. -¿A dónde vas? -le preguntó Larsín. -Quiero examinar de nuevo esa gruta -respondió-. Tal vez de día las cosas tengan otro aspecto. -Ahí dentro no existe diferencia alguna entre el día y la noche. -De todas formas, quiero verlo -exclamó el rey, mientras se alejaba sin aguardar a sus compañeros. -Vamos tras él -susurró Larsín a Elavel-. No podemos dejarle ir solo. -¿Por qué no? -refunfuñó la muchacha entre dientes-. Si quiere poner en peligro su dura cabeza, que lo haga. -Pero siguió al maestro al interior del pasadizo. Afortunadamente, Larsín se había provisto de otra antorcha, porque la luz de Tivo se veía ya bastante alejada y desapareció por completo cuando el rey alcanzó la parte curva del pasillo. No volvieron a verle hasta que llegaron a la entrada de la caverna circular. Una oscuridad absoluta reinaba en su interior. -Aguardadme aquí -dijo el rey-. Quiero explorar la caverna, pero no deseo perder de vista la salida. Elavel y Larsín vieron cómo su luz se alejaba hasta convertirse en una chispa diminuta. La vieron moverse en varias direcciones diferentes a medida que Tivo se desplazaba. Por fin volvió hacia ellos. -No hay nada -dijo-. Ni rastro del anciano. Tampoco he descubierto señal alguna de que aquí se haya encendido una hoguera. -Salgamos -rogó Larsín. Esta vez Tivo se dejó llevar por sus compañeros. 39

Manu<strong>el</strong> Alfonseca<br />

-¿Dón<strong>de</strong> está ese país? -preguntó <strong>Tivo</strong>-. ¿En qué dirección <strong>de</strong>bemos viajar?<br />

-Dirigíos siempre hacia <strong>el</strong> oeste. Más pronto o más tar<strong>de</strong> llegaréis allí.<br />

-¿No pue<strong>de</strong>s darnos indicaciones más precisas? <strong>El</strong> país <strong>de</strong> Klír pue<strong>de</strong> ser muy gran<strong>de</strong>.<br />

-No os resultará difícil hallar lo que buscáis cuando estéis allí.<br />

-¿Quién eres? ¿Des<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> nos hablas?<br />

-Eso no os concierne.<br />

-¿Quién es este anciano que está junto a la hoguera? ¿Tiene algo que ver contigo? ¿Por<br />

qué no se mueve ni parece darse cuenta <strong>de</strong> que estamos aquí?<br />

-Ya habéis hecho suficientes preguntas. No contestaré a ninguna más. Os aconsejo que<br />

salgáis <strong>de</strong> aquí cuanto antes si no queréis que vuestro <strong>viaje</strong> tenga un final prematuro.<br />

<strong>Tivo</strong> y sus compañeros se miraron. Sin necesidad <strong>de</strong> hablar, como <strong>de</strong> mutuo acuerdo,<br />

retrocedieron por don<strong>de</strong> habían venido, atravesaron <strong>el</strong> pasadizo <strong>de</strong>l sifón y la caverna <strong>de</strong><br />

la entrada y salieron al exterior. La luna se había <strong>de</strong>splazado consi<strong>de</strong>rablemente hacia <strong>el</strong><br />

poniente, lo que les indicó que la medianoche había quedado atrás. <strong>El</strong> horizonte <strong>de</strong>l este,<br />

en cuanto las montañas no les interrumpían la mirada, aparecía cubierto por nubes<br />

espesas, como si se aproximara una tormenta.<br />

-¿Pasamos la noche aquí mismo, en la boca <strong>de</strong> la cueva? -propuso <strong>Tivo</strong>.<br />

-¿Y si nuestra presencia molesta al que se oculta en <strong>el</strong>la? -dijo <strong>El</strong>av<strong>el</strong>.<br />

-Pero, si nos vamos <strong>de</strong> aquí, tendremos que pernoctar al aire libre, y aqu<strong>el</strong>las nubes<br />

amenazan tormenta. <strong>El</strong> viento viene <strong>de</strong>l este. Fíjate con qué v<strong>el</strong>ocidad se aproximan.<br />

-Tal vez encontremos otra caverna -sugirió <strong>El</strong>av<strong>el</strong>.<br />

-O tal vez no -repuso <strong>Tivo</strong>-. O, lo que sería peor, pue<strong>de</strong> que no estuviera <strong>de</strong>socupada.<br />

¿Qué hacemos, Larsín?<br />

-No lo sé -respondió éste-. Estoy <strong>de</strong>sorientado. No comprendo nada <strong>de</strong> lo que ha<br />

sucedido ahí <strong>de</strong>ntro. No tengo la más remota i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> quién pueda ser <strong>el</strong> habitante <strong>de</strong> la<br />

caverna ni qué podría hacer contra nosotros.<br />

-Parecía muy interesado en que saliéramos <strong>de</strong> allí cuanto antes -dijo <strong>el</strong> rey-. Casi me dio<br />

la impresión <strong>de</strong> que nos temía. Creo que no <strong>de</strong>bemos marcharnos tan aprisa, sin tratar <strong>de</strong><br />

sonsacarle algo más.<br />

-Pero ¿y si te equivocas en tus suposiciones? -objetó <strong>El</strong>av<strong>el</strong>-. Si nos quedamos aquí<br />

correremos un riesgo innecesario.<br />

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