El viaje de El viaje de Tivo el Arriesgado
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Manuel Alfonseca tratar de ascender a una de las montañas para ver si desde lo alto es posible elegir mejor la dirección a seguir. -Me parece una buena idea -dijo Larsín. Elavel también estuvo de acuerdo con la propuesta de Tivo. Por consiguiente dieron por terminado el descanso, aparejaron los caballos y emprendieron la marcha en la misma dirección que habían seguido durante la mañana. La región del bosque en que se encontraban era algo menos espesa que las que hubieron de atravesar en las jornadas anteriores, por lo que su avance fue más rápido y no era tan fácil desorientarse. Durante los dos días siguientes los viajeros continuaron en dirección septentrional sin tener malos encuentros. Por fin llegaron a un terreno más accidentado que hacía presentir la proximidad de las montañas. No pasó mucho tiempo antes de que la selva comenzara a clarear visiblemente. De pronto, sin previo aviso, el bosque terminó por completo. Ante ellos se abría un valle estrecho, flanqueado a oriente y occidente por dos elevadas cordilleras, sendos ramales de los montes Latios. 18
4. EL VALLE PERDIDO El viaje de Tivo el Arriesgado Los tres viajeros se detuvieron unos momentos para deliberar sobre el camino a seguir. -Tenemos tres opciones -dijo Tivo, resumiendo en pocas palabras la situación-: Podemos continuar hacia el norte a lo largo de este valle, o tratar de escalar la cordillera oriental o la occidental. Personalmente prefiero la última: me gustaría saber dónde estamos y reconocer la topografía del terreno lo más al oeste que sea posible. -¿Por qué precisamente al oeste? -preguntó Elavel-. ¿Tenemos alguna razón para suponer que las piezas del rompecabezas se encuentran en esa dirección? -Probablemente no -intervino Larsín-. De hecho, una de ellas se perdió en el gran bosque, del que acabamos de salir. Pero temo que tratar de encontrarla en ese laberinto de árboles y maleza sería como buscar una aguja en un pajar. Tivo sintió un escalofrío ante la idea de volver a penetrar en el gran bosque y se apresuró a cambiar el rumbo de la conversación. -Si no recuerdo mal -dijo-, al menos tres de las piezas salieron del país por la frontera del noroeste. -Cinco, diría yo -repuso Larsín-, si contamos la primera, que desapareció misteriosamente, y la última, que debieron sacar del reino los fugitivos de la secta secreta cuando ésta fue desarticulada. -Dos de las piezas cayeron en poder de los nómadas de la estepa, ¿no es cierto? - preguntó el rey. -Efectivamente. Por otra parte, es probable que alguna de las otras haya ido a parar también a sus manos después de tanto tiempo. Creo que deberíamos investigar en esa dirección. -En ese caso nos convendría seguir por este valle hacia el norte -dijo Elavel-. Además, el camino no es demasiado difícil. En cambio, esos farallones rocosos parecen imposibles de escalar. -¿Y si después de seguir el valle durante muchas jornadas descubrimos que no tiene salida? Habremos perdido un tiempo precioso -adujo Tivo, a quien le atraía más la idea de ascender a la montaña. -¿Crees que Larsín o los caballos serían capaces de trepar a esos picachos? -No estoy proponiendo que lo hagan -respondió el rey-. Subiré solo y veré lo que se pueda ver desde arriba. Luego regresaré aquí y discutiremos lo que conviene hacer. -Me parece innecesariamente arriesgado -protestó Larsín-. No creo que debamos separarnos. Además, estoy de acuerdo con Elavel. Probablemente es imposible escalar las montañas por este lado. 19
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4. EL VALLE PERDIDO<br />
<strong>El</strong> <strong>viaje</strong> <strong>de</strong> <strong>Tivo</strong> <strong>el</strong> <strong>Arriesgado</strong><br />
