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<strong>El</strong> <strong>viaje</strong> <strong>de</strong> <strong>Tivo</strong> <strong>el</strong> <strong>Arriesgado</strong><br />
-Pronto lo sabremos -repuso <strong>el</strong> rey-. A<strong>de</strong>lántate tú para que nuestro perseguidor crea que<br />
continuamos la marcha. Yo le esperaré aquí.<br />
Así lo hicieron. Apenas Larsín se hubo puesto en movimiento, <strong>Tivo</strong> volvió a oír <strong>el</strong> ruido<br />
<strong>de</strong> los cascos <strong>de</strong> un caballo en <strong>el</strong> camino que acababan <strong>de</strong> recorrer, y no se habría<br />
alejado <strong>el</strong> maestro más <strong>de</strong> doscientos pasos, cuando <strong>el</strong> rey distinguió una forma oscura<br />
que se acercaba.<br />
-¡Alto! -gritó-. ¿Quién está ahí? ¡Avanza inmediatamente en son <strong>de</strong> paz, o disponte a<br />
luchar! -y al <strong>de</strong>cir esto, <strong>de</strong>snudó la espada.<br />
Hubo un breve silencio. Después, la figura <strong>de</strong> un jinete se <strong>de</strong>stacó <strong>de</strong> la oscuridad y se<br />
acercó a él. Era imposible distinguir sus facciones. Entretanto, Larsín volvió grupas a su<br />
caballo y regresó rápidamente junto al rey.<br />
-¿Quién eres? -preguntó éste, con la espada en guardia.<br />
La respuesta <strong>de</strong>l extraño cogió por sorpresa a <strong>Tivo</strong>, que casi <strong>de</strong>jó caer <strong>el</strong> arma en su<br />
sobresalto. La voz <strong>de</strong>l jinete tenía un timbre claramente femenino.<br />
-Soy <strong>El</strong>av<strong>el</strong> -dijo.<br />
Larsín también <strong>de</strong>mostró su sorpresa, pues <strong>El</strong>av<strong>el</strong> era la hija segunda <strong>de</strong>l príncipe <strong>de</strong> Itin<br />
y hermana menor <strong>de</strong> Aguamarina.<br />
-¡<strong>El</strong>av<strong>el</strong>! -exclamó-. ¿Qué haces aquí, tan lejos <strong>de</strong> Itin?<br />
-Sé que vais en busca <strong>de</strong> un remedio para mi hermana y quiero acompañaros -respondió<br />
la muchacha.<br />
-¿Cómo lo supiste? -interrogó Larsín.<br />
-Lo sé, y es suficiente. Quiero hacer algo por Aguamarina. No puedo permanecer en<br />
Itin, viéndola langui<strong>de</strong>cer y sabiendo que existe una posibilidad <strong>de</strong> salvarla. Por eso<br />
quiero acompañaros.<br />
-¡Es imposible! -protestó <strong>Tivo</strong>-. Apenas eres más que una niña.<br />
-¿Acaso eres tú algo más que un muchacho? -contestó, airada, <strong>El</strong>av<strong>el</strong>-. Sin embargo, no<br />
sólo empren<strong>de</strong>s este <strong>viaje</strong> por tu voluntad, sino que tu propio maestro te ha empujado a<br />
<strong>el</strong>lo. Yo misma le oí <strong>de</strong>cirte: "Es justo que un rey <strong>de</strong> Tiva en<strong>de</strong>rece lo que otro rey <strong>de</strong><br />
Tiva <strong>de</strong>struyó".<br />
-¿Te parece correcto -exclamó, indignado, Larsín-, escuchar <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las puertas<br />
conversaciones que no te conciernen?<br />
-Todo lo que se r<strong>el</strong>aciona con la curación <strong>de</strong> mi hermana, me afecta a mí. No me siento<br />
culpable por haber hecho lo que dices.<br />
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