Los tres <strong>viaje</strong>ros se <strong>de</strong>tuvieron unos momentos para <strong>de</strong>liberar sobre <strong>el</strong> camino a seguir.<br />
-Tenemos tres opciones -dijo <strong>Tivo</strong>, resumiendo en pocas palabras la situación-:<br />
Po<strong>de</strong>mos continuar hacia <strong>el</strong> norte a lo largo <strong>de</strong> este valle, o tratar <strong>de</strong> escalar la cordillera<br />
oriental o la occi<strong>de</strong>ntal. Personalmente prefiero la última: me gustaría saber dón<strong>de</strong><br />
estamos y reconocer la topografía <strong>de</strong>l terreno lo más al oeste que sea posible.<br />
-¿Por qué precisamente al oeste? -preguntó <strong>El</strong>av<strong>el</strong>-. ¿Tenemos alguna razón para<br />
suponer que las piezas <strong>de</strong>l rompecabezas se encuentran en esa dirección?<br />
-Probablemente no -intervino Larsín-. De hecho, una <strong>de</strong> <strong>el</strong>las se perdió en <strong>el</strong> gran<br />
bosque, <strong>de</strong>l que acabamos <strong>de</strong> salir. Pero temo que tratar <strong>de</strong> encontrarla en ese laberinto<br />
<strong>de</strong> árboles y maleza sería como buscar una aguja en un pajar.<br />
<strong>Tivo</strong> sintió un escalofrío ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> volver a penetrar en <strong>el</strong> gran bosque y se<br />
apresuró a cambiar <strong>el</strong> rumbo <strong>de</strong> la conversación.<br />
-Si no recuerdo mal -dijo-, al menos tres <strong>de</strong> las piezas salieron <strong>de</strong>l país por la frontera<br />
<strong>de</strong>l noroeste.<br />
-Cinco, diría yo -repuso Larsín-, si contamos la primera, que <strong>de</strong>sapareció<br />
misteriosamente, y la última, que <strong>de</strong>bieron sacar <strong>de</strong>l reino los fugitivos <strong>de</strong> la secta<br />
secreta cuando ésta fue <strong>de</strong>sarticulada.<br />
-Dos <strong>de</strong> las piezas cayeron en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los nómadas <strong>de</strong> la estepa, ¿no es cierto? -<br />
preguntó <strong>el</strong> rey.<br />
-Efectivamente. Por otra parte, es probable que alguna <strong>de</strong> las otras haya ido a parar<br />
también a sus manos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanto tiempo. Creo que <strong>de</strong>beríamos investigar en esa<br />
dirección.<br />
-En ese caso nos convendría seguir por este valle hacia <strong>el</strong> norte -dijo <strong>El</strong>av<strong>el</strong>-. A<strong>de</strong>más,<br />
<strong>el</strong> camino no es <strong>de</strong>masiado difícil. En cambio, esos farallones rocosos parecen<br />
imposibles <strong>de</strong> escalar.<br />
-¿Y si <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> seguir <strong>el</strong> valle durante muchas jornadas <strong>de</strong>scubrimos que no tiene<br />
salida? Habremos perdido un tiempo precioso -adujo <strong>Tivo</strong>, a quien le atraía más la i<strong>de</strong>a<br />
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-¿Crees que Larsín o los caballos serían capaces <strong>de</strong> trepar a esos picachos?<br />
-No estoy proponiendo que lo hagan -respondió <strong>el</strong> rey-. Subiré solo y veré lo que se<br />
pueda ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba. Luego regresaré aquí y discutiremos lo que conviene hacer.<br />
-Me parece innecesariamente arriesgado -protestó Larsín-. No creo que <strong>de</strong>bamos<br />
separarnos. A<strong>de</strong>más, estoy <strong>de</strong> acuerdo con <strong>El</strong>av<strong>el</strong>. Probablemente es imposible escalar<br />
las montañas por este lado.<br />
